Cuando sabemos que va a ser publicada una nueva novela del escritor cubano Leonardo Padura, sentimos pasos de animal grande. Hay que prestar atención a esos llamados pues, en el mar de las novedades, es fácil naufragar ante textos de poca calidad. Leer a un maestro de la literatura latinoamericana es un privilegio y, para mantener el ritual de la buena lectura, 'Como polvo en el viento' no decepciona.
Con pocos días en librerías, en medio de una pandemia mundial que no cede y hastiados de un encierro sin precedentes, ya podemos reconocer esta novela como el gran libro de la diáspora cubana... y no es para menos. EL TIEMPO compartió una charla virtual con el escritor habanero, junto con otros medios de Latinoamérica, para hablar sobre su nueva obra.
Era inevitable empezar conversando sobre el exilio, ese mal que creemos que solo sufren los países en dictaduras o los vecinos lejanos, y sobre la diáspora, tanto política como económica, que usualmente reconocemos en familiares o amigos que llevan años viviendo afuera.
Padura aborda el asunto sin titubear: “Ahora lo convierto en el tema central de una novela que tiene que ver con la experiencia de mi generación; lo que ocurre a partir de los años noventa, aunque la historia llega a una generación posterior. Es también dar un significado a lo que es el exilio, al desarraigo para cualquier persona en el mundo, y el sentido de la pertenencia y de la permanencia, porque hay personajes que se quedan en Cuba. He tratado de que las historias de estos personajes sean lo suficientemente fuertes para que expresen no solamente una situación que genere una lectura política, en un primer término, sino que sea un conflicto más humano, en fin... universal. Pienso que lo que he conseguido –y varios lectores, especialmente en Latinoamérica, me lo dicen– es que la novela los ha tocado”.
No es la primera vez que Padura habla sobre este tema que, por el contrario, ha estado presente en toda su literatura. Desde 'La novela de mi vida', en la que cuenta la historia del exiliado poeta cubano José María Heredia (1803-1839), ha puesto de relieve cómo se vive la nostalgia del país, que se refleja tanto en su vida como en su literatura. El asunto también aparece en varias de las novelas protagonizadas por el personaje Mario Conde, como es el caso de 'Herejes', referida a la diáspora judía, y es retomado en el guion para cine de 'Regreso a Ítaca', una película que se ha hecho entrañable.
Narración de recuerdos
'Como polvo en el viento' relata la historia de dos generaciones cubanas representadas en tres estoicas mujeres: Adela Fitzberg, una yuma (hija de cubanos nacidos en el exilio); su madre, Elisa, quien representa a los que se fueron, y Clara, miembro de esa tribu que resiste desde adentro.
Hermanadas en una vigorosa amistad y parte de un clan que sobrevive a pesar de la distancia y la separación, Padura refiere así el ejercicio de creación de estos personajes: “Entrar en el alma de una mujer es un desafío. Uno definitivamente no conoce a las mujeres; son personajes muy complejos que tienen un comportamiento muy revelador”.
En la novela, el autor ahonda en cómo Adela busca sus raíces, para encontrarlas finalmente en aquel hombre que huyó de Cuba. Es una narración desde la vida del otro que explota con afectuoso cuidado la trama de los recuerdos.
Por el libro también pasan personajes icónicos de la cubanidad que exudan música, béisbol, santería y baile. Son los recuerdos del desterrado que dejó, en su isla lejana, en cada voltereta, en cada cucharada de arroz congrí o en cada juego de pelota, la felicidad que en Estados Unidos se convierte en un grito de añoranza. Bien lo sabe la protagonista: “Nadie se va del sitio donde es feliz, a menos que sea obligado a hacerlo”.
Más que un libro, este es un manual de estrategias, modos y artificios de los cubanos para arreglarse la vida en el exilio. No es una crítica a la isla ni al régimen: los personajes cubanos que se instalan en el país del norte reprochan a viva voz el sistema, pero en voz baja agradecen su procedencia y las oportunidades que este les dio. Padura no se va por el camino fácil de juzgar los porqués de quienes se quedan y, mucho menos, de esos que se van.
En busca del título
La historia de su título representa, de alguna manera, la historia de la novela. El autor contó que 'Como polvo en el viento' no fue la primera opción: “Por lo general, los títulos de las novelas me llegan al principio de la escritura; un ejemplo fue La novela de mi vida. En este caso ocurrió algo completamente diferente: desde el principio pensé en 'El clan disperso', el título de una novela que Alejo Carpentier comenzó a escribir en los años veinte, pero que nunca concluyó. Ese nombre estaba dando vueltas por ahí, y de alguna manera expresaba lo que yo quería decir con mi libro”. Por fortuna, hizo pública su intención y entonces se encontró con la fundación encargada de la obra de Carpentier, que le pidió que buscara otro título, pues hay planes de publicar los apartes de aquel texto del autor de 'El reino de este mundo'. Luego llegó a su cabeza otro compatriota, el inconmensurable José Lezama Lima, con 'Fragmentos a su imán'. Intentó una paráfrasis, pero supuso que el concepto imán podía tener varias interpretaciones, algunas confusas. Entonces, desistió.
