Por zendalibros.com
VI UN ÁRBOL
Vi un árbol más grande que todos los demás
y repleto de piñas inalcanzables;
vi una iglesia grande y con las puertas abiertas
de la que todos salían fuertes y pálidos
y listos para morir;
vi a una mujer que sonriente y maquillada
jugaba su suerte a los dados
y vi que perdía.
En torno a aquello se dibujaba un círculo
que nadie traspasa.
EL DÍA REFRESCA
I
El día refresca hacia el atardecer…
Bebe el calor de mi mano,
mi mano tiene la misma sangre que la primavera.
Toma mi mano, mi pálido brazo,
toma el deseo de mis hombros menudos…
Sería asombroso sentir,
una sola noche, una noche como ésta,
el peso de tu cabeza contra mi pecho.
II
Lanzaste la rosa roja de tu amor
a mi pálido vientre —
y entre mis manos ardientes estrecho
la rosa roja de tu amor que pronto se marchita…
Oh, soberano de ojos gélidos,
tomo la corona que me alcanzas,
que me dobla la cabeza hacia el corazón…
III
Hoy vi a mi señor por vez primera,
temblorosa lo reconocí al instante.
Ya siento su pesada mano en mi delicado brazo…
¿Dónde está mi sonora risa de soltera,
mi libertad de mujer con la cabeza bien alta?
Ya siento cómo agarra con firmeza mi cuerpo estremecido,
ya oigo el estruendo de la realidad
contra mis frágiles frágiles sueños.
IV
Buscabas una flor
y encontraste un fruto.
Buscabas una fuente
y encontraste un mar.
Buscabas una mujer
y encontraste un alma —
estás decepcionado.
LA VIEJA CASA
Así ve una mirada nueva los viejos tiempos
como extraños sin corazón…
Ansío mis viejas tumbas lejanas,
mi triste grandeza llora lágrimas amargas
que nadie ve.
Sobrevivo en la dulzura de los viejos tiempos
entre extraños que levantan ciudades nuevas
en colinas azules que se alzan hasta el borde del cielo,
hablo en voz baja con los árboles cautivos
y a veces los consuelo.
Qué despacio desgasta el tiempo la esencia de las cosas,
y qué callados pisan los firmes talones del destino.
¡He de esperar a la muerte apacible
que traerá libertad a mi alma!
NOCTURNO
Claro de luna, brillo de plata,
oleaje azul de la noche,
olas refulgentes, incontables
una detrás de otra.
Las sombras caen sobre el camino,
en la playa lloran en voz baja los juncos
y gigantes negros custodian su plata.
Silencio profundo en mitad del verano,
duerme y sueña, —
la luna resbala sobre el mar
blanca y tierna.
UN DESEO
De todo nuestro mundo bañado de sol
no deseo más que un banco de jardín
con un gato tomando el sol…
Ahí estaría sentada
con una carta sobre el pecho,
una única carta breve.
Así es mi sueño…
DÍAS DE OTOÑO
Los días de otoño se dibujan transparentes
sobre el manto dorado del bosque…
Los días de otoño sonríen al mundo entero.
Qué agradable conciliar el sueño sin deseo,
saciado de flores y fatigado de verdor,
y que en el cabecero luzca una guirnalda de vid roja…
El día de otoño carece ya de anhelo,
sus dedos son de un frío implacable,
y en sus sueños se ve por todas partes
cómo caen copos blancos incesantes…
TÚ, QUE JAMÁS HAS SALIDO DE TU JARDÍN
Tú, que jamás has salido de tu jardín,
¿alguna vez te has quedado anhelante ante la verja
mirando cómo por senderos soñadores
la tarde se desteñía azulada?
¿No era el sabor incipiente de lágrimas contenidas
el que te abrasaba la lengua como si fuera fuego,
cuando por caminos que jamás habías andado
se ponía un sol rojo como la sangre?
YO
Soy forastera en esta tierra que yace
bajo las profundidades del mar apremiante,
el sol se asoma con rayos rizados
y el aire flota entre mis manos.
Me dijeron que nací en cautividad —
que ninguna cara aquí me sería conocida.
¿Soy una piedra que lanzaron hasta el fondo?
¿Soy un fruto demasiado pesado para su rama?
Merodeo a los pies del árbol murmurante,
¿cómo he de trepar por su tronco escurridizo?
En la cima donde tambaleando las copas se unen
quisiera sentarme y otear el humo
que expulsan las chimeneas de mi tierra…
UNA FRANJA DE MAR
Es en una franja de mar
reluciente y gris
al borde del cielo,
cuya pared azul oscuro
parece tierra,
donde mi anhelo reposa
antes de volar a casa.
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Autor: Edith Södergran. Título: Encontraste un alma. Editorial: Nórdica. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro