Revista Pijao
Oscuridad que cautiva y baila al compás del rock
Oscuridad que cautiva y baila al compás del rock

Por Belén Fourment

El País (Uy)

Como una presencia misteriosa en la que no creemos pero siempre está, como esa sensación extraña que viene justo antes de apagar las luces y meterse en la cama, como un miedo imposible de identificar y de apartar, la literatura de Mariana Enríquez persigue. Acecha, como una figura tapada por un manto oscuro que nunca se deja ver claramente; exige, empuja al límite, y al mismo tiempo gusta. Como una adicción cualquiera, hace daño y no se la abandona.

Hace mucho rato que Mariana Enríquez es la escritora argentina del momento, y con cada título que edita se reafirma en ese lugar. El año pasado cautivó con Las cosas que perdimos en el fuego, y este año sorprendió una vez más con Éste es el mar, una novela que mezcla la fantasía con el espanto y ese mundo que tanto sabe de ambas cosas: el del rock and roll.

"Si la perturbación de la idea estuvo, estuvo antes", dice Enríquez en charla con El País hablando de su vínculo con esa sensación física, ese terror psicológico que generan sus textos. "A mí ya no me pasa, porque cuando uno escribe lee muy técnicamente. Hay un distanciamiento", afirma, "más allá de que yo leo todo el tiempo cuando estoy escribiendo y con esos textos sí me pasa".

Dice, además, que cuando escribe cuentos los lee de un tirón mientras toma nota de lo que hay para corregir. Con la novela, por cuestiones de extensión, la dinámica cambia: vuelve sobre sus pasos y, ocasionalmente, se la da a leer a gente en la que confía. Y dice que la música tiene un trabajo clave en sus procesos: se hace playlists para escribir y usa las canciones para crearse climas para determinada escena.

"Hubo varias ideas previo a Éste es el mar", cuenta sobre su última publicación que trata de un grupo de seres que se han encargado de convertir en leyendas a distintas estrellas del rock, desde tiempos inmemoriales, a Kurt Cobain. "Por un lado está la idea bastante amplia de los grupos de mujeres que entran en éxtasis con la música, desde las que siguen a Baco en la mitología griega hasta las chicas que gritan en un recital", explica la autora que además es subeditora del suplemento Radar de Página 12. "Eso y cierta idea del final de una época del rock, de ciertas figuras que ya no existen en ese grado porque no tiene la cultura rock el espacio que tenía".

En el encuentro de esas dos ideas, Enríquez vuelve a rendirse ante la fascinación de lo oscuro y nuevamente construye personajes femeninos muy fuertes, algo que venía apareciendo en sus últimos trabajos. Avisa, sin embargo, que se está cansando de eso que empezó por una búsqueda técnica: "no podía escribir sobre mujeres, todas se parecían demasiado a mí", asegura, y que está tratando de ir hacia otros lugares.

Ahora, por ejemplo, está "muy enredada" en una novela muy larga que combina lo sobrenatural al punto de la magia negra con el realismo y con Argentina, ese escenario que en su prosa es un personaje más. "Quiero que sea una novela de terror", admite, "pero se está volviendo ese terror extraño que yo hago, no tan tenso".

—En momentos donde el mundo vive tanto horror todo el tiempo, ¿por qué se empatiza tanto con tu escritura?

—Porque la gente está desconectada de la realidad y las noticias te desensibilizan; es un bombardeo de cosas con el que no podés empatizar. También sería totalmente enfermo empatizar todo el tiempo; pero la ficción da ese espacio de saber que eso no es real, no te amedrenta; permite esa especie de alivio y al mismo tiempo te da la posibilidad de pensar.

—Como lectora, ¿cómo te vinculás a Éste es el mar?

—Nunca termino de estar totalmente conforme porque creo que no es posible eso, pero me gusta y en este libro en particular, aunque parece muy lejano porque es muy fantástico, es muy personal al mismo tiempo. Son obsesiones muy mías, cosas que me interesan mucho, y releerlo es extraño porque me da más pudor este libro, es más revelador de las cosas que me interesan.

Éste es el mar

De: Mariana Enríquez. Editorial: Random House. Páginas: 125.


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