Por Benhur Sánchez Suárez
“Los poemas de Fermín Fernández Belloso […] además de constituir una suma de versos en los que cada uno de ellos forma un ente conceptual poético que convierte un solo verso en un poema completo, contienen el cero absoluto de la absoluta soledad del ser humano”, nos dice la escritora y crítica española Socorro Mármol Bris en el prólogo al libro “Días de silencio”, de Fermín Fernández Belloso (Alcázar de San Juan, España, 1978) libro recientemente publicado en Colombia bajo el sello de Pijao Editores.
Pues bien, está dicho ya, pero lo reitero: la soledad es la consecuencia de una vida vivida con todo y sus circunstancias, con todo y su tiempo, con todo y su amor y su sacrificio y su esperanza. Hablo del personaje invisible que nos expresa esas circunstancias, ese tiempo, ese amor y esa esperanza.
El poeta encarna la voz de alguien que puede ser nosotros. Aceptamos, entonces, navegar por la soledad del ser humano, tan nuestra, tan de todos.
104 poemas reunidos en un libro suman muchos sentimientos para el lector, como la melancolía de lo que fue, la ansiedad por la verdad, la nostalgia de lo recorrido, el peso de la ausencia, o la esperanza de la reconstrucción, bien de las imágenes o bien de los actos que unos con otros son la vida.
VII
Ya no encuentro las huellas
de aquellos almacenes,
de la almazara.
Ni el trazo del camino redivivo
que llega hasta el abeto
Tan solo sequedad,
la sombra incardinada de la tarde
en el roto sonido de las hojas
que fruncen su amarillo sobre el suelo.
Y más adelante:
XCI
Ya no cantan los gallos
en este despertar.
Casi un susurro
ya me revela
que todo pertenece
a un tiempo que no existe.
Y está la esperanza:
XC
Cuando todo es recuerdo
este intenso dolor de madrugada
se mantiene más firme.
Pronto vendrán las luces
para ahuyentar el miedo.
Los tres poemas iniciales del libro son la premisa del poemario cuya secuencia va del I al CI. En la casa, el primero, nos dice
Habito en una casa
que ya no tiene forma.
Un pueblo sin vecinos
y el campo yermo.
En la noche, el segundo:
Y en el antiguo cauce del riachuelo
no existen renacuajos.
No se encuentra la vida.
Y En la soledad, el tercero,
Un amor calla mudo
el nombre que no suena.
Igual que un crisantemo.
Una luz que se apaga
en un altar hundido.”
Los invito a leer a Fermín Fernández Belloso, una experiencia que no van a olvidar.