Revista Pijao
Stefan Zweig y el mundo de hoy
Stefan Zweig y el mundo de hoy

¿Quién no ha oído estos meses hablar de “el mundo de ayer” a propósito de las vida que llevábamos antes de la pandemia, y de como cosas que nos parecían lo más normal del mundo hoy las recordamos como privilegios que no supimos valorar todo lo que convenía?

Hay momentos en que un escritor consigue acuñar un término que resume el espíritu de la época. El mundo de ayer. Memorias de un europeo es el título de la autobiografía de Stefan Zweig, comenzada en 1934, cuando el nazismo ya estaba enseñando sus garras y el escritor dejaba Austria para refugiarse en Inglaterra. Es un texto nostálgico del esplendor cultural y la libertad de movimientos que se vivió en el Imperio Austro Húngaro, y en toda Europa, antes de la Primera Guerra Mundial, nostalgia intensificada por las sombrías perspectivas que el poder de Hitler brindaba, y que acabarían empujando al escritor al suicidio.

Stefan Zweig (1881-1942) fue en vida un autor muy leído, y en los años cuarenta y cincuenta un favorito en los hogares cultos de la burguesía española. Después pasó de moda. A principios de los años noventa era una figura olvidada. Y es entonces cuando Jaume Vallcorba decide recuperar en Sirmio, la primera editorial que lanza en lengua castellana, algún título suyo como Novela de ajedrez . La experiencia de Sirmio no funciona, pero Vallcorba insiste, y en 1995 lanza en catalán, con su sello Quaderns Crema, una famosa novela del austriaco llevada al cine en varias ocasiones: Vint-i quatre hores a la vida d´una dona.

Vallcorba era tenaz, y en 1999 volvió a la carga de la edición en castellano con el sello Acantilado, “como reacción al abandono del lector exigente por parte de buen número de editoriales”. Recuperó en nueva traducción El mundo de ayer –que había publicado en 1953 editorial Juventud-. Y aquí empieza el éxito. No ha dejado de reeditarse – a día de hoy lleva 26 reimpresiones- y ha impulsado una auténtica “biblioteca Zweig” en Acantilado, que tiene ya en catálogo 39 títulos del escritor, con otros best sellers como Momentos estelares de la humanidad , con 23 reimpresiones (Quaderns Crema ofrece quince de sus títulos en catalán).

El último, recién aparecido, es Encuentros con libros , recopilación de sus reseñas literarias a cargo de Knut Beck, donde el lector puede encontrar opiniones sobre figuras del olimpo clásico y contemporáneo en lengua alemana (Goethe, Rilke, los hermanos Mann, Joseph Roth), así como de la literatura francesa que tanto le apasionó (Balzac, Stendhal, Flaubert, Paul Claudel). Y hasta de James Joyce, cuyo Ulises, aún reciente, califica de “auténtico aquelarre” y “misa negra”, “capricho genial” “novela apasionada, provocadora e inigualable”, y para la que pide “respeto, respeto, respeto” en 1928.

¿Por qué el arraigo tan continuado de Zweig entre nosotros?

Una mezcla de oportunidad y descubrimiento”, me dice Sandra Ollo, viuda de Jaume Vallcorba y continuadora de su labor en Acantilado y Quaderns Crema. “Muchos lectores encontraron en El mundo de ayer al autor con una prosa cercana y clarísima, que habla de un momento de Europa que se asemeja al nuestro. De ahí pasan a su ficción, la de narrador sorprendentemente clásico, a veces previsible, que fascina, y al grandísimo ensayista y analista del alma humana. Cada uno de sus libros abre el universo a otros que nunca decepcionan, porque presenta una regularidad cualitativa”.

En efecto, las páginas de este autor abundan en grandes momentos. En los primeras semanas del confinamiento pandémico leí su Montaigne y topé con un episodio que no podía venir más al caso. En 1585 el autor de los Ensayos está acabando su mandato como alcalde de Burdeos, donde ha trabajado bien y espera despedirse “gloriosamente con discursos y honores”. Pero la ciudad francesa se ve azotada por la peste y Montaigne, sin dudarlo,“emprende la huida presa del pánico y deja la ciudad en la estacada”. Una decisión poco gloriosa.

El escritor y su familia emprenden un viaje de pesadilla por los caminos de Francia; “ven los campos sin cultivar, los pueblos abandonados, los cadáveres sin enterrar de los enfermos”. Los administradores del municipio que ha dejado atrás le escriben varias cartas y finalmente, sin discursos, le retiran el mandato. Con esta huida, “Montaigne ha perdido un poco de gloria, de honor y de dignidad”. La realidad le ha pegado una buena sacudida al moralista. Zweig nos brinda una estampa estremecedora del momento y un claroscuro que hace pensar sobre el filósofo que admira y reivindica.

 

Los derechos de Stefan Zweig pasarán a dominio público en el 2022, pero antes de que eso ocurra Sandra Ollo anuncia una gran noticia, la publicación de sus Diarios, un volumen de 400 páginas que recoge su trayectoria ya como autor reputado, y que aparecerá en castellano y catalán, en las traducciones respectivas de Maria Teresa Otilla y Tiana Puig.

Para recordar a Zweig, tan volcado en el universo libresco –incluso evocó la figura de un librero en su breve ensayo Mendel el de los libros - i lustramos este artículo con una pintura de Manuel Castro, artista cordobés radicado en Barcelona que pintó numerosas bibliotecas, sobre las que solía recortar la figura misteriosa de un hombre con sombrero, característica de su producción. Castro, pintor de la galería Jordi Barnadas, enriqueció con una docena de sus cuadros de tema literario el suplemento especial del Cultura/s de Sant Jordi del año 2014. Falleció la semana pasada en la ciudad donde residía desde 1952.

Tomado de La Vanguardía.com


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