El quinteto de la frágil memoria relee la urbanidad y ruralidad colombiana, cuenta sus paisajes desde su belleza natural y también desde los episodios donde el poder y la guerra bipartidista ha desatado los odios profundos desde la cuna. En las obras de Jorge Eliécer Pardo se puede apreciar una relectura que cuestiona, critica y le quita el velo a la memoria de Colombia. Es la historia contada a partir de seres anónimos, cotidianos y de humanas pasiones. En ella se crea lo que Fernando Aínsa llama una “relación intertemporal” porque reivindica “la memoria como hogar de la conciencia individual y colectiva y se crea el contexto objetivo donde se expresan modos de pensar, representaciones del mundo, creencias e ideologías". La memoria y el papel de la literatura como un acto de devolver, detener, trasgredir fragmentos que le pertenecen al pueblo. Estas obras se pueden llevar a espacios de clases con estudiantes de grado décimo, once o formación universitaria porque posibilitan un análisis multidisciplinario. En ellas, los jóvenes pueden establecer diálogos intertextuales con películas, otras obras colombianas contemporáneas; reconstruir el perfil psicológico de los personales y reconstruir la historia de Colombia.
En El pianista que llegó de Hamburgo se refleja el amor y la historia van de la mano, a Hendrik, el pianista, lo sigue la guerra, la soledad y el devenir de sus fantasmas. Más allá de la carga histórica, los personajes se caracterizan por sus marcadas pasiones y la condición humana que cruza los límites. En él reina un conflicto porque debe huir, la territorialidad y estabilidad están lejos de sus posibilidades. Luis Britto García dice: "Frente al escándalo del olvido, la escritura es la prótesis del recuerdo". El quinteto de frágil memoria no se puede pensar desde una novela, sino una sola obra que entreteje historia, amor, desamor. Esta creación literaria va tras las huellas que el tiempo, el silencio y el olvido borran en nuestra Colombia: el conflicto armado, la toma del Palacio de justicia, el bogotazo, el surgimiento de grupos armados revolucionarios.
En Maritza la fugitiva, la historia no es un trasfondo, sino que los personajes son arrastrados por ella, son consumidos en espiral. El amor, la sexualidad, el cuestionamiento, los celos y el desdén permiten adentrarse en una mente compleja como la de Maritza y Federico. Maritza es inteligente, perspicaz y vive tras las sombras, él enloquece por poseerla. Bien lo expresa el autor Jorge Eliécer Pardo al señalar que en esta obra se representan “los rostros de las mujeres de la modernidad”. Además, Federico muestra una Colombia desencantada, marcada por las huellas del narcotráfico, las bombas y atentados que cobraron la vida de ciudadanos comunes, líderes o políticos que confrontaron a un gobierno que también estaba salpicado por corrupción.
Fernando Aínsa expresa que la literatura da voz a esa memoria fragmentada y deshilachada por el paso del tiempo o del silencio obligatorio, no obstante: “Son las experiencias, los recuerdos, incluso los acontecimientos traumáticos los que nutren una memoria que configura la historia personal, donde la representación del pasado individual y los recuerdos personales se idealizan a medida que van retrocediendo en el tiempo". Antes de entrar a las obras, sugiero que los estudiantes conozcan la historia a través de periódicos de la época, documentales y otros recursos multimedia para que, a la hora de enfrentarse a la lectura literaria, puedan leer detrás de las líneas. También es fundamental hablar con los padres o abuelos, esta forma de memoria viva posibilita una versión humana, creíble y testimonial.
En La última tarde del Caudillo, el sentir de la mujer se toma las páginas. Matilde es una mujer que ama su libertad y hace su revolución tardía en un contexto colombiano complejo porque el rol de la mujer es la sumisión, criar hijos y estar enajenada de temas como la sensualidad, el erotismo, la religión o la política. Sin embargo, ella y su hermana rompen los prototipos femeninos gracias a la crianza de un padre soltero. También relee las formas del amor y el deseo de una mujer, su sensibilidad y psiquis en medio de una Colombia que tiene como punto de partida el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán. La novela recorre los espacios de una Bogotá de las dos caras, una elitista y marginal antes del Bogotazo y otra que debe aprender a vivir entre escombros y cenizas. En clases se podría enseñar desde esa lectura de la historia a partir de la arquitectura de una ciudad y sobre el feminismo. Este último poco se abordan con los estudiantes y es de vital importancia, dado que se están brindando espacios para la diversidad, la tolerancia y el valor del otro. Los personajes son testigos directos de la historia y cada uno asume una perspectiva crítica frente a hechos históricos claves en Colombia. Ellos sienten el amor, pero están condenados a la soledad.
Es un buen ejercicio abordar este tipo de propuestas estéticas porque posibilita que los jóvenes a partir de historias de amor, abandono y deseo comprendan un pasado y presente desgarrador de nuestra geografía, se humanicen y fortalezcan el pensamiento crítico intertextual. Un estudiante que se enfrenta a este reto literario no es el mismo, puesto que comienza a construir una identidad a partir de una historia con su versión idílica y horrorosa.
Daniela Melo Morales
Especial Pijao Editores