Por El Cultural (Es)
Se trata de un matrimonio, Adriana y Román, y de sus hijos, Laura y Pablo. Tienen relaciones tormentosas entre ellos y planea sobre el grupo un grave suceso (“todo aquello”) que funciona como factor de intriga narrativa. En esencia, Ferrero cuenta una historia que suma infidelidad, engaños, violencias, crueldades, inquinas, frustraciones y hasta muertes. Ese entorno donde prima el fracaso lo vive de modo traumático Laura, quien se marcha a Nueva York para romper con el pasado y el presente y buscar una vida nueva. Y es ella la que recrea la historia de los suyos con un discurso de estricto intimismo, una confesión vivencial en la que explaya indecisiones, angustias mentales y paralizantes sentimientos de culpa.
Esta línea anecdótica cobija un buen número de asuntos interesantes: los conflictivos vínculos entre familiares, la complejidad de las relaciones humanas, la dificultad de conocer el fondo verdadero de las personas y de uno mismo, la inseguridad en el reconocimiento de la verdad, la precariedad de las certezas, el hábito de buscar un culpable a los infortunios...
Todo ello se encaja en un relato de maduración galvanizado por las vivencias de infancia, las pulsiones amorosas y el yo desvalido.
El retrato resultante eleva a una categoría casi abstracta -una representación del desterrado del mundo- la situación anímica de una mujer que sufre el vértigo de encontrarse “en lo alto de una atracción” ferial. Esta figura la emplaza la autora en un sugestivo entorno alegórico. Toda la novela tiende a mostrar la vida con un grado de incógnita. El padre, geólogo, “contador de islas”, se afana por concretar “la materialidad de los límites”.
La madre, creadora de una serie plástica titulada “Los olvidados”, pinta motitas de luz en los márgenes de unos lienzos gigantescos. Y la hija sigue un curso sobre la experiencia del exilio en la universidad de Columbia. La carga simbólica de estos elementos depara al libro envergadura metafórica con la que se representa la fragilidad de la vida. El desánimo de Laura, sus indecisiones y ese sentirse perdida en el mundo forman parte de algo superior, la precariedad general de la existencia.
Otros ingredientes neutralizan en buena medida, sin embargo, este perfil valioso de Qué vas a hacer con el resto de tu vida. En general, cae en excesos melodramáticos y en truculencias. El argumento es demasiado rebuscado y folletinesco y abusa de los golpes de efecto. En suma, el barniz de brochazos reflexivos, filosóficos y culturalistas no salva al libro de lo mucho que tiene de engañosa novela de consumo.