Revista Pijao
Eslabón convergente: vértice para un tríptico profundo
Eslabón convergente: vértice para un tríptico profundo

¡De La Creación del Universo y Otros Misterios No Resueltos!, libro del filósofo, santandereano Jairo Gomes Ech, dedicado investigador, ¡anacoreta contemporáneo!,  ermitaño buceador del Océano Cósmico... y en su vuelo estelar, en cruce de caminos intrincados, va más allá de dónde provenimos, de donde provienen lo invisible y lo visible: El Instante Cero, que fue antes de todo, antes de la vida, antes del enigma, allende la ¡operación uno¡  de la matemática. Obra  con vasta contemplación de lo profundo que descubre,   esculca con afecto la voz-presencia inefable,  nos entrega  la Luz Inteligente que poseen los  meandros  habitantes de la zigurat milenaria no descubierta (Alcázar de La Filosofía). Allá donde en tríptico con-viven en constante “discusión por el poder y la perennidad”-: ciencia (realidad), filosofía (razón), mito (religión), cada una, con  respectiva importancia, con su salón pertinente iluminado por pebeteros, teas, faroles característicos... Ahí perdura leve el movimiento de las llamaradas inanes del Idealismo que las circunda. Abrir El Máximo Portal (quizás furtivo) en el Cenote Anónimo, ir luego a Los Orígenes del Origen Primero, hallar la simiente, el núcleo, el vientre de átomos, protones, moléculas, que en epítome es el Universo, no es tarea fácil, no vasta la simple mirada,  la contemplación casi fugaz, tal  hizo Platón con la hoja que cayó del árbol y se incrustó entre dos piedras;  y por consecuencia, la pregunta surge del Maestro griego: ¿La hoja que nunca cambió de lugar durante dos años tuvo movimiento?

Colombia un país de escaso (casi nulo) pensamiento a pesar de la modernidad y sus atavíos variables. Pasan los siglos y no superamos la -calidad de subalternos- que nos posee, porque así, nos lo inculcaron el fanatismo religioso y político (bruto). Si alguien colombiano piensa o actúa (distinto), tiene el “don del defecto”: la “cosa extraña”, no de la virtud, ni de la inteligencia. Siempre obedientes y sumisos, predispuestos vivimos para emular,  copiar y malformar lo foráneo. Rendimos culto a todo lo que fuere –de otros- aún en medianía de la mediocridad, y no nos atrevemos desde ¡el instinto iluso! a generar, en cualquier área, alguna génesis. No en vano, frente a algunas culturas, casi todas, tenemos atrasos seculares y milenarios. Un pensador, un filósofo, un científico, un inventor, un artista, tiene para nosotros, valor agregado si es extranjero a quien consideramos: Un Sabio, Un  Iniciado, Un Maestro; por lo contrario, si es un compatriota, en el ámbito nuestro... es un loco, desquiciado, inútil, un sin remedio.

En corolario, desde la perspectiva anterior,  Jairo Gomes Ech: colombiano, es un ¡hombre enajenado! Se sabe “escudriñador de  vericuetos imposibles“, y en la praxis, aplica la filosofía de su razón-profesión (ingeniero además y por si acaso), a la suma de un arsenal de ciencias (todas,) que concatena,  familiariza, integra, hacia la optimización de un resultado consciente, visionario... y en lo posible: tangible. Habitan en su extensa contemplación, la realidad y lo pragmático y... el sueño. Santandereano se atreve al extremo y sobre sus hombros recibe una -cordillera de peligro-, pues osado  aplica el eslogan vernáculo: “lo que ha de ser, sea”. Escruta. Refuta  o afirma bondades reales, no hipotéticas, de La Inteligencia Cósmica. En su discernimiento, atravesamos Eras de Sueño, nos convertimos en Factible Realidad, a pesar del sostenido miedo a la: Quimera. Comprende el filósofo que  para la actual Humanidad sólo existe un silogismo válido: vender-comprar-exhibir, en cuyo pobre resultado deshabita La Esencia,  perece El Espíritu (pensamiento). Recuerdo, leí el título del anterior libro: De los paradigmas de la Filosofía y la Religión, y ante la sugerencia sospeché: en qué indescifrables embrollos entró el autor (denso y pesado océano), y no me equivoqué.