Con el manuscrito terminado y entregado a su editor para la revisión final, una noche en algún lugar cerca de Cancún, donde hizo una presentación, Padura anota: “Estaba con Francisco López Sacha, quien había leído unos capítulos de la novela. Pasamos por un lugar donde sonó la canción 'Dust in the Wind', de Kansas, y mi amigo me dijo: ‘Ese es el título de tu novela, porque la historia que cuentas demuestra que todos somos polvo en el viento’. Entonces me di cuenta de que yo estaba ahí, en ese lugar y en ese momento, para encontrar el título de mi novela”.
Para el autor cubano, la de Kansas es una de las canciones más bellas que ha escuchado, pero se adelanta a corroborar que “si le preguntaran a Mario Conde, diría que es 'Strawberry Fields' en la versión de Creedence Clearwater Revival”.
Las dos caras de Cuba
El libro se enriquece en los matices y presenta, sin juicios, su mirada propia sobre los que se quedan y los que optan por irse, como dos caras de una moneda corroída, esa Latinoamérica maltrecha en la que muchos deciden partir para sobrevivir.
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“Desde hace unos veinticinco años, la relación de los cubanos que viven dentro y fuera se ha ido normalizando, tanto al nivel personal como familiar. En los años sesenta, como lo cuenta el personaje de Horacio, cuando habla de la relación con su padre, si tenías un familiar en el exterior, no importa el grado de consanguinidad, tenías que renunciar a una relación con esa persona, pues era vista como traidora a la patria. Incluso en las planillas laborales había una pregunta que decía: ‘¿Tienes familiares en el extranjero?’ y había que responder con la verdad. A partir de 1980, la comunidad cubana en el exterior comienza a visitar la isla, y ese es el inicio de una relación. Cuando llegan los noventa, con la crisis que se produce en el país, mucha gente ha vivido de las remesas y apoyos que le han dado sus familiares emigrados que viven en el extranjero. Eso ha permitido que las relaciones ahora sean mucho más armónicas, más normales. Lo que yo sí siento es que, por razones de política interna de los Estados Unidos y de Cuba, ha habido un distanciamiento entre las comunidades, y ciertas agresiones de parte y parte que afectan lo que yo considero es una necesidad para el futuro de Cuba, que es la conciliación entre los cubanos de dentro y de afuera. ¡Es que el hecho de vivir fuera de la isla no hace que tú seas menos cubano que alguien que vive adentro! Creo que el futuro de mi país pasa por una necesaria conciliación de todos estos puntos, y yo siempre digo que el perdón no implica el olvido, pero sí es necesario y debemos aprender a pasar por encima de determinadas ofensas para llegar a fines mejores”, anota.
Padura afirma que no tiene en sus planes abandonar la isla, mientras se sienta libre para seguir escribiendo.
“Me da miedo no poder ser lo que yo quiera como persona y como escritor. Yo necesito a Cuba: su ambiente cubano, las historias cubanas y sus vivencias, incluso oír hablar en cubano para poder escribir”, comenta.
Y con un aire efusivo señala: “Mi patria empieza en mi casa, en el barrio de Mantilla. Ese es el lugar al que yo pertenezco y esa es la esencia de mi patria, que puede estar adornada por símbolos como un himno o una bandera o la Virgen de la Caridad del Cobre”.
Al autor de 'Adiós Hemingway' no le gusta hablar mucho de premios pues afirma que lo paralizan y, aunque su nombre fue considerado para el Nobel de Literatura, tiene muy claro que lo importante es seguir fortaleciendo su trabajo creativo para “hacer lo mejor posible de lo que tengo que hacer”.
'Como polvo en el viento' es la historia de los que se van y de los que se quedan, con el dolor y la esperanza que corresponden a cada uno, y Padura logra, como siempre, encontrar en cada ficción la más bella de las derrotas.
Cuando la novela llegó a mis manos tuve algo así como un presentimiento; como lo diría Marcos, el más cariñoso y pragmático de los personajes: “Tuve un anuncio de mi padre Changó” de que algo bueno me iba a pasar con el libro, y así fue: es una obra que cierra a la perfección. Es la historia de la libertad de luchar por el amor, aunque nos quite los privilegios, sin importar si estás en Hialeah o en La Habana. Al final, de eso se tratan las historias que valen la pena.
Tomado de:
JUAN CAMILO RINCÓN*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
* Periodista, escritor e investigador cultura