La figura del premio Nobel de Literatura V.S Naipaul nunca dejó a nadie frío en el establishment cultural británico, dividido casi a partes iguales entre la rendición ante su genio literario y las reticencias que suscitó su desdeñoso retrato del legado del colonialismo, amén de la censura a sus opiniones, a menudo políticamente incorrectas. La noticia de la muerte de este escritor de herencia multicultural (nacido en el seno de una comunidad india emigrada a Trinidad y Tobago y británico de pasaporte) a los 85 años, anunciada en la noche del sábado desde su residencia londinense, ha suscitado, sin embargo una glosa unánime sobre la condición del autor de Una casa para el señor Biswas como un “titán de la literatura caribeña”.
La desaparición de Vidiadhar Surajprasad Naipaul “deja un enorme vacío en la herencia literaria británica”, aunque, “sin duda su obra perdurará”, fue una de las primeras reacciones, a cargo del director del dominical Mail on Sunday y gran amigo del escritor, Geordie Greig, sobre una obra que a lo largo de una treintena de títulos abarcó la ficción, los ensayos y los relatos de viajes, entre una diversidad de géneros. Más significativo ha sido el elogio profesional y personal de Salman Rushdie a la hora de constatar que, a pesar de sus “persistentes desavenencias sobre política y literatura” se sentía “tan triste como si hubiera perdido a mi hermano mayor”.
Las palabras del escritor angloindio aluden a la eterna identificación de Naipaul con la controversia, ya fuera por su retrato literario tan poco halagador sobre lo acontecido en los procesos de independencia de los antiguos territorios del imperio británico (y su pluma implacable contra lo que él calificaba de románticas luchas de liberación o de demagogia tercermundista), como por su comparación del colonialismo con el islam de hoy en día, cuya expresión más fanática consideraba el mayor imperialismo de la historia. Por no hablar de su despectiva opinión sobre las mujeres en general, y las escritoras en particular, cuya producción consideraba “inferior” por su exceso de “sentimentalismo” y “visión estrecha del mundo” (incluida nada menos que Jane Austen). De las féminas dijo en una ocasión que “solo leyendo un par de párrafos del texto, puedo identificar si lo ha escrito o no una mujer”.
V. S. Naipaul, es cierto, se exhibió en vida como un personaje misógino y pagado de sí mismo, sustentando su pronunciada autoconfianza en el reconocimiento mundial que le había fraguado ya en sus años jóvenes una impresionante novela titulada Una casa para el señor Biswas, inspirada en el retrato de su padre, un periodista y aspirante a escritor de muerte prematura.
El condecorado por la reina Isbael II con el título de sir Vidia nunca mostró gran apego a la isla de Trinidad y Tobago, en la que nació en 1932, y se aprestó en su juventud a aprovechar una beca de la Commonwealth para irse a estudiar a la Universidad de Oxford, época en la que empezó a tantear con la literatura. En su desembarco en Londres, buscó el sustento como trabajador de las emisiones radiadas de la BBC en el extranjero hasta que logró destacarse con su novela debut, El sanador místico, que a pesar de la recepción encontrada de la crítica, acabó mereciéndole el premio literario John Llewellyn para autores menores de 35 años de la Commonwealth.
A partir de ese éxito primigenio, Naipaul se volcó en una gran ambición literaria alimentada desde la niñez, y que acabó traduciéndose en una dilatada producción, reconocida más adelante con altos vuelos como el Premio Booker en su juventud, gracias al libro En un Estado libre. El Premio Nobel de Literatura que se le concedió en 2001, acabó consagrándole como “un filósofo moderno” por su “narrativa incorruptible” sobre el mundo surgido de los procesos coloniales.
Quizá el recuerdo más sentido y auténtico proceda del escritor estadounidense de viajes Paul Theroux, cuya ruptura con Naipaul a raíz de una muy publicitada tontería (el primero descubrió a la venta en una librería de segunda mano un ejemplar suyo que en su día había regalado al Nobel) les distanció durante tres lustros. “Nos abandona como uno de los mejores escritores de nuestro tiempo”, es el homenaje de quien se peleó con el personaje, pero que nunca cuestionó a la perla literaria llamada V. S. Naipaul.
Tomado de El País (España)