Atisba Jairo Gomes Ech –pensador asiduo-, investigador de lupa -casi espía-, en el insomnio, en la madrugada, entre el claroscuro protector de la lámpara de petróleo colgada en el cuchitril del discernimiento, con el presente libro ¡De la Creación del Universo y Otros Misterios No resueltos! la: Teoría Numérica del Universo. Menuda su misión. Solo va por  senderos,  laberintos de hipótesis, teorías desprendidas de científicos, filósofos, teólogos, sabios,  se adentra en inefable cueva. En buceo  sin escafandra protectora, sin cilindro de oxígeno, palpa las Evoluciones Numeradas [Quinta Evolución... y (“otras más”), amén de la eterna divergencia: cruenta guerra  entre Evolución e Involución]. Respira profundo y realiza Evaluación de La Materia Orgánica. Supo en su escudriñar que La Filosofía llegó a La Partícula Cuántica antes que La Física. Sonríe porque  Hipótesis Especulativas son permitidas en La Filosofía no en La Física. Un gnomo susurra a su oído abierto y dice que existen Revelaciones Místicas de -otro tipo-. En La Finalidad suya, el Salto Cualitativo: ¡La Filosofía: Único Rector del Pensamiento! Nos insta a los colombianos a través de su proceso escrito, el ir hacia Lo Distinto de cualquier ámbito: ciencia-tecnología, por ejemplo, para que no sólo seamos el: Observador Hipotético (temeroso), y acá de mi parte invito: mejor que fuéremos a partir de ahora, el Observador Real, para que seamos capaces de ver, estudiar, analizar y discutir... refutar, afirmar: crear. En Colombia, por miedo y atraso y fanatismo, no entendemos que hasta ahora sólo hemos sido: Observadores Hipotéticos con relativa pereza y grande miopía. ¿Entonces cómo descubrimos que cada ciencia debe incorporar un Trayecto Filosófico? Jairo en su “rol erudito”, refuta a Aristóteles... poquito pero lo hace. Sea posible que en El Encuentro Sideral utópico, Era lejana, tarde bohemia, como antaño en Atenas y El Ágora (hipótesis especulativa mía), sumen los dos, amontonen y luego separen, trocitos irregulares en la forma, de La Antimateria. El filósofo santandereano sin saberlo (tal en psicoanálisis, el –actor profano- del acto, según Freud) aplica con la “hoja platónica” que cayó del árbol, antes de su desplome, un avance inconmensurable, que el sabio heleno no alcanzó a configurar. La hoja: una actriz en la mañana y sobre ella la gota de rocío (un naranjo, un cedro, pueden ser, ustedes inventan el árbol). Al mirar la gota, Jairo Gomes Ech encargó a su tacto, descubrir el corazón invisible. Lo halló dentro, parecía “un milagro”,  aplicó la perfecta cirugía, lo sustrajo con precisión matemática, realizó la requerida “operación existencial” y nació la obra: ¡De la Creación  del Universo y Otros Misterios No resueltos! Hallar los puntos de equilibrio en teúrgia convocados por el autor para el Gran Discernimiento, para la aprehensión,  la valoración exacta y generosa de cuanto nos rodea, sobrepasa la utopía, el sueño, el tiempo, el pensamiento. Emprendimiento difícil como hallar el vértice único y verdadero de donde se desprenden el Bien y el Mal. Aplican para la investigación en estos renglones, “un arsenal de ciencias” que no sólo suman, no sólo se integran, también confabulan; por ende, embriagadas se portan convergentes y  divergentes.  Amigas y hermanas hablan de los Hallazgos de La Verdad y, cada una, por defender su propiedad (dueñas)  física, intelectual, moral, casi “van a la guerra”.

 

Jesús María Stapper

Pozo invisible del Río Magdalena


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