Por Eugenia Mitchelstein y Pablo J. Boczkowski
Especial para Revista Anfibia
¿Cómo nos informamos sobre la actualidad? ¿Qué medios usamos con mayor frecuencia? ¿Cuánto confiamos en lo que nos dicen? ¿Qué rol juegan la edad, el género y el nivel socioeconómico en nuestras elecciones noticiosas? Para responder a estas y otras preguntas clave sobre el rol de las noticias en la vida cotidiana, en octubre de 2016 hicimos una encuesta a una muestra representativa de 700 personas en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. Descubrimos que a la hora de informarnos, para usar una metáfora tanguera, nos gusta más Piazzolla que Troilo. Armamos un repertorio de noticias fusión donde mezclamos lo viejo con lo nuevo del ecosistema de medios contemporáneo. Este cambio está impulsado primordialmente por los hábitos de las generaciones más jóvenes, mientras que la influencia del nivel socioeconómico y el género quedan en segundo plano.
Las noticias fusión son una amalgama del periodismo del siglo veinte y la comunicación digital del siglo veintiuno. Este proceso es más que la suma de las partes, es el surgimiento de nuevas formas de mirar que afectan lo viejo y lo nuevo. Vemos la televisión mientras posteamos en redes sociales. Esto moldea tanto la forma en que miramos como aquello que comentamos. En respuesta a estos hábitos del público, los programas de televisión adaptan su contenido para reflejar la comunicación en red. Mientras tanto, las grandes plataformas como Facebook le dan cada vez mayor relevancia al contenido audiovisual e incorporan algunas convenciones narrativas la televisión. De este proceso surge un género propio que presenta desafíos y oportunidades para el periodismo, la comunicación política y la sociedad en su conjunto.
Lo que sigue es una radiografía de un ecosistema de medios en transición.
Ganadores y perdedores en la competencia por las audiencias
Es casi universal la percepción de que se consumen noticias todos los días: el 97% de los encuestados dice hacerlo, sin diferencias significativas por estrato socioeconómico, edad o género. La cantidad de fuentes consultadas varía por nivel socioeconómico: en promedio, el sector de mayores ingresos accede a tres fuentes de información, comparado con menos de dos para los sectores más desfavorecidos económicamente.
En este panorama general, la televisión es el medio que las personas encuestadas mencionan con más frecuencia como puerta de acceso a las noticias (Gráfico 1). El 94% de los entrevistados dice usar la televisión como fuente de noticias. Hay una leve diferencia por grupo etario: aumenta del 90% entre los menores de treinta años al 98% para los mayores de sesenta.
El segundo lugar se reparte entre las redes sociales y la radio, pero varía de acuerdo con la edad de los encuestados. Mientras que para el grupo de menores de treinta las redes son la segunda fuente de información más usada (59%), esa proporción baja fuertemente (a 11%) para los mayores de sesenta. En cambio, la radio sigue el camino inverso: la escuchan el 64% de los mayores, pero solo 28% de los más jóvenes. Las variables de género y nivel socioeconómico también inciden, pero menos que la pertenencia a un grupo etario: las redes ocupan el segundo lugar para las mujeres (42%) y las clases altas (69%), mientras que la radio es favorecida por los hombres (58%) y las clases medias-bajas (55%).
La lectura de diarios y el acceso a los sitios de noticias quedan relegados al cuarto y quinto puesto, respectivamente. En ellos se evidencia cómo se combinan elementos de la fusión de noticias según la edad. Por un lado, mientras la mitad de los mayores de sesenta lee diarios, solo uno de cada veinte entra a sitios de noticias. Por el otro, entre los menores de treinta, dos de cada cinco mencionan sitios web como fuente de información, y menos de un cuarto lee diarios. Entre los medios digitales, las redes superan a los sitios web como lugar de acceso a la información de actualidad en todos los grupos etarios.
