Revista Pijao
Lo que cuentan 20 escritoras africanas
Lo que cuentan 20 escritoras africanas

Por Sofía Fernández Quincoces

Especial para el País (ES)

Todo libro suele tener, al menos, dos historias dentro. Una, la que se encuentra escrita entre sus tapas y la otra, la transcurrida hasta que la obra ve la luz. Ellas [también] cuentan puede presumir de contener 20 voces; cada una de ellas, con un relato diferente. Y otra que nos habla de la pasión, la sensibilidad y el trabajo necesario, tantas veces desconocido, para que esta antología, segundo número de la recién estrenada colección de Casa África y Baile del Sol, se publique y nosotros tengamos ocasión de leerla.

Ese momento, en el que se originó el movimiento suficiente para comenzar a andar, la sitúa en 2012. Federico Vivanco, editor y traductor de la antología, trabajaba en la Oficina de Asilados y Refugiados de Madrid, como traductor e intérprete de las entrevistas que se realizaban a aquellos que interponían una petición de asilo o refugio. “Sus historias ya todos las conocemos”, explica, “pero aún son más terribles cuando te las cuentan de primera mano. La realidad superaba la ficción y me pregunté, al escucharles y observar su destreza al narrarlas, cómo sería su literatura”. Pero, de entre todas aquellas voces silenciadas, apartadas o negadas, le impresionaron de manera definitiva las voces ocultas: las femeninas. Así fue cómo surgió en él la idea de recopilar un puñado de relatos de mujeres escritoras africanas.

Aún queda por hacer

No hace mucho en este blog nos quejábamos del escaso espacio y visibilidad que tienen las escritoras africanas, en general, entre nosotros. Aquello no fue un mero lamento, al contrario, se trataba de una queja fundamentada. Ángeles Jurado (autora en este blog) que participa con Casa África en un proyecto de ACNUR Euskadi para dar visibilidad a estas escritoras, nos da una medida de lo que estamos hablando. A partir de los datos extraídos de la tesis doctoral de Blanca Román Aguilar, la periodista enumera: “Según esta fuente y tomando como referencia los años 1990 a 2015, la media de obras escritas por mujeres de origen subsahariano que han conseguido ser traducidas y publicadas en España al año es de tres. Pero es importante indicar que ha habido periodos de tiempo en los que no ha visto la luz ninguna novela o recopilatorio de cuentos y relatos o ensayos, y que en el año 2011, por ejemplo, se aglutina el 10,8% del total de las obras traducidas y publicadas de estas autoras en nuestro país”.

Sorprende, no obstante, el vibrante comienzo editorial de este año, en el que los nombres de mujeres han tomado el protagonismo.

Nubes de lluvia (Bessie Head, Palabrero Press)

Canción dulce (Leila Slimani, Cabaret Voltaire)

El libro de Memory (Petina Gappha, Harper Collins)

Volver a casa (Yaa Gyasi, Salamandra)

Como el viento intocable (antología poética de mujeres, Baphala)

El papel de la mujer santotomense en la lucha por la liberación y la igualdad (Lurdes María Viegas Pires Dos Santos, Los libros de la Catarata)

Los cuentos del erizo y otros cuentos de las mujeres del Sáhara (Libros de las Malas Compañías).

Junto a las obras anteriores, las palabras de Chimamanda Ngozi Adichie en Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo (Literatura Random House) en el que escribe: “Por supuesto que estoy enfadada. Estoy enfadada con el racismo. Estoy enfadada con el sexismo. Pero últimamente me he dado cuenta de que me enfada más el sexismo que el racismo”.

A pesar de esta esperanzadora tendencia no podemos olvidar la bruma en la que se tienen que mover las voces femeninas. Ahora que otra nueva antología se une a las anteriores, basta recordar las palabras de su editor Federico Vivanco, poniendo en contexto la literatura africana con nombre de mujer: “De las 270 obras publicadas por Heinemman, en la reputada colección African Writers Series, entre 1962 y 1985, tan solo 14 pertenecen al género femenino”.

