Revista Pijao
Los 10 escritores más buscados de Getafe Negro
Los 10 escritores más buscados de Getafe Negro

Por Andrés Seoane

El Cultural (Es)

Este sábado arranca la décima edición del Festival Getafe Negro, una de las citas anuales clave con el género policiaco, hoy plenamente consolidado en el panorama nacional. Hace ya una década que bajo la égida de un voluntarioso Lorenzo Silva, la localidad madrileña asumió el reto de emular a Gijón o Barcelona conformando el actual "triángulo negro" español. Y el experimento ha salido mejor que bien. Por sus programaciones han desfilado desde 2008 lo más granado de la literatura negra internacional. Seleccionamos las más brillantes plumas del noir que han acudido al festival madrileño en la última década, los 10 más escritores más buscados de Getafe Negro.

Juan Madrid

Nombre canónico del género negro en España, junto a los maestros catalanes Francisco González Ledesma, Vázquez Montalbán y Andreu Martín, el malagueño Juan Madrid es uno de los máximos exponentes de la llamada "novela negra urbana". Periodista durante varios años, oficio con el que aprendió "a escribir, con frases claras y concisas, con ritmo y cadencia", el escritor se considera, en la línea de Cervantes, "parte de esa tradición que intenta contar la historia de su país, y no que de la que se inventa personajes que no existen". Figura estelar de una primera edición incipiente de Getafe Negro plagada de nombres nacionales, Madrid, para quien el género negro "debe fomentar el conocimiento de la sociedad, de sus puntos negros e inquietar y revolver a la gente", ha publicado hace unos meses la última de sus casi cincuenta novelas, Perros que duermen (Alianza), donde reivindica la memoria de la lucha antifranquista y de una República de la que a que, a su juicio, "nunca se habla y si se habla se habla mal, con las cartas trucadas".

Maj Sjöwall

Mucho antes del auge de la novela negra nórdica y del fenómeno Stieg Larsson, que sigue vivo aún desde la tumba, esta dama de hielo ya se preciaba de ser la reina madre del género en las décadas de los 60 y 70 junto a su marido Per Wahlöö. La escritora sueca Maj Sjöwall, faro indiscutible de la segunda edición del festival, dedicada a los países del norte, es la prueba viviente de que la literatura noir escandinava no es fruto exclusivo de estos convulsos tiempos, sino que arraiga en una tradición bien asentada desde hace muchos años. En su visita a España, Sjöwall no se cortó un pelo a la hora de criticar la "falta de humor y carencia de originalidad" de Henning Mankell, así como la excesiva longitud de los libros de Larsson. Tras la muerte de su marido en 1975, con quien escribía al alimón, Sjöwall dejó de publicar ya que no se vio capaz de continuar planeando historias sola. Ni siquiera trabaja ya mucho el género como lectora. "Me aburre la literatura policíaca actual, una mezcla de amor y crímenes que me parece poco interesante. Por eso me inclino a buscar buenas biografías".

Misha Glenny

En 2010 visitó el festival madrileño el londinense Misha Glenny, que acababa de publicar su gran éxito su libro McMafia. El crimen sin fronteras, libro que gozó de una gran repercusión internacional y que para algunos autores, como el propio Lorenzo Silva, director del festival getafense, "es de lectura obligatoria si se quiere conocer realmente el mundo en el que vivimos". En él, el escritor británico relata el vacío de poder que se originó en el este de Europa tras la caída del Muro de Berlín, que vivió en la capital alemana como periodista, y el colapso del comunismo. Desde Europa oriental, Glenny empezó a tirar del hilo de las tramas criminales fraguadas en este contexto levantando alfombras y husmeando en las cloacas de lugares como China, los Balcanes, Italia, la India, Colombia, México, Japón, la triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina. "Decía sencillamente que era escritor, no periodista. A los libros no les temen, porque sus efectos, si los tienen, se producen a largo plazo. Incluso algunos mafiosos me escriben para decirme que se han divertido mucho leyendo el libro", recordaba el escritor.

