Revista Pijao
Palabras y pólvora
Palabras y pólvora

Por Javier Goñi

Derrotado, superando maltratos franceses, arenales argelinos, infamias del momento, con la familia dejada atrás, Max Aub llega a México, con una galería de personajes, de paisajes, que habían de conformar una suerte de laberinto mágico, mezcla de realidades y ficciones, vividas, oídas, y se pone a darle forma, en la cabeza desde el final, a esa triste derrota. En 1943 publica el primero de sus Campos, serán seis desperdigados en dos décadas: por vez primera en España a partir de 1978, tantos años después, en Alfaguara, luego en bolsillo, los seis campos, y ahora una editorial totalmente aubiana, o casi, inicia con este Campo cerrado la recuperación de todo el laberinto.

Tenía razón Juan Ramón: no se lee el mismo libro según en qué edición, y esta es hermosísima (compitiendo con ese otro libro espléndido, Trampas, de la vertiente más lúdica de Max Aub, que acaba de sacar Reino de Cordelia). Galdosiano en esa primera parte de iniciación, el tiempo prerrepublicano, con un riquísimo vocabulario, él de París, el padre alemán, la madre francesa (el bachillerato, eso sí, lo hizo en Valencia), y luego cronista a pie de trinchera en esos años republicanos de palabras y pólvora. Palabras muchas hay en esta estupenda novela, dichas a la manera española, o sea en los cafés, tertulias, a gritos, a garrotazos: los españoles, así, se extraviaron en su laberinto y Aub en México dejó constancia.

Campo cerrado. Max Aub. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Cuadernos del Vigía, 2017. 272 páginas.

 

Con información del diario El país (ES)


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