Revista Pijao
La poesía como ideología
La poesía como ideología

Por Jorge Andrés Osorio Guillot

El Espectador

Pablo Neruda fue un poeta comprometido con la realidad política desde la adolescencia, dejando de lado la empuñadura de un fusil y con su pluma como su arma más efectiva ante las crisis de valores y las coyunturas políticas en diversos lugares del mundo. Hernán Loyola, amigo de Neruda y autor del texto Neruda: la biografía literaria (2006), afirma que el poeta chileno poseía un ánimo profético que “supone que el poeta es un diverso entre los hombres con una misión singular —privilegio y responsabilidad— que consiste en dar forma comunicable a la capacidad de la literatura para modificar positivamente la realidad, actualizando así su deber de solidaridad con los comunes seres humanos”.

Desde 1920, Neruda asumió las riendas tensas de la política. Insistió durante varios años hasta que logró hacer de su ilusión una realidad al convertirse en cónsul de Chile en Rangún (Birmania), en el año 1927. Allí estuvo un año, pues en 1928 fue trasladado a Colombo. Durante esa época escribió Residencia en la tierra, libro con el cual narra su experiencia enmarcada por la inclemencia de la soledad y del aislamiento voluntario. Tiranía, uno de los poemas de aquel texto, nos demuestra parte de su vivencia en aquel tiempo: “Oh dama sin corazón, hija del cielo, auxíliame en esta solitaria hora / con tu directa indiferencia de arma / y tu frío sentido del olvido”.

El poeta chileno también fue cónsul en Batavia (Java), en 1932. Pero quizá sus momentos insignes como cónsul se dieron en Buenos Aires (Argentina), en 1933; Barcelona, en 1934; Madrid, en 1935; París, en 1939, y Ciudad de México, en 1940. Su paso por estas ciudades literarias, llenas de prosa y de versos de grandes escritores, le permitió establecer amistades con grandes personajes de la literatura y la poesía universal. Federico García Lorca, con quien se conoció en su estadía en Buenos Aires, terminó siendo de gran importancia para la vida y obra de Neruda, pues su influencia le generó un compromiso civil y político con España años después, cuando estalló la guerra civil. Más allá del carácter izquierdista del poeta, proveniente de su participación en el Partido Comunista de Chile, Pablo Neruda demostró una postura antifascista cuando era cónsul en Madrid en 1936, con la guerra civil española.

Debido a ello fue destituido por el gobierno de su país, acción que se vio repercutida en España en el corazón, obra donde su musa sería la tierra española y donde sus versos rechazaban el dolor de la guerra y generaban esperanza y admiración por personas como García Lorca. En Maldición, uno de los poemas allí incluidos, Neruda apunta con su pluma a un tiempo donde España renacerá como un fénix de las cenizas que ha dejado la barbarie:

Patria surcada, juro que en tus cenizas / nacerás como flor de agua perpetua / juro que de tu boca de sed saldrán al aire / los pétalos del pan, la derramada / espiga inaugurada. Malditos sean / malditos, malditos los que con hacha y serpiente / llegaron a tu arena terrenal, malditos los / que esperaron este día para abrir la puerta / de la mansión al moro y al bandido / ¿Qué habéis logrado? Traed, traed la lámpara / ved el suelo empapado, ved el huesito negro / comido por las llamas, la vestidura / de España fusilada.

En París trabajó como cónsul para la inmigración española. Durante su estadía en tierras parisinas conoció a César Vallejo, otro titán de las letras y la poesía latinoamericana. Allí también se hizo amigo de Pablo Picasso, con quien tuvieron afinidad respecto a lo sucedido en la guerra civil española. De esa relación en torno a la política surgieron obras como el Guernica de Picasso y la ya mencionada España en el corazón.

La dictadura de Pinochet tuvo a Pablo Neruda y a todos los intelectuales de la izquierda en la mira. Inclusive hay quienes aseguran que la muerte del ganador del Premio Nobel de Literatura de 1971 se debió a malos tratos en el hospital donde estuvo internado varios días debido a su cáncer de próstata. Según Manuel Araya, una de las personas más cercanas al poeta, la muerte se produjo por una inyección o algún tipo de sustancia que nada tuvo que ver con una posible ayuda para salvarlo de su enfermedad y que sí terminó acabando con la vida de un hombre que luchó como pocos lo hacen actualmente y que mantuvo a la poesía como la mejor ideología para salvar sus convicciones.

Sus letras fueron elegidas para alimentar el espíritu que vivía expuesto a la miseria y al peligro que rozaba pieles con ráfagas de fusiles. Su sutileza en la escritura y su belleza poética inspiraron a personas como el Che Guevara, quien se sentía atraído por el poema Farewell, y también despertaría la admiración de grandes escritores, como Gabriel García Márquez, quien alguna vez dijo que “Pablo era el más grande en todos los idiomas”.


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