Revista Pijao
“Sin historia no hay vida” : Eduardo Santa
“Sin historia no hay vida” : Eduardo Santa

Nació en el Líbano (Tolima, Colombia) hace noventa años, cuando su tierra natal era un centro de producción cafetera. Abogado de la Universidad Nacional de Colombia, en donde fue líder estudiantil. En Estados Unidos continuó su formación de posgrado en ciencias políticas en la Universidad George Washington en Washington, y en Técnicas de Investigación en la Universidad de Columbia en Nueva York.

El Profesor Emérito y Maestro Universitario de la Universidad Nacional de Colombia -Eduardo Santa Loboguerrero- se ha destacado no sólo por su vida académica, sino también por su aporte y liderazgo directivo en otras instituciones como Colciencias, la Universidad Central, la Universidad Jorge Tadeo Lozano y del gobierno nacional.

Es pionero de la historia local libanense y regional antioqueña colombiana, pero también un destacado escritor nacional. No por otra razón es miembro de número de distintas academias de historia y literatura en Colombia, México y Estados Unidos; además de recibir varias distinciones en el campo de la literatura. Su basta obra comienza en 1951, cuando su tierra natal era epicentro de la violencia bipartidista, entonces publicó relatos, novelas y poemas en los que se destaca La provincia perdida (1951) y Sin tierra para morir (1954). Como historiador, es una lectura obligada para sus coterráneos e historiadores locales y regionales, su texto Arrieros y fundadores (1961), Rafael Uribe UribeBiografía (1962); y La colonización antioqueña, una empresa de caminos (1993), entre sus más de treinta obras de orden literario, histórico y humanístico.

En su entender Maestro,

 

Qué lo insipiró a historiar su terruño natal?

Desde niño tuve una innata inclinación a hablar con los personajes de mi pueblo, viejos generales, filósofos y habitantes de alguna representatividad; interés que se mantuvo a lo largo de mi vida y que se fue acumulando en un reservorio de tradición oral tal que posteriormente en mi edad adulta se convirtió en libros.

 

¿Cuál fue su experiencia al escribir 'Arrieros y fundadores' en 1961?

Este libro en su momento, como también posteriormente, tuvo gran acogida entre los habitantes de mi pueblo. Todos lo querían adquirir, se vendió en su totalidad la primera edición; descendientes de las familias que figuraban allí lo guardaron como tesoro y la acogida para mi fue del todo estimulante para seguir en mi trabajo de escritor.

 

¿Qué recomendación puede ofrecerle a un jóven historiador en formación?

Pasión por el trabajo, mucha disciplina y un interés sostenido por los aconteceres históricos que no son otra cosa que la misma raíz del existir. La historia es la columna vertebral del conocimiento, la organizadora del acontecer y la que finalmente da sentido al conjunto de todas las ciencia. Sin historia no hay vida.

¿Ud., también se ha perfilado como escritor, cual considera su mejor obra y porqué?

Es difícil para un escritor contestar su pregunta. Uno se enamora de la obra que está escribiendo y eso es justamente lo que da sentido al quehacer de escritor. Cada libro tiene su historia y cada uno ha sido concebido en una etapa vital con sus propias características, ilusiones y sueños. A mi edad, tal vez diría que mi primer libro “La provincia perdida” es tal vez mi mejor obra, porque allí está el germen de mi transcurrir como hombre de letras a lo largo de mis 70 años y más en el oficio. Es un libro que fluyó ágil y transparentemente y al que he sido totalmente fiel.

¿Qué importancia y relación puede existir entre la historia y la literatura?

Es una relación fantástica cuando se cuenta con dotes para uno u otro escenario. Autores con dotes para la literatura dan a la historia visos atractivos que hacen de la lectura algo de impacto y agrado. La Historia contada como enumeración de datos o árido recuento de cifras y aconteceres podría volverse acartonada y carente de vida. El fuego literario brinda al relato histórico un ímpetu vital que hace de la historia realidad.

¿Qué significa historiar en el siglo XXI?

Significa vértigo de cambios frenéticos, concepción del tiempo en otras dimensiones, inclusión de la tecnología a gran escala y recuento de hechos a un ritmo singularmente efímero, volátil; multifacético. Demasiada información, demasiado acceso a hechos y por tanto una exigencia enorme para sintetizar, extraer, analizar y brindar visiones con sustento crítico.

 

Tomado de Historelo

Universidad Nacional de Colombia

Renzo Ramírez Bacca


Más notas de Entrevistas