Revista Pijao
Carlos Arámbulo: 'La maldad me llama la atención'
Carlos Arámbulo: 'La maldad me llama la atención'

Por Juan Carlos Fangacio   Foto Rolly Reyna

El Comercio (Pe)

D’Ancourt se llama el enigmático y desaparecido poeta limeño al cual se le sigue la pista en esta novela, la primera del escritor Carlos Arámbulo. Una historia metaliteraria y perturbadora que destaca por su estilo y su amplitud de géneros. Antes de su presentación de hoy, conversamos con el autor.

El poema que deja el personaje de D’Ancourt es el mismo de tu primer libro, el poemario “Acto primero”. ¿Cómo es eso?

Ese fue un poema que escribí prácticamente de un tirón. Fue como una erupción, en una época en que yo hacía terapia psicoanalítica. Lo escribí en 1993 sin la idea de publicarlo, pero Rodolfo Hinostroza, que era muy amigo mío, me animó a hacerlo. Y aunque nunca pensé en dedicarme a la poesía, sí soy un lector voraz de poesía. Porque me sirve como materia, alimenta mi prosa, ayuda a que mi lenguaje siempre sea muy rítmico.

¿D’Ancourt se inspira en algún personaje real? ¿O es pura ficción?

Tiene muchos componentes ficcionales y reales. Lo armo como un Frankenstein. Indudablemente tiene algo de mí, pero sobre todo de otras personas: algunos amigos de mis épocas en San Marcos o la Católica, por ejemplo.

Vuelvo al tema de tu preocupación por la escritura poética: ¿cuánto cuidado hay que tener de que el estilo no se coma a la historia?

Lo que yo hago es dejarme ganar por el texto, nunca lo controlo. Si quiero escribir algo que el lector disfrute, debo disfrutarlo yo desde el inicio. Y con esta novela creo que por fin logré un balance entre contar una historia, que tenga un lenguaje fácil de seguir y que además tenga ritmo.

Pero es un libro que sí requiere una lectura atenta...

Sí y no. Es un libro que tiene varios niveles de lectura. Si lo lees simplemente de corrido, sin que te importe armar una estructura, te vas a divertir. Porque tiene bastante humor e incluso a ratos te va a emocionar. Lo que yo quería hacer era una novela que pudiera ser leída por todo tipo de lector. Entonces te diría que en un primer nivel de lectura es disfrutable, pero también puede ir más allá y atrapar al lector exigente. Esa fue la mayor chamba. Por eso comienza con la indagación en torno a un manuscrito, con un tono muy enciclopédico y pomposo, pero de pronto se transforma en una intriga policial, una película de suspenso, un ‘thriller’ y una historia de amor. Y el objetivo de fondo era contar una historia que conmueva.

¿Y cuán diferente es de tu anterior libro, que es un conjunto de cuentos, “Un lugar como este”?

Yo actualmente tengo hasta tres libros inéditos listos, y todos son distintos. Ninguno le debe nada a los otros. En uno de ellos, por ejemplo, el lenguaje es muy uniforme, mientras el otro es un conjunto de cuentos en el que cada relato tiene una técnica distinta. A pesar de eso, entre todos hay un continuum, como personajes que aparecen en dos libros diferentes. Y en casi todos vuelco un poco de mí mismo, como si me estuviera escribiendo. Se puede decir que hago de la literatura mi vida, y de mi vida, literatura. A veces creo que me estoy volviendo medio loco [risas].

Y otros temas recurrentes en tu obra son la crueldad y la perversión.

La maldad es lo que me llama la atención. Y me llama la atención porque no la entiendo, no la puedo comprender, siempre me pregunto de dónde sale. Eso a pesar de que mi familia ha sido un entorno dorado, de gente adorable. Pero precisamente por eso, quizá, es que no la entiendo y me causa extrañeza. Y escribo sobre la maldad para que la gente comparta esa extrañeza.


Más notas de Reseñas