Hay muchas diferencias entre el integrante más nuevo del ecosistema de medios contemporáneo (las redes) y el segundo más viejo (la radio). Sin embargo, tanto la radio como las redes son espacios de distribución, no de producción de contenidos noticiosos. El principal aporte de ambos es el comentario, la opinión y la editorialización, y no tanto la generación de noticias. Hay cierto nivel de creación de contenido noticioso propio en la televisión, pero el diario en papel y su versión online son la fuente principal de producción de noticias. Sin embargo, nuestra investigación muestra que los periódicos y sus sitios están relegados en el tiempo y la importancia que les asigna el público en su consumo de fusión, en especial entre el público más joven, que es el que marca tendencia. Si los grandes ganadores en la atención de las audiencias son los medios basados en la distribución, ¿cuáles van a ser los incentivos para seguir produciendo noticias?
Recuerdos del futuro
La televisión está condenada por su propio éxito: no tiene margen de crecimiento ya que como fuente de información satura la esfera pública. Esto no significa que el formato audiovisual no vaya a expandirse: las redes sociales las usan cada vez más para transmitir tanto contenido en diferido, como eventos en vivo. En cambio, la radio, aunque tendría espacio para crecer, es cada vez menos elegida por los jóvenes. Es un medio que alcanzó su madurez: es probable que las recreaciones del formato de audio sucedan a través de los podcasts. El futuro de las noticias, entonces, parece estar en las redes.
Nuestros hábitos de consumo de noticias se fijan en la adolescencia y en los primeros años de la juventud. Por lo tanto, es probable que los jóvenes mantengan su apego a las redes conforme envejezcan. El factible abaratamiento de dispositivos y conexión inalámbrica podría aumentar la presencia de esta fuente de noticias en las capas más relegadas de la sociedad.
Dentro de cada medio hay jugadores dominantes. En el caso de los medios tradicionales, el 59% de los que usan el diario como fuente de noticias mencionan Clarín, y el 45% de los que se informan a través de la televisión señalan a Canal 13 o TN. En las redes, la dominación de Facebook para informarse sobre la actualidad es casi total: 95% de los encuestados que usan las redes sociales para adquirir noticias lo mencionan, comparado con 15% para Twitter y 12% para WhatsApp.
Investigaciones anteriores nos habían sugerido que las redes y la televisión eran la principal fuente de información de los jóvenes: la televisión muchas veces como ruido de fondo y las redes como presencia constante y ubicua. Esta encuesta indica que los jóvenes consumen en mayor medida noticias de manera incidental en las redes -principalmente Facebook- que yendo a buscar noticias deliberadamente en los sitios web. El 69% de los encuestados con acceso a redes sociales (y el 74% de los menores de treinta) concuerda con la frase “me encuentro con noticias online mientras navego por redes sociales”, mientras que el 21% de toda la muestra (y el 20% de los menores de treinta) se ve reflejado en la frase “visito sitios de internet para enterarme de las noticias online” (Gráfico 2). El acceso a noticias a través de las redes es un fenómeno global y en franco crecimiento. Por ejemplo, el Digital News Report de 2017 de la Universidad de Oxford, con información de 36 países, señala que es la principal fuente de acceso a información entre la gente de 18 a 24 años.
Me cree, no me cree
La mayoría de los encuestados considera que los medios tradicionales son más confiables que los nuevos (Gráfico 3). Seis de cada diez encuestados dicen que la televisión y la radio son algo o muy confiables, y un poco más de la mitad contesta lo mismo sobre los diarios. En el caso de los sitios de noticias y las redes sociales, alrededor de cuatro de cada diez los clasifica como confiables. Los menores de treinta son los que menos confían en los medios tradicionales, y los que más confían en redes y sitios. Es posible que la baja confiabilidad que le adjudican a las fuentes que ellos más consultan se traslade también a su percepción de la televisión, la radio y los diarios.
