Revista Pijao
Ese esplendor de la carne
Ese esplendor de la carne

Por Alberto Medina López

El Espectador

La protagonista se llama Soledad. Es una historiadora del arte que acaba de cumplir sesenta años con una tribulación en el alma. Su amante la ha dejado por irse detrás de su esposa embarazada. El corazón clama venganza a cualquier precio.

Contrata a un gigoló por internet para que la acompañe a la ópera donde estará el traidor y de esa manera provocarle celos. Cuando se prepara para la cita con el desconocido, llamado Adam, de 32 años, siente el peso de los años.

“El foco del vestidor se prendió sobre ella y todas su carnes, antes aceptablemente tersas con la iluminación indirecta, parecieron desplomarse de repente como sometidas a una fuerza de gravedad 3G, mostrando ondas, hoyos, arrugas, desfallecimientos musculares”.

Por un episodio de violencia callejera termina llevándolo a su casa y pagándole por el servicio completo. “Probó la lengua y la saliva de Adam y sintió vértigo”. Está decidida a no verlo más pero lo busca y empieza a conocer su historia de pobreza y abandono.

La relación transcurre paralelamente con una exposición sobre escritores malditos que Soledad prepara. A su historia, suma de placer y daño, le salpica anécdotas de artistas y escritores que matan, mueren, se mutilan o se esclavizan por amor, en fin, seres como ella que buscan amor para escapar de la soledad.

Con el tiempo descubre que Adam ama a una mujer joven y, aunque inicialmente quiere hacerle daño, termina apoyándolos. Sabe entonces que es la protagonista de un amor sin esperanza, pero no se resigna a morir.

Siente que lo único que le sirve para olvidarse de la muerte es el amor. “El amor carnal, la fiebre de la piel, esa naturaleza animal que nos salvaba de ser sólo humanos. Y el amor espiritual, todo ese cariño que ella tenía para dar, un lago de luz en las entrañas que ella sentía que aún no había podido entregar a nadie”.

En esa constante renovación de la vida, Soledad no deja de hacer ejercicio para sentirse viva, para enfrentar el paso abrumador de las horas. Cruza unas palabras con un hombre de cincuenta años, en el “esplendor de la carne”, lo mira y siente que algo la sacude por dentro. “Era el obcecado empuje de la vida, la loca y patética esperanza levantando de nuevo la cabeza”. La carne es una novela en la que la vida lucha contra la muerte y para lograrlo se afianza al amor.

Espero con esta breve mirada a su magnífica novela no haber violado la petición que hace Rosa Montero a sus lectores cuando ruega que no revelen el pasado acosador de Soledad.


Más notas de Reseñas