Por Antonio Ortega
El País (Es)
John Berger precisó que la casa era el centro del mundo, no en sentido geográfico, sino en el ontológico: “La idea del absoluto / es todas las ideas”. Que el hogar era ese lugar desde el cual se podía fundar el mundo y que estaba en el corazón de lo real, allí donde se vuelve a estar en el punto de partida, de regreso de todos los viajes, pues “aquello que nos retiene es el lugar”.
Justo ahí se sitúa César Antonio Molina (A Coruña, 1952), en esa vuelta a casa que es Calmas de enero, una lúcida reflexión sobre el valor de la totalidad de una existencia, una derridiana “circunfesión”, un inventario de vida, un diario, un “viaje epicúreo hacia atrás en el tiempo” que también hace recuento de las “añagazas”, “desengaños” y trampas de la vida, de su dolor y su recuerdo, pues “la poesía cura las heridas que la razón provoca”.
Este verdadero y aquilatado libro, que se sitúa “entre la creación del mundo y su fin”, en “el tiempo que resta” y queda, hace que el poema sea el corazón del mundo: “Aquello de lo que no he escrito no lo he visto”.
Esa arqueología que da sentido a la obra singular de Molina es aquí personal y última, abierta al espíritu del ser, viene del pasado para ir al presente. El poeta como “un arqueólogo / que indaga en las ruinas de una civilización futura”. El trayecto y el viaje mismo son las raíces de una escritura donde se integran “observador y observado, comprador y mercancía, actor y espectador”, un discurso que es también una travesía interior que busca la unidad de lo inalcanzable, la “materia de lo que, sea eterno o no, cuando menos desea serlo”. Poemas que “discurren” como estancias yuxtapuestas pobladas de referencias, lugares, paisajes y gentes en un retablo secuenciado, en un mosaico memorable, en una seductora red de asociaciones y espacios depositados en ese “tiempo humano” que la memoria invoca: “El instante es lo único”. El espíritu de una verdad que nace del amor inagotable, pues “ahí está la pasión, / en el lugar del secreto”. En el alma de lo que queda.
Calmas de enero. César Antonio Molina. Tusquets, 2017. 166 páginas.