La credibilidad de los medios tradicionales no es baja, pero convive con la percepción de que la influencia externa sobre los mismos es alta: cuatro de cada diez encuestados no creen que los medios reporten las noticias de manera autónoma del poder político o económico (Gráfico 4). La percepción de falta de independencia aumenta con la edad, lo que podría sugerir que a mayor contacto con los medios por el paso del tiempo, mayor sensación de influencia externa.
Si las tendencias actuales se mantuvieran en el futuro, el mayor crecimiento en el consumo de noticias ocurriría a través de las redes, la cual es una opción de menor credibilidad para los encuestados. Si a esto le sumamos que la percepción de influencias externas posiblemente continuará aumentando a medida que las audiencias envejezcan, esto podría llevar a una espiral negativa que erosione a lo largo del tiempo la percepción de credibilidad y autonomía del ecosistema de medios en su conjunto. Los productores de noticias suman al desafío de captar la atención de los consumidores, la presión por obtener la confianza en su independencia de los intereses políticos y económicos en un contexto en el que las “noticias falsas” y “post-verdad” se están convirtiendo en parte del vocabulario cotidiano.
Las nuevas formas de contar
La fusión en el consumo de noticias ha promovido innovaciones en la creación y distribución de información de actualidad, las cuales están dando lugar al surgimiento de géneros periodísticos propios de una estética de fusión.
Los medios en Estados Unidos están tan pendientes de los actos oficiales del presidente Donald Trump como de sus tweets, los cuales muchas veces se refieren a la propia cobertura de los medios. Esto pareciera haber contribuido a la alteración de los criterios tradicionales de sobre qué constituye una noticia. Sin moverse de su club en Mar-a-Lago, Florida, Trump les fija la agenda a los programas de política de los domingos por la mañana, con una audiencia en Twitter posiblemente muy superior a la de esas transmisiones. Los medios tradicionales reportan minuciosamente sobre estos tweets, lo cual contribuye a darles peso noticioso. Esto a su vez genera mayor interés entre los usuarios de las redes y por ende contribuye a su viralización. En este circuito de retroalimentación, las redes ocupan cada vez un mayor rol protagónico en el cruce entre periodismo y política, mientras que los medios quedan más y más relegados a un papel de actor de reparto.
Los nuevos géneros de noticias fusión no solo afectan los temas duros. Los avisos fúnebres fueron durante mucho tiempo el mecanismo mediante el cual la prensa gráfica se establecía en el centro de los homenajes públicos post-mortem. En los últimos años, esos homenajes pasaron a tener más relieve en Twitter, lo cual ha terminado incidiendo en el género de la crónica necrológica. Esto se ve, por ejemplo, en notas sobre el fallecimiento de artistas como David Bowie o Gustavo Cerati. Más aún, el título “los famosos despiden a [personalidad] en Twitter” ha sido utilizado con tanta frecuencia que ha devenido en meme, acompañando frases como “los famosos despiden la meta inflacionaria del Banco Central en Twitter”, “los famosos despiden al kirchnerismo en las redes sociales” y “los famosos despiden a la pareja de Luli y Redrado en Twitter”.
El desafío que las redes les presentan a los medios también fue evidente en el casamiento de Lionel Messi, en el que los propios invitados, como el astro brasileño Neymar y Daniella Semaan, esposa del futbolista Cesc Fàbregas, subieron fotos a Instagram. Así, quebraron tanto el pedido de confidencialidad de los novios, como la exclusividad de los fotógrafos profesionales. Cuando los consumidores o los protagonistas son también productores de la información, es muy difícil levantar un muro informativo (como sí era posible en las salas de redacción tradicionales) para cuidar una foto o un dato exclusivo.
Si no puedes vencerlos, únete a ellos: los medios de noticias, claro, convirtieron esas imágenes de las redes en un insumo más de la cobertura del casamiento, un fenómeno que es cada vez más habitual. Cuando un grupo de terroristas asesinó a ocho personas e hirió a otras 48 en Londres el 3 de junio de pasado, las redes fueron el escenario de las primeras fotos, y las condolencias de famosos y el público en general. Los consumidores de noticias también fungen cada vez más como productores de información que inicialmente comparten en las redes.
