Revista Pijao
El eterno femenino del hombre no disponible
El eterno femenino del hombre no disponible

Por Patricia Suárez

Especial para Revista Ñ

Una vida más verdadera es la nueva novela de Inés Garland y a pesar de su cortedad no quedan dudas de que es una novela y no un cuento largo: todo el universo de la protagonista queda expuesto y hasta la vida imaginaria de ese hombre que se le escurre en todo momento.

Al decir de la bióloga Helen Fisher, la gran pasión amorosa nace casi exclusivamente de una dificultad: por una razón u otra, el amado no está disponible. Por ejemplo, puede que el otro viva a distancia, tenga una edad inconveniente, pertenezca a una religión o etnia prohibida o bien esté casado.

Casi todas las grandes historias de amor que existen se engloban en alguno de estos impedimentos, y el adulterio es el tema principal de la novelística occidental, al menos hasta que el divorcio fue una generalidad en la mayoría de las naciones.

En la novela de Garland, el amado cumple al pie de la letra la partitura que ya vimos cumplirse en novelas francesas (coincidentemente, también nouvelles, como si la historia con un hombre casado, de hecho, no mereciera muchas palabras) como La pasión de Annie Ernaux. Inés Garland, traductora de Sharon Olds y Lydia Davis, al igual que ellas disecciona a sus personajes al nivel de los sentimientos.

El lector sabe que el mundo sentimental es un mundo de espejismo, no obstante, Garland los plantea como el motor de sus personajes. Después de todo, es una decisión casi naturalista: la vida real, por errados que sean los sentimientos, suelen ser el motor de las personas en numerosas ocasiones. Así funcionan en sus libros de cuentos Una reina perfecta y La arquitectura del océano.

Aquí, el personaje masculino hereda al de la novela anterior de la autora: El rey de los centauros, que quizá fuera más prepotente y autoritario que P. y hablan de una afectividad femenina donde el otro es puesto en el trono que pertenecía antes al padre y desde allí sólo puede provocar decepción e imposibles.

Se trata de mujeres que, para parafrasear un verso de Juana Bignozzi, han sido educadas en el vicio de los hombres: no se soporta la pérdida de uno solo de ellos, no importa el vínculo que los unía. P., el protagonista de esta historia, permanece siempre en las sombras.

La verdad de quién es P. está velada porque la amante no tiene acceso a su “otra vida”: las cosas que él hace con su esposa, con sus hijos, las vacaciones de ellos, etc. La “otra vida” es mil veces imaginada por la amante y así nace la ficción sobre P. y algo que determinará el fin de la relación: la certeza de la ficción y el deseo de una vida más verdadera.

A pesar de que el guión del amantazgo se cumple a la perfección –el lector ya sabe qué irá a leer– resulta un relato hipnótico; de la misma manera que resultan hipnóticas las mil lecturas que puedan hacerse de Caperucita Roja: allí hay un peligro que encubre una verdad poderosa como una bomba de nitrógeno: uno nunca sabe del todo quién es uno; uno nunca sabe, en consecuencia, cómo reaccionará a los llamados más intensos de Eros y Tánatos.

La novela subraya la falacia de la fórmula que uno utiliza para juzgar a los demás: “Yo en tu lugar…”. Nadie sabe qué haría cuando a sus puertas toque la pasión.

Una vida más verdadera, Inés Garland. Alfaguara, 112 págs.


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