Revista Pijao
Pasado, historia y muerte: un chileno en Venezuela
Pasado, historia y muerte: un chileno en Venezuela

Por Javier García

La Tercera (Ch)

Viajaría en Avianca, pero a última hora la aerolínea suspendió sus vuelos. Por motivos de “seguridad”, la empresa adelantó su decisión de no aterrizar más en Venezuela. Hasta próximo aviso. Así Michel Bonnefoy (61) esperó paciente y tomó otro vuelo para llegar finalmente a Santiago de Chile.

El motivo de su viaje: la presentación de El tiempo de los castaños, su última novela recién publicada por Lom Ediciones. La historia arranca con un hombre esperando. Tiene 60 años. No es primera vez que Amalia llega tarde a una cita. Pero a él le queda poco tiempo, o eso cree. Con su hermano enfermo de cáncer, la vida se vuelve más intensa. Así, el protagonista se instala en el campo para acompañar a su hermano.

“Creo que mi acercamiento inicial a la literatura fue como terapia. No era necesariamente un ejercicio de literatura ni me pensaba como un escritor”, dice Bonnefoy en una mañana de frío, donde cuenta sus años de errante.

Nacido en Santiago en 1956, sus padres eran médicos. Su papá tenía un cargo en la Organización Panamericana de la Salud. De niño vivió en México, Argentina y Estados Unidos. Cuando Michel tenía 6 años su padre murió en un accidente. Gran parte de su enseñanza la hizo en la Alianza Francesa. Cuando ocurrió el Golpe de Estado de 1973, tenía 17 años y estudiaba en el Liceo Lastarria. Integrante del MIR, al año siguiente fue detenido y torturado en Villa Grimaldi y la cárcel pública. Esa experiencia es narrada en su primer libro, Relato en el frente chileno (1977).

Con 18 años, en diciembre de 1974, Bonnefoy partió al exilio. Vivió en EE.UU., Portugal, y mucho tiempo en Francia. Más tarde se casó con una mujer venezolana. Desde hace una década reside en Caracas y desde entonces ha trabajado en el Ministerio de Cultura y ahora en el de Comunicaciones.

“El vínculo con Chile es muy fuerte. Durante mi vida afuera siempre he jugado al chileno. Mientras que mis hermanos son más franceses”, dice Bonnefoy, quien ha publicado una serie de libros, entre ellos El desgano de un hombre ocupado (1998) y Cosas que pasan (2014). Y adelanta que su próximo libro tendrá que ver con la muerte del padre. “Es apuntar no solo la bonita relación con él, sino referirme a la estructura familiar que se derrumba con su partida”, dice.

Su labor actual en el gobierno venezolano es de redactor. “Elaboro biografías ilustradas para el público infantil sobre diferentes periodos y próceres de Venezuela. El otro trabajo es escribir folletos sobre las políticas públicas, del deporte a la economía”, señala el escritor quien se refiere a la crisis política y social de aquel país.

“Creo que hay una deformación de la información. Me refiero a que se orienta la noticia en relación al interés político de los medios. Esto no quiere decir que no haya una situación crítica, difícil, de violencia y odio. Es un momento muy doloroso y triste”, comenta el autor, quien vive en el sector de Sabana Grande de Caracas.

Ante los más de 100 muertos y las protestas diarias contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, asegura que una posible salida son las “elecciones regionales que se adelantaron y se efectuarán en octubre. La mayoría de las gobernaciones son chavistas y yo creo que eso va a cambiar. El problema de la oposición es que no tiene un programa de gobierno”, señala y apunta a la historia del país para hablar del conflicto.

“Siempre ha predominado el caudillismo en Venezuela. Para ellos el jefe es muy importante. El caudillo tiene que tener la fuerza, el carisma, la inteligencia… Y claro, Hugo Chávez cumplía con esas características. Entonces para Maduro es muy complicado, porque tiene que reemplazar a un caudillo sin que él lo sea”, dice Bonnefoy, quien reconoce los problemas de inflación, devaluación de la moneda y el desabastecimiento de productos básicos, como la falta de medicamentos. “Esto produce que se desarrolle un mercado paralelo donde los productos son más caros. Hay mucha especulación. Claro que falta papel higiénico, desodorante, pasta de dientes… pero no escasea la carne, el pollo, las legumbres, las verduras”, asegura.


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