Gianrico Carofiglio

En su cuarta edición, el festival añadió un nuevo elemento a su andadura, la figura de país invitado, comenzando con Italia. Autores destacados del género en ese país estuvieron en el encuentro, como Maurizio de Giovanni, Marco Vichi, Francesco Forgione o el suizo de lengua italiana Andrea Fazioli, que compartieron con los lectores la esencia del giallo -la novela negra italiana- y homenajearán al padre del género, Giorgio Scerbanenco, y a figuras ya míticas de generaciones anteriores como Andrea Camilleri y Loriano Macchiavelli. De entre todos ellos destacó el escritor y fiscal exfiscal antimafia Gianrico Carofiglio, creador del personaje del abogado Guido Guerrieri, al que dibuja a través de un hábil análisis psicológico. Todo, enmarcado en el ambiente de Bari, su ciudad natal. En opinión de Carofiglio "no siempre la novela negra puede ser un cuento social, pero en cambio sí puede ser un gran instrumento para indagar en las transformaciones de un país". En este caso una Italia donde la delgada línea de la ley se transgrede más de lo deseado.

Pável Kohout

Poco conocido en nuestro país, el escritor y dramaturgo checo Pável Kohout es un referente clave de la literatura negra centroeuropea. Exiliado de la Checoslovaquia soviética pese a su ideología comunista tras formar parte destacada de la llamada Primavera de Praga, él mismo aseguró en su día "no soy un exiliado checo, soy un expulsado", Kohout fue la cabeza más visible de la edición del festival dedicada a autores checos en la que participaron otros como Ivan Klima y Milos Urban, que compartieron su obra literaria y su visión de un país que ha sido uno de los grandes viveros intelectuales de Europa y del mundo. Conocido principalmente en España por su novela La hora estelar de los asesinos, una característica común en los textos de Kohout es su habilidad para realzar el efecto dramático así como la pronta reacción ante los problemas cotidianos. Sus novelas de los años 1990 analizan conflictos y dilemas morales tales como las relaciones entre alemanes y checos, la ocupación nazi de Checoslovaquia o la deportación de los alemanes tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Con su obra prohibida en su país natal, Kohout se estableció en Austria, donde siguió trabajando tanto en narrativa como en teatro.

Fred Vargas

La legendaria tradición del noir francés se hizo carne en la sexta edición de Getafe Negro con la gran Fred Vargas como madrina. Cada nueva investigación que publica del volátil agente Adamsberg vende centenares de miles de ejemplares en todo el mundo. "La novela negra es el niño malo de la literatura. Igual que yo", aseguraba la escritora oriunda del país que inventó la etiqueta negra, receptor europeo de los clásicos norteamericanos y productor él mismo de clásicos del género. Fred Vargas atribuye el éxito de la novela negra a una necesidad catártica del hombre. "¿De dónde viene el mal? ¿Dónde está? Desde hace miles de años el ser humano se interroga sobre ello". Sin embargo, no considera que "la novela sea el lugar para hacer pasar mensajes políticos. Para eso hay otros medios como el periodismo o el ensayo. En la ficción no funciona". Porque la escritora gala es bien consciente de las reglas del juego. "Un lector, si se aburre en una página, tira al suelo la novela negra y se olvida. A una novela digamos 'blanca', le permites descripciones y algunas páginas más aburridas que otras. Eso es impensable en la novela policiaca".

Mitsuyo Kakuta

En 2014 el invitado de honor del festival fue Japón, que trajo como embajadora de honor a una de sus principales escritoras, Mitsuyo Kakuta, conocida en nuestro país por La cigarra del octavo día. En el país nipón, la negra es una literatura muy popular (hay un 91% de lectores habituales y este género es, en muchos casos, el preferido de esos lectores habituales), con superventas como Keigo Higashino, Natsuo Kirino o la propia Mitsuyo Kakuta, por cuyas novelas deambulan geishas de club nocturno, ejecutivos obsesionados con el sexo y el juego (el pachinko), adolescentes con disfraz de colegiala y, en fin, todo lo que aquí imaginamos cuando pensamos en un Japón turbulento. Para Kakuta, este tipo de literatura japonesa contemporánea, "va más allá del mero entretenimiento", y tiene algunos rasgos que la diferencian de la que se hace en el resto del mundo: "Algunas novelas, más que del argumento, permiten disfrutar de lo que lo rodea, el aire, el ambiente, los espacios en blanco...".

