Por Adriana Cooper*
Revista Arcadia
Si no fuera por el aire juvenil que lo acompaña, se podría decir que Jonathan Safran Foer tiene 50 años. Bastan unos minutos a su lado para confirmar que el escritor de 39 sabe cuál es su lugar el mundo, que no necesita justificarse y que tampoco le tiene miedo a decir “no sé” cuando desconoce la respuesta.
En 2000, cuando tenía 25 años, el autor que algunos catalogan como el sucesor de Philip Roth publicó su primera novela, Everything is illuminated. En ese entonces era estudiante de la Universidad de Princeton, un desconocido en el mundo literario cuya ópera prima se convirtió en un bestseller y fue llevada al cine. Similarmente, Extremely Loud and Incredibly Close, su segunda novela, recibió el aclamo tanto del público como de la crítica y fue adaptada al cine de la mano del cineasta Stephen Daldry (Billy Elliot, Las Horas).
A pesar de que algunos critican su cercanía al mundo de las celebridades, Safran ha ganado varios premios literarios y se muestra imperturbable frente a los chismes. Suele comportarse con humildad: en eventos públicos se le ve silencioso y concentrado en las conversaciones ajenas. No subestima a su interlocutor. En entrevistas, trata al periodista con amabilidad. Sin incomodarlo, se interesa por él, hace chistes. Suele presentarse con el mismo tipo de lentes ovalados y camisas de colores oscuros. Algunos de sus personajes han sido comparados con aquellos que aparecen en los textos de Chéjov por sus preguntas y argumentos constantes. Incluso es común que en sus entrevistas incluya interrogantes o los traslade al entrevistador.
Safran creció en una familia judía compuesta por tres hermanos y vivió la mayoría su vida en Washington. En 2014 se separó de la escritora Nicole Krauss -con quien tiene dos hijos-, y un año antes fue invitado por el presidente Barack Obama a ser integrante del Consejo Estadounidense para el recuerdo del Holocausto.
Aquí estoy, su nueva novela, cuenta la historia de Jacob y Julia, una pareja judía que vive en Washington. Él es un escritor de series para el canal HBO y ella es arquitecta. Tienen tres hijos llamados Sam, Max y Bengy. Al aproximarse su aniversario de bodas, se enfrentan al hecho de que “sus vidas internas quedaron abrumadas de tanto vivir”. Después de años de trabajar de la mano en labores cotidianas como cocinar, limpiar y organizar horarios, se ven obligados a confrontar las distancias que han surgido entre ambos. Jacob cuestiona la felicidad y en sus meditaciones llega a reflexiones como la siguiente: “el deseo de exprimir unas gotas más de felicidad casi siempre terminaba por destruir la felicidad que con tanta fortuna habías logrado reunir, pero que eras demasiado inseguro para ver”. En Aquí estoy también habla de los judíos americanos y de la destrucción de Israel.
Usted escribió su primera novela a los 25 años y la segunda tres años más tarde. Esta es su tercera, publicada 11 años después. ¿Qué pasó durante ese lapso de tiempo?
Sucedieron muchas cosas, hubo mucha vida. Tengo hijos. Me tomó casi 2 o 3 años empezar el relato. Algunos esperan que un escritor publique un libro en momentos específicos y eso es como decir: desayuno a las 8 y luego a la una si no tengo hambre antes. Escribir cada cierto tiempo es una convención. Hubo una razón para desaparecer y yo no siento que tenga que escribir en un momento determinado.
Algunos críticos y periodistas se preguntaron si Aquí estoy se trata de un libro autobiográfico o de una catarsis por las similitudes entre usted y Jacob, quien también es escritor, judío, estadounidense, vive en Washington, tiene hijos hombres y pasó por un divorcio. ¿Lo es?
Escribo sobre lo que conozco. Soy un judío estadounidense que trata situaciones relacionadas con ello: las preguntas sobre la religión, Israel y los textos judíos. Y hablo de temas que son universales como la felicidad, las relaciones con otros o la toma permanente de decisiones. No puedo decir que el libro es autobiográfico o una terapia. Sin embargo, esta novela es personal y cercana a lo que soy. Tiene un grado cercano de sensibilidad a mí y describe situaciones o sentimientos con los que estoy familiarizado. Es una sensibilidad que no es políticamente correcta si se mira desde un punto de vista local. También es provocativo decir que uno puede ser uno de esos personajes. Con este libro intenté escribir de forma más profunda sobre todo. Por ejemplo, del sentimiento de no tener hogar y la incapacidad a veces de tomar decisiones. Tenía interés en ver cómo es eso de estar preparado para una situación. Cuando me han pedido describir el libro en unas cuantas palabras, digo que se trata de un grupo de personas que se esfuerzan para estar preparados para las circunstancias de la vida cotidiana.
