Por Alberto López
El País (Es)
Emilia Pardo Bazán fue una mujer brillante, preparada y pionera en su tiempo. Las posibilidades económicas de su familia le permitieron recibir una educación que supo aprovechar y cultivar hasta convertirse en novelista, poetisa, periodista, traductora, crítica literaria, editora, catedrática universitaria, conferenciante… y ser la introductora del naturalismo francés en España. Pero casi nada de eso le sirvió en vida ni le reportó el reconocimiento que merecía, sino más bien lo contrario: críticas, insultos machistas y discriminación hasta por sus propios compañeros escritores, que le negaron hasta tres veces el ingreso en la Real Academia Española (RAE) a pesar de sus méritos.
Pero tal vez por su inteligencia, Emilia vivió siempre según sus convicciones, y por eso antepuso la literatura en su vida, defendió la instrucción y los derechos de las mujeres en sus publicaciones pero también en la vida pública y ejerciéndolos hasta convertirse en la primera catedrática de Literatura en la Universidad Central de Madrid, en la primera presidenta de la sección de Literatura Ateneo y ser la primera corresponsal de prensa en el extranjero, en Roma y en París.
Emilia Pardo Bazán nació el 16 de septiembre de 1851 en La Coruña, ciudad que siempre aparece en sus novelas bajo el nombre de Marineda. Fue la única hija de una familia noble y de las más pudientes de España: el conde don José Pardo-Bazán y Mosquera y doña Amalia de la Rúa-Figueroa y Somoza. El rey Alfonso XIII también le concedió a ella, en 1908, el título de condesa.
Educada siempre en los mejores ambientes, su formación se completaba cada año en la capital de España, donde solía pasar los inviernos la familia debido a las actividades políticas de su padre, militante en el partido liberal progresista. Emilia fue siempre una lectora infatigable y a la vez una escritora precoz, ya que a los nueve años compuso sus primeros versos y a los quince su primer cuento, ‘Un matrimonio del siglo XIX’, que fue el primero de los numerosísimos -cerca de 600-que publicó a lo largo de su vida.
El año 1868 destaca en la vida de Emilia Pardo Bazán, como ella misma reconocía: “Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca: me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1868". Emilia tenía 16 años cuando se casó, y su marido, José Quiroga, estudiante de Derecho, 20. La boda se celebró el 10 de julio en la capilla de la granja de Meirás, propiedad de sus padres, y que durante la Guerra Civil fue adquirido a los herederos de la escritora para regalárselo a Franco mediante una ‘suscripción popular’.
El joven matrimonio, acompañados por los padres de Emilia, viajaron por Europa, donde ella aprendió inglés y alemán, antes de instalarse en España. En ese viaje entra en contacto con el krausismo a través de Francisco Giner de los Ríos, con quien le uniría siempre una gran amistad.
Con el nacimiento del primero de sus tres hijos, Jaime, en 1876, se da a conocer como escritora al ganar el concurso convocado en Orense para celebrar el centenario del padre Benito Feijoo. Son años en que todavía no ha abandonado totalmente la poesía. Gracias a Giner de los Ríos se edita en 1881 el libro de poemas titulado ‘Jaime’.
Escribir novela nunca le apasionó a Emilia Pardo Bazán, pero conocer las obras de sus coetáneos la animaron a escribir su primera novela, ‘Pascual López’, una autobiografía de un estudiante de medicina. Después publicó ‘Un viaje de novios’, (1881) para la que utilizó las experiencias de un viaje a Francia, y ese verano, en Meirás, acabó ‘San Francisco de Asís’, ya embarazada de su segunda hija, Carmen.
El prólogo de ‘Un viaje de novios’ resulta fundamental para comprender lo que significa el naturalismo en la obra de Emilia Pardo Bazán, así como la serie de artículos que publica entre 1882 y 1883 bajo el título de ‘La cuestión palpitante’, la del naturalismo, la corriente literaria que dio a conocer en España.
Colaboró en numerosas revistas y periódicos, algunas incluso fundadas por ella, con crónicas de viajes, artículos, ensayos y gran cantidad de cuentos que agrupó en varias colecciones. Fue siempre una viajera infatigable, lo que siempre reflejaba en sus artículos de prensa y libros.
El método naturalista que introdujo Emilia Pardo Bazán en España culmina con la obra cumbre de ‘Los pazos de Ulloa’ (1886-1887), su obra maestra, patética pintura de la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia. Con posterioridad, la obra de la escritora evolucionó hacia un mayor simbolismo y espiritualismo.
Emilia Pardo Bazán incorporó sus ideas sobre la necesidad de modernizar la sociedad española en cada uno de sus escritos, y defendió la obligatoriedad de instruir a las mujeres y ofrecer un acceso justo a todos los derechos y oportunidades que disfrutaban los hombres. Y no sólo lo defendió en sus escritos, sino también en público y con su día a día, ya que se separó de su marido y llegó a
sostener una relación amorosa con Benito Pérez Galdós de la que se ha conservado una parte de la correspondencia amorosa.
También fue una excelente profesora. Las clases de Emilia Pardo Bazán eran las más concurridas de la época (llegaron a matricularse 825 alumnos frente a los 221 de Ramón y Cajal) y según las crónicas de 1896, la catedrática era directa, culta y entretenida.
Fue, por tanto una mujer independiente y excepcional en la España de su época y precursora de las ideas feministas y de los derechos de la mujer actuales.
La condesa Emilia Pardo Bazán murió el 12 de mayo de 1921 debido a una complicación con la diabetes que padecía. Al día siguiente de su fallecimiento, toda la prensa hablaba de la escritora fallecida y le reconocía los méritos y valía que le negó la sociedad en vida. Está enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid.