Por Saioa Camarzana
El Cultural (Es)
Bebía mucho y trabajaba del mismo modo. Tuvo una vida corta pero intensa y su legado en forma de arte mantiene su aliento vivo. Sus desnudos de mujeres rezuman tanta elegancia que parece que se pueden tocar. Sin embargo, las esculturas que realizó no son tan conocidas como sus retratos a pesar de que fue uno de sus grandes deseos. "Deseo ardientemente convertirme en escultor", manifestó. Amadeo Modigliani fue uno de esos artistas que vivió la vida de manera intensa hasta su muerte a los 35 años debido a una meningitis tuberculosa. Hasta ese momento no dudó en tomar estupefacientes, coleccionar amantes y, sobre todo, pintar. La Tate Modern de Londres le dedica a partir de este jueves y hasta el próximo 2 de abril la muestra más exhaustiva vista en el Reino Unido hasta la fecha y la primera de la pinacoteca que abraza la experiencia de la realidad virtual.
"Los desnudos de Modigliani son, quizá, sus obras más conocidas y provocadoras. En sus lienzos el artista hizo uso de nuevas e impactantes composiciones que modernizaron la pintura de desnudos", afirman Nancy Ireson, Simonetta Fraquelli y Emma Lewis, comisarias de la muestra. De hecho, sus representaciones fueron tan explícitas y "crearon tanta controversia que conllevó a la censura de la única exposición individual que hizo en vida en la galería de Berthe Weil en 1917". Las obras fueron calificadas de indecentes y un comisario de policía rechazó la representación de vello púbico causando que la galería tuviera que descolgar las piezas. "Esto hizo que la exposición decayera pero, como dijo el periodista F. Carco en el periódico L'Eventail, esta versión de los hechos fue una exageración". La exposición se mantuvo en pie y se consiguieron varios compradores.
Para esta ocasión la pinacoteca londinense ha conseguido reunir 12 desnudos (la mayor cantidad de lienzos de este tipo jamás visto en Inglaterra) de los cuales seis son inéditos para el espectador británico y muchos de ellos, como Standing Blonde Nude (1917) y Seated Nude (La belle romaine) (1916), forman parte de colecciones privadas. La exposición, compuesta por casi 100 obras, busca reevaluar la figura de Modigliani centrándose en la experimentación que moldeó su carrera e hizo que se convirtiera en uno de los maestros de la pintura del siglo XIX.
París le formó
El punto de partida de la muestra es la llegada del artista a París en 1906 (Modigliani nació en Italia) a los 22 años. Allí, comenzó a trabajar y a entender los elementos de la cultura francesa que fueron centrales en su vida y obra. Cézanne, Toulouse-Lautrec y Picasso infundieron una gran influencia en su manera de entender el arte y comenzó a experimentar con un lenguaje visual propio que le moldeó como artista. "La obra de Modigliani tiene un atractivo inmediato y duradero que resuena aún hoy y ahí reside su relevancia en la actualidad", explican.
Fue la capital francesa la que le convirtió en el artista que fue, un artista original con una voz propia que no siguió las modas ni las vanguardias. Siempre por delante y, por tanto, incomprendido en su época pero celebrado por las generaciones posteriores. Allí, Modigliani "encontró el lugar para la libertad: libertad para experimentar, para absorber una nueva cultura e ideas, un lugar donde encontrarse con lo diverso y con gente que provenía de trasfondos diferentes al suyo". Todo esto iba sumando y engrosando sus conocimientos e influencias y posibilitó que el artista italiano jugara, en última instancia, con su propia identidad permitiendo que la ciudad le esculpiera. "Esta historia, y cómo esta tiene un papel central en su trabajo, a medida que va experimentando con diferentes estilos (como el cubismo) y diferentes soporte (como la escultura) le llevan a encontrar su propio camino", consideran.
Dentro del círculo de amistades que desarrolló había poetas, marchantes de arte, escritores y músicos que en algún momento posaron para que sus pinceles los inmortalizaran. Entre ellos destacan Diego Rivera que lo hizo en 1914, Juan Gris en 1915, Jean Cocteau en 1916 y Beatrice Hastings. Esta última no solo como la musa de Modigliani sino como una figura central en el escenario cultural de la época y, estableciéndola como eje, la Tate explica el papel que tuvo la mujer en la trayectoria del pintor.
Modigliani escultor
La exposición de la pinacoteca londinense exhibe también una faceta más desconocida del pintor: la escultora. Fascinado por el trabajo de Brancusi y Epstein el artista "se centró intensamente en la escultura entre 1911 y 1913". Parte de esas cabezas que esculpió antes del estallido de la Primera Guerra Mundial se muestran en las salas de la Tate dejando entrever una etapa corta debido a la combinación entre "su enfermedad y, posiblemente, la disposición de materiales". En aras de mirar por su propia salud en 1918 cambió París por el sur de Francia donde su paleta de colores se volvió más mediterránea y propulsó el abandono sus personajes metropolitanos por caminantes locales y niños.
El cierre de la muestra corre a cargo, sin embargo, de los retratos de su círculo más cercano. Amigos y amantes le proveyeron el apoyo emocional y financiero que necesitó durante su turbulenta vida. "Aunque murió trágicamente joven Modigliani fue un pionero que traspasó los límites del arte de su época" y es esa la razón por la que su influencia permanece en las generaciones de artistas posteriores. Para él posaron su amigo y marchante Lépopold Zborowski y Jeanne Hébuterne, la madre de su hija a la que representó desde su juventud hasta la madurez. "Pintar a una mujer es poseerla", dijo alguna vez el pintor y quizá Hébuterne así lo sintió al suicidarse tan solo un día después de la muerte de Modigliani por una meningitis tuberculosa.