La voz de Fredy Mercury de fondo, el tic tac del teclado, el movimiento del mouse, la pantalla plana del computador, fumar compulsivamente. Inhalar. Exhalar. Ese ritmo con que se abre la novela de Carlos Pardo Viña: Bohemian Rapsody anuncia el sentido del texto. Es un homenaje a la banda que en los 80s propuso el rock sinfónico al lado de Super Tramp y Pink Floyd. Música siempre en la memoria. En su escritura de ritmo rápido, casi no da tiempo a respirar, vértigo de un mundo acelerado que toma al ser y lo deja exhausto ante el exceso de información que no da tiempo a reflexionarlo. El uso de las redes sociales, la internet, han obligado a la comunicación virtual, al conocimiento virtual, que ahondan en la sensación de soledad. El encuentro epidérmico con el otro se ha vuelto esporádico. La abulia, los espacios cerrados son la característica actual de las ciudades. Es así como el autor elige un narrador que señala, que acusa e indaga desde el TÚ que parece externo pero es quien asume la autoridad también sobre el narrador omnisciente que va dando cuenta de las acciones del narrador en tercera persona que se presenta como periodista, que asume el rol de ser periodista, pero que se desdobla en otros yoes que es explicación de lo que ha caracterizado la modernidad. Un continúa búsqueda de afirmación del yo y el individuo que busca realizarse y trascenderse así mismo.
En Bohemian Rhapsody se percibe con fuerza el discurso del existencialismo latinoamericano que en cabeza de Ernesto Sábato indagó sobre el vacío del ser en sus novelas y sus libros de reflexión como Uno y el universo y con Juan Carlos Onetti y su memorable Bienvenido Bob y el doloroso ingreso al mundo de los adultos donde el autor nos presenta dos historias que se entrecruzan en un final unitario y que conocemos a través de un narrador que participa en el relato testimoniando la vida de Bob y la suya, con toda la posible subjetividad que esto implica. Al igual que Pardo Viña una de las características más destacadas de este cuento es su forma de ser narrado. La acción varía, inicia en el presente, se transporta inmediatamente al pasado y regresa nuevamente a la actualidad. De esta manera se logra el suspenso, la sensación de espera y la confrontación de un vacío que es el aquí y el ahora.
En esa atomización del yo, unas veces es el enamorado: Lo sacas a pasear, a veces, en las noches. Lo dejas pedir el mismo trago en el bar donde te saben cliente asiduo…; Te gusta ser muchos hombres pero quieres dejar de ser alguno de ellos. No quieres ser el que llora cuando ve un niño en la calle limpiando las farolas de los carros ni mucho menos el que pasa por el lado de los sin casa, de los desterrados sin ofrecerles una moneda, un café, un consuelo. Tú eres muchos hombres…; También te gusta ser el profesor… porque el sinsentido de la vida actual nos hace ser muchos yoes no gratificados.
En Bohemian Rhapsody se siente el vacío y el origen del vacío existencial. Gira en torno a la concepción del absurdo de la vida y de la importancia del sentido de la muerte en la vida de cada uno: “A veces cierras los ojos y te llenas de rabia, atrapado entre los escombros de tus propias miserias. Sientes el dolor por todo tu cuerpo pero no es el dolor el que te asusta: es la muerte.” Una frase de Albert Camus: “La vida no tiene sentido y no vale la pena vivirla” es una clara reflexión sobre la vida y su razón de ser.
Ejercer de periodista de judiciales es otro símbolo de lo angustioso de vivir del personaje. Enfrentarse por oficio a la muerte ajena ahonda las grietas personales y a Nicolás lo sumerge en más inquietudes y preguntas sobre lo a priori de la vida, como en el levantamiento del cadáver de un suicida que lo enfrenta con su pasado, con el primer muerto que vio cuando era niño. Son tantas las razones del vacío que se mencionan en la novela. También hay una crítica a este país que algunos señalan de inviable, sometido a gobiernos inequitativos, corrupción estatal, marginalizado, desplazamiento, y negación de vida digna. En la crítica social es cuando el existencialismo se vuelve humanismo.
Escrita como si fuera una crónica, tiene elementos del género negro al nombrar no solo la periferia humana sino la social de la que nadie se puede enajenar provocando apatía y apuntado a un desajuste de la personalidad que no haya sentido.
Somos los hombres huecos.
Somos los hombres rellenos.
Inclinados unos con otros.
La cabeza llena de paja.
El poema de Eliot lo busca en Google y le deja una clara desazón: Te sientes así. De nada sirvieron tantos libros, tantos artículos leídos. Al final, sigues siendo un hombre hueco, relleno de prejuicios, un hombre como cualquier otro, nada especial, uno más.
El último párrafo cierra la novela confirmando que es una novela existencialista, que narra el vacío del hombre actual y su relación con la muerte:
Te sientes agotado. No tienes frases célebres con qué terminar la noche. Nicolás sabe que ya no las tienes, que tú ya no estás, que no solo esta sino todas la conversaciones se acabaron, que tú eres una ausencia más para sumar a la lista, que tú no aguantaste la falta de palabras, que Queen no volverá a inundar el apartamento con su Rapsodia Bohemia, que tú eres un fantasma y que finalmente tú, como Nicolás, como Neruda, nunca recordarán haber muerto.”
Con resonancias de Truman Capote y Charles Bukosky, es una estupenda ópera prima que demuestra destreza narrativa, madurez en el oficio.