Esa invisibilidad, sin duda, empujó a Vivanco a buscar y localizar autoras durante tres largos años, a entablar centenares de conversaciones, a intercambiar infinitos

Tres años de trabajo

Esa invisibilidad, sin duda, empujó a Vivanco a buscar y localizar autoras durante tres largos años, a entablar centenares de conversaciones, a intercambiar infinitos correos electrónicos (confiesa que con alguna de ellas ha conseguido crear un vínculo de amistad). A intentar hacer realidad aquel sueño: presentarle a un público ajeno a las letras africanas una antología que reuniese a 20 escritoras de 11 países africanos de habla inglesa. “Es difícil definir los sentimientos ante este proyecto. Durante este proceso hubo momentos de felicidad, cuando una autora consagrada me confirmaba su participación en la antología. De éxtasis, cuando logré dar, después de un año y medio de búsqueda, con un familiar de la escritora sierraleonesa Gladys May Casely-Hayford que había fallecido hacía casi 70 años. De tristeza, cuando después de un año de gestiones fallece Grace Ogot, la primera escritora keniata. De frustración, al darme cuenta de que los tiempos de publicación resultan más largos de lo que yo esperaba y de encontrarme con algunas piedras por el camino". En pocas palabras: fueron "tres años de espera, búsqueda, traducción, ilusión, pero con la seguridad de que iba a llegar este día”, comenta.

¿Anécdotas ocurridas en esos momentos de búsqueda, de ilusiones y de frustraciones?, le preguntamos.  Vivanco no duda al narrar un acontecimiento que él atribuye al destino. “Comenzada la labor de traducir, me encontré con una de las poesías de Gladys May Casely-Hayford que había sido escrita en inglés y en krio (lengua criolla de base léxica inglesa de Sierra Leona). No conseguía que nadie me ayudara con la traducción del krio al castellano o, al menos, al inglés. Estuve meses buscando un traductor para estos versos y, sin saber ya qué hacer, me vino a la mente el nombre de Chema Caballero (autor también en este blog) quien había vivido 20 años en Sierra Leona y habla el krio como si hubiera nacido allí. No lo conocía en persona, sino por su libro —Los hombres leopardo se están extinguiendo—, y por sus artículos en prensa y blogs y me daba muchísimo reparo pedirle ayuda con la traducción del poema. Después de meses, me di unos días más de tiempo para conseguir a alguien o descartar el poema. Esa misma semana me encontré por casualidad en el metro de Madrid a Chema Caballero. Tras presentarme, le hablé sobre mi proyecto y los versos en krio. En menos de 48 horas tenía un correo de él con la traducción de esos versos”.

Escapando de las etiquetas

El mismo Vivanco, que huye a toda costa de estereotipos y clichés, es consciente de lo reduccionista que es considerar a la antología un reflejo del rico y diverso tapiz de las letras que en/desde el continente se han ido generando a lo largo de los años, ya que para comenzar tan solo aparecen escritoras de expresión inglesa. En este sentido, esta obra completa otra excelente colección de cuentos, una antología de la incombustible Inmaculada Díaz Narbona. Su título: Las africanas cuentan (Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2013), que nos adentra en otro de estos mundos, el de expresión francesa, con nueve relatos. Entre ellos, El camino de la salvación de Aminata Maïga Ka que la editorial 2709books rescató para la lectura en formato electrónico.

Ellas [también] cuentan está divida en tres partes: una dedicada a narrativa, otra a poesía y una tercera parte a ensayo. Junto a los nombres más conocidos de Minna Salami, Lola Shoneyin o Zoe Wicob o Beatrice Lawkana, cuyo relato El Señor de la casa se puede leer en la antología Los deseos afines. Narraciones africanas contra la homofobia, de la editorial Dos bigotes, nos encontramos con un puñado de escritoras de las que apenas tenemos referencia. Ante esto la pregunta parece obligada: ¿por qué estos nombres y no otros?. “Cuando empecé a documentarme, sentí la necesidad de abarcar tres generaciones de escritoras”, explica Vivanco.

El autor considera que además de ofrecerle al lector un primer contacto con las letras africanas, puede encontrar distintas temáticas como la discriminación, la violencia de género, el desgarro del exilio, la diáspora, las migraciones internas y el regreso a casa o de aquellos que se quedan para ver a otros partir, la maternidad, el matrimonio y la mujer africana, la posguerra y sus desplazados, las tradiciones y la identidad, la afrofobia... "Un amplio espectro de perspectivas sobre diversas materias que desmitifican algunas ideas generalizadas y preconcebidas que tenemos en Occidente sobre el continente africano y por tanto sobre su literatura”, añade.

Vivanco sonríe satisfecho al contemplar, por fin, el libro terminado. Acaricia la portada y destaca lo que él mismo ha escrito en el prólogo: “El fin es dar voz a aquellas mujeres que han sido relegadas por un sistema patriarcal, machista, comercial o editorial, y otorgarles su verdadero lugar”. Esta obra lo intenta a través de 20 voces que nos invitan a abrir otras tantas puertas. Una nueva oportunidad para tratar de escuchar y aprender.


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