Revista Pijao
La hipótesis judía
La hipótesis judía

Por Anna Caballé

El País (Es)

Sin duda Clarice Lispector es la escritora brasileña más estudiada de su siglo, y no solo en su país de origen. El carácter enigmático de su literatura y el hecho de haber compartido escasas confidencias con quienes se interesaban por su obra la convirtieron muy pronto en una leyenda sobre la que circulaban abundantes rumores. Pero el misterio es parte del universo clariceano y hay que partir de él para comprender la especificidad de su obra: la soledad y la incomunicación de sus personajes con el mundo. ¿Qué alcance biográfico tiene esa soledad tan característica de su escritura? Es una pregunta inmediata a la que han querido responder, lógicamente, sus biógrafos.

La primera biografía sólida de Lispector data de 1995 (Uma vida que se conta) a cargo de la profesora Nádia Gotlib. El libro fue traducido al español y publicado en Argentina (Adriana Hidalgo, 2007). Sigue siendo la obra de referencia para los interesados en la figura de la escritora, complementada por la propia Gotlib con Clarice fotobiografia (2008), una narrativa visual de su vida y obra con 800 imágenes. Un año después aparecía la biografía de un joven académico estadounidense, Benjamin Moser, titulada en portugués Clarice, (debe leerse: Clarice coma) jugando en su título con la coma con que también se inicia la novela de Lispector Uma aprendizagem ou o libro dos prazeres. Clarice, es un título extraño para una biografía: suspende lo que se espera que pueda decirse del nombre y libra a la imaginación del lector lo que sigue. ¿Y qué sigue? En inglés el título fue otro (Why this world) y es también el que ha adoptado la versión castellana: Por qué este mundo. La masa documental que le permite a Moser reconstruir la vida de Lispector es, prácticamente, la misma de Gotlib. El elemento diferencial de la biografía del estadounidense es el enfoque judaico que se le da a la figura de la escritora brasileña: desde la cita con que se abre el libro (un texto sufí del siglo XIII) hasta la forma en que son abordados los sucesivos pasajes de su vida.

La hipótesis de trabajo es una: Lispector era una escritora judía y solo desde esa perspectiva puede entenderse una literatura oscura, impregnada del espíritu hasídico de sus antepasados. Una línea interpretativa cada vez más afianzada y tal vez luminosa para entender su frecuente hermetismo. Pero vayamos al centro de la polémica: Lispector nació en Tchetchelnik (Ucrania), en 1920, de casualidad, mientras sus padres, judíos rusos, se hallaban de camino a la emigración huyendo de los terribles progromos provocados por el antisemitismo feroz que asolaba las provincias rusas. Para Moser, la madre de Lispector fue víctima de una violación, anterior a su embarazo, fruto de la cual contrajo una sífilis que la llevaría a la tumba en 1930. Procrear de nuevo era una manera, tan fantasiosa como se quiera, de restablecer una imposible normalidad conyugal y familiar. Lo cierto es que la madre de Lispector llegó a Brasil enferma y ausente y nunca se recuperó, aunque nadie especificara la índole de su enfermedad que marcó decisivamente a toda la familia. De modo que Clarice, la última hija, ella más que nadie, acusaría el vacío materno –su nacimiento no solucionó nada, como es lógico– insuflándole un sentimiento de soledad y aislamiento que definiría su futuro. Entre ella y el mundo hubo siempre un inmenso silencio, un espacio mudo que la escritura cubría y descubría al mismo tiempo.

Para Moser, Brasil es un accidente porque lo importante es lo que Lispector carga a sus espaldas al llegar a Maceió con dos años. En contra de las frecuentes declaraciones de la escritora que se sentía profundamente brasileña: “Para mí dejar Brasil es un asunto muy serio. Yo pertenezco a Brasil”. El matiz es importante: no se trata de dónde vienes sino adónde perteneces (y el deseo de pertenecer a su madre sobrevuela la literatura de Lispector). A Moser pues Brasil no le interesa y ofrece una visión poco amable, casi despectiva, del país: habla del declive de sus grandes ciudades sin una palabra grata sobre ellas; de Recife –la ciudad que funda el hondo sentimiento brasileño de Lispector– solo le importa el barrio judío de Boa Vista donde vive la familia al poco de llegar. Por no hablar de los años finales en Rio de Janeiro: la ciudad, el entorno, apenas existe.

No es extraño que el libro no fuera muy bien recibido en el país carioca, aunque una biografía nunca puede plantearse como un discurso que deba contentar a nadie. En todo caso, el problema está en que Moser no puede probar las suposiciones que hace sobre Mania Lispector –la violación, la sífilis, la muerte debida a esta enfermedad– pero convierte su conjetura en un hecho que a medida que avanza la biografía se transforma en verdad. Es plausible que ocurriera como dice, pero hubiera sido conveniente cierta prudencia…

‘Por qué este mundo. Una biografía de Clarice Lispector’. Benjamin Moser. Traducción de Cristina Sánchez-Andrade. Siruela, 2017. 492 páginas.


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