Por: Natalia Díaz Brochet
Joaquina Centeno tiene la terca esperanza, ya no de encontrar a su hijo desaparecido hace 30 años por agentes del Estado, sino de que se haga justicia.
Ella es la protagonista de la segunda novela de una trilogía de la periodista y docente bogotana Marbel Sandoval, hoy radicada en Madrid (España).
El abrazo del río (2006), Joaquina Centeno (2017) y Las brisas (ya escrita) le conforman una trilogía que les da voz a las mujeres que sobreviven a la guerra, en la que perdieron a su pareja, un hijo, un padre, un hermano, un sobrino... “Ellas son las que sobreviven y quienes sostienen el entramado de lo que queda. Las que tiene que seguir con la vida”, dice.
¿Quién es Joaquina Centeno?
Es la mujer que condensa a todas las colombianas que se han pasado la vida buscando a sus hijos, a sus compañeros, a sus hermanos desaparecidos.
¿Qué tan real es esta historia? ¿La conoció?
Sí, el hecho que narra Joaquina Centeno es real. Es la desaparición, en 1982, de 13 hombres por agentes de un organismo de seguridad del Estado que en esa época era el F2. De estos, dos aparecieron posteriormente muertos en supuestos combates, es decir, fueron falsos positivos en esa época. Parto de ese hecho real y creo desde la ficción a Joaquina Centeno, a quien convierto en la madre de uno de esos muchachos. Recreo toda una vida para contar qué es lo que pasa con una mujer y su familia cuando irrumpe la violencia y les transforma la vida.
¿Esa transformación es por querer saber la verdad y encontrar a ese ser querido?
En el caso de Joaquina, sí. Esta es una novela escrita unos 30 años después de la desaparición y es una mujer que no ha cesado en ese empeño. Alrededor se va contando lo que va pasando con la familia: cómo afronta su marido esta situación, así como los hermanos.
Tiene mucha vigencia ahora
En esos años yo estaba en las redacciones de los periódicos y tenía listados del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, que registraba unos 3.000 desaparecidos. El Centro de Memoria Histórica hoy está hablando de 60.630 desaparecidos.
Entonces hay miles de Joaquinas Centenos en estos momentos…
Sí, y muchas están muriendo sin haber tenido verdad, porque no saben qué pasó con sus hijos; ni justicia, porque nunca se hizo nada con los perpetradores de los crímenes; y reparación, muchos menos, porque no les han reconocido que se los desaparecieron.
¿Cómo encaja una novela de este tipo en este momento histórico del país?
Yo creo que encaja porque es muy importante que los colombianos sepamos cuál ha sido nuestra historia, entendamos cuáles son las realidades que estamos viviendo y las reconozcamos para no repetirlas.
¿Cómo llevar a la novela hechos tan duros, difíciles y reales?
La novela permite darle vida a lo que de otra manera no serían sino datos. De una forma muy personal, de tú a tú, que el lector pueda ponerse en los zapatos del otro, en la piel, los miedos, los sentimientos y en las búsquedas inagotables, en este caso de Joaquina, y de lo que les pasa a estas personas.
¿Es un doble propósito de sensibilizar y recordar la historia?
Sí, es una forma de sensibilizar, recordar y exorcizar, porque el dolor de Joaquina Centeno es el de todas estas mujeres. Esta es la segunda novela de mi trilogía ‘Conjuro contra el olvido’, que empezó con El abrazo del río (2006), basada en hechos reales, historias que sufrimos desde el periodismo y que con los años recojo para reelaborarlas. Es un proceso propio y frente a la historia y al país. Historias contadas en voces de mujeres que muestran lo que hemos hecho nosotras con lo que ha pasado.
Con información del periódico El Tiempo