Don Winslow

Hace dos años, la apertura de Getafe Negro corrió a cargo del estadounidense Don Winslow, que a juicio de Lorenzo Silva "es el gran autor norteamericano de nuestro tiempo". El comisario dobla el elogio: "Su novela El poder del perro es el primer gran clásico universal de la novela negra del siglo XXI". Con su secuela, El cártel, que pensó que "nunca escribiría", Winslow se alzó con el Premio RBA de Novela Negra. Para el escritor, esta historia que sigue el enfrentamiento entre los narcotraficantes mexicanos y la DEA y en la que recuperó a alguno de sus personajes más queridos, como el agente de la DEA Art Keller, es, "más que una historia de drogas, un relato sobre la pérdida de la fe y su recuperación". Investigador durante años de las actividades de los cárteles mexicanos, Winslow advierte de los cambios producidos en estas bandas, muy afines con otras formas de violencia imperantes en la actualidad. "En la época en la que escribí El poder del perro los narcotraficantes escondían sus crímenes. Ahora, los muestran abiertamente y presumen de ellos en las redes sociales. De un asunto de gángsters se ha pasado a terrorismo global. El Estado Islámico no ha inventado nada. Está copiando el modus operandi de los cárteles mexicanos".

Ian Rankin

Multitud de turistas acuden cada año a Edimburgo buscando el Oxford Bar, el pub favorito del inspector John Rebus, auténtico icono de la novela negra británica que el año pasado dejó de lado su merecida jubilación para participar en la última novela del gran invitado de la anterior edición de Getafe Negro, el escocés Ian Rankin. X Premio RBA de Novela Negra por Perros salvajes, novela en la que coinciden todos sus personajes y en la que se recorre toda Escocia, Rankin opina que "la novela negra propone un interrogante muy simple: ¿Por qué los seres humanos siguen haciéndose cosas terribles unos a otros? Los escritores deben seguir planteándola y los lectores deben seguir buscando respuestas. Una novela negra es una novela sobre la condición humana y la naturaleza fracturada del mundo que nos rodea". En este sentido, las novelas de Rankin abarcan la evolución social y política producida en las últimas décadas en Escocia y especialmente en su Edimburgo natal, del que asegura que "filosóficamente sigue exactamente igual que hace 100 o 200 años".

John Banville

Con la enjundia del cartel de esta edición, podría ser complicado elegir una figura, pero el escritor irlandés John Banville siempre es una apuesta segura. Lo que comenzó como una especie de juego consigo mismo, la creación de su seudónimo, Benjamin Black, se ha convertido en una de las grandes noticias para el noir, género en el que el escritor se muestra más prolífico, publicando este año Pecados, tras resucitar el pasado del inclasificable y castigado forense Quirke hace un año en Las sombras de Quirke. Su pasión por el género bebe de su admiración por escritores como Raymond Chandler, incluso se atrevió a resucitar al canónico Philip Marlowe, quien aseguraba "No me importa quién mató a quién, lo importante es el estilo", y al que pretende emular "escribiendo una novela negra sin crimen".

El Príncipe de Asturias y reciente Premio RBA, recrea en sus novelas una Irlanda de los años 50 plagada de pecados, tabaco y alcohol, un gran marco para la novela negra, que asegura que mantiene ciertos reductos. Aunque "por suerte, el poder absoluto de la Iglesia ha desaparecido, ahora sólo queda el alcohol, bebemos a un gran ritmo. Irlanda es un país bueno para vivir si te mantienes fuera del sistema, si ignoras a la Iglesia y no te interesa la política". El escritor defiende este salto al pasado, argumentando que "la ficción no puede tratar la actualidad. A la gente se le olvida que las grandes novelas del siglo XIX eran históricas. Nadie pensaba en escribir sobre su propia época. La nuestra es una época maravillosa sobre la que escribir, pero dentro de 50 años".


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