El público toma la palabra
Uno de los desafíos fundamentales para las organizaciones de medios en la actualidad es cómo reorientar su estrategia digital para centrarla en las redes. Dentro de la lógica de las noticias fusión, los medios deberían considerar el uso de sus sitios como repositorio de historias y como fuente de derivación de tráfico hacia las redes, más que como destino primario—lo cual implicaría pasar a un segundo plano la estrategia de utilizar las redes como anzuelo para que los consumidores accedan a sus sitios. Esto afectaría desde las formas de comunicar y contar hasta la selección de temas, y desde la composición en la sala de redacción hasta la asignación de recursos dentro de las mismas.
El modelo de negocios de la mayoría de los medios durante el siglo veinte y los primeros años del siglo veintiuno se sostuvo en gran parte con la venta de la atención de las audiencias a los anunciantes. Los ingresos por venta de ejemplares en los diarios, por ejemplo, eran mucho menores que los ingresos por publicidad. Ahora el público no solo entrega gratuitamente a las redes sociales su tiempo a cambio de contenido noticioso, sino también el resultado de su trabajo de recolección de información, así como de redacción de textos y captura y edición de imágenes, audio y video. Esto es un cambio cultural clave para entender el contexto actual: la gente dona tanto su tiempo, durante el cual podría estar haciendo otras cosas, a los medios, como también sus contenidos a empresas de gran poderío económico.
¿Por qué millones de personas aceptan este intercambio que puede parecer desigual? Una posible respuesta es que la producción y distribución de textos, fotos, audio y video les genera un beneficio expresivo y afectivo que compensa la ausencia de retribución económica. No postean mensajes e imágenes para ser periodistas amateurs. Lo hacen para contar qué piensan y cómo se sienten, y conectarse con otros como resultado de compartir sus contenidos. No es una acción racional, es una acción expresiva y social.
La importancia de este aporte voluntario, constante y ubicuo en la vida cotidiana de millones de usuarios en tan poco tiempo sugiere que carecían de ese espacio en los medios tradicionales. Iniciativas como el periodismo público o las secciones de comentarios online chocaban, en la mayoría de los casos, contra la resistencia de los productores profesionales de noticias que protegían su monopolio de creación y distribución de información. Las noticias fusión les dan a los medios tradicionales una posibilidad de reinventarse y experimentar con diversas maneras de incorporar las voces del público, no como un anexo secundario, sino como un elemento central del periodismo.
Una mayor horizontalidad puede complicar los modos tradicionales de ejercer la profesión, pero también enriquecer el proceso para todos los involucrados. Y además plantea una respuesta posible a la pregunta sobre cómo financiar la producción de contenido noticioso: convenciendo a millones de personas a aportar contenido gratis y dándoles un lugar importante en el producto editorial. Siguiendo la lógica de las noticias fusión, esto debería ampliar la base de sustentación de los medios, lo cual debería traducirse en mayores ingresos publicitarios—así como se ve en las redes, las cuales se han transformado en grandes jugadoras en el mercado de anuncios digitales.
Más allá de estas y otras implicancias puntuales de las noticias fusión, nuestra investigación pone de relieve que estamos ante la presencia de un ecosistema de medios en transición, en la que la edad explica las tendencias con más fuerza que el nivel socioeconómico o el género. El paso del tiempo implica un cambio constante: esto nos permite tener la certeza de que lo que ha sido (el consumo de noticias deliberado, en medios especializados, en lugares y horarios relativamente estables y fijos) ya no volverá a ser. Como toda transición, esta certeza sobre el pasado convive con la incertidumbre sobre el futuro y la presencia de nuevas oportunidades. Lo que queda claro en el caso de las noticias fusión es que las decisiones sobre cómo aprovechar las oportunidades depende no solo de las organizaciones de medios y de tecnología, sino también del público en su conjunto. Y esto es una buena noticia.