Hace unos cuantos años usted escribió el libro Eating animals, a propósito de su interés por el vegetarianismo y la industria aimenticia estadounidense. ¿Se siente más a gusto publicando un libro así o prefiere la ficción?
Escribo ficción porque me siento más cómodo. Da alegría ver las cosas desde un lado ajeno. En los últimos años participé en varios proyectos y el hecho de escribir otra novela me hizo sentir nuevamente escritor. No empecé a escribirla con un plan deliberado. Tenía algunos sentimientos e ideas que quería confrontar y no había muchas expectativas. Al final hubo mucho trabajo detrás del libro y una vez me senté a escribir, todo fue fluyendo. Todo ese proceso es una de las cosas que más disfruto de la ficción. Además, es un género en el que me desenvuelvo con mayor facilidad, mi pensamiento está en su mejor punto y siento alegría de expresar algunas ideas. También es más sencillo sentirse uno mismo en ese mundo de ficción o en el virtual que en el real, en el que estás y en donde te encuentras frente a frente con otros.
¿Qué pensó en contar cuando se sentó a escribir este libro y cómo fue ese proceso de abstraerse del mundo para lograrlo?
Tenía claro que quería escribir de forma profunda sobre temas que me interesan. Por ejemplo, la noción de hogar y el sentimiento de sentirse sin uno. También quería tratar la inhabilidad para tomar decisiones y el interés que tenemos las personas en estar preparados. Respecto al proceso de escritura, al igual que el resto de las personas me enfrento al reto de desconectarme. No sé si en esta época estemos más distraídos que antes. En otros tiempos la gente también ha tenido ese deseo de quererse ir a otro lugar, eso ha existido siempre.
La Biblia está llena de frases poderosas y usted escogió justo Aquí estoy, que aparece en el Libro del Génesis. ¿Por qué?
Cuando Dios le pide a Abraham que salga con su hijo Isaac para que lo sacrifique, este último le responde con esa frase. Más que pedir de verdad un sacrificio, Dios quiere ver qué tan listo es Abraham y éste se convierte en un ejemplo, en un modelo de incondicionalidad. Y esto es un poco a lo que se enfrenta Jacob (el personaje principal) porque mientras quiere ser incondicional para las personas que tiene cerca, al mismo tiempo vive situaciones que demuestran que no lo es tanto. Quiere estar en un espacio o en una situación determinada pero la vida lo ha llevado a otro lugar o momento específico.
Entre los varios temas controversiales sobre el judaísmo, en el libro usted describe uno bastante sensible, la destrucción de Israel. ¿Cuál era su intención?
Aunque ha habido y habrá varias interpretaciones al respecto, no sugiero que Israel debe destruirse, que yo lo anhele o que se trate de una apología. Con una situación así pasa lo mismo que con una pintura, en la que uno ve y describe la diversidad de colores. Escribo de Judaísmo e Israel porque soy un judío estadounidense y uno escribe de las que cosas que conoce. Respecto al tema de las reacciones o interpretaciones de los lectores, realmente no me preocupo mucho por lo que dice la gente. Incluso es destructivo pensar en lo que opinarán otros cuando estoy trabajando. Hay mucho trabajo detrás de este libro y hago lo mejor posible pero el significado que tenga para otros es algo que no me pertenece. Independientemente de sus preguntas o posición, los lectores siempre enriquecen la historia con giros o puntos de vista nuevos.
¿Por qué le llama tanto la atención la toma de decisiones y describe con detalle a sus personajes en este proceso?
A medida que pasa el tiempo y me hago mayor, veo que es más difícil tomarlas. Y es lógico porque cuando uno es joven las consecuencias no son tan dramáticas ni tantas personas resultan afectadas. Al mismo tiempo, cuando uno va aumentando en edad deja de tener tantas expectativas y comienza a darle más valor a cosas pequeñas o cotidianas. Es una forma de estar más tranquilo y feliz.
En su libro habla de la felicidad. ¿Tiene alguna definición de ella?
Ocurre cuando la vida está integrada y no dividida. Es cuando uno está presente en el momento y lugar en el que quiere estar.
¿Cómo ha sido su contacto con el mundo hispanohablante y con Colombia?
Estuve en el Hay Festival Cartagena en 2012 y este año estuve en España. He leído a Javier Marías, Pablo Neruda y poesía clásica.
¿Qué opina de esta literatura o de Latinoamérica?
Probablemente diría generalizaciones y eso me parece peligroso. Precisamente ese fue uno de los problemas de la pasada campaña electoral en los Estados Unidos.
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Al terminar la entrevista le pido que me firme su novela nueva. Le comento que la anterior desapareció de mi casa misteriosamente con una dedicatoria que él escribió hace unos años en Jerusalén. Sonríe y dice: “A lo mejor hay una buena razón para que haya desaparecido”.
*Periodista, traductora y profesora de Cultura Judía