Revista Pijao
“El lenguaje mismo implica errores”
“El lenguaje mismo implica errores”

Por Jhonwi Hurtado

El Espectador

De su infancia recuerda sólo fragmentos, imágenes y sonidos. Antes de irse a dormir sentía la blancura de una pulsación que atravesaba su cuerpo. Tenía cuatro años y ya se había dado cuenta de que en su vida había encontrado algo extraño. Algo inusual.

Ahora, próximo a los 40 años de edad, James Byrne no deja de sorprender en sus múltiples facetas: poeta, traductor, profesor universitario y editor. Un inglés que se ha interesado por poesías de la denominada “periferia”, como la birmana o siria, de las cuales ha realizado cuidadosas traducciones, algunas de ellas sin antecedentes en Occidente. Muy joven se hizo acreedor de la beca Stein de la Universidad de Nueva York y fue poeta en residencia en la Universidad de Cambridge, distinción que también recibió Joseph Brodsky.

Dice que hay dos autores que cambiaron su percepción sobre lo que la poesía podía hacer, cuando recién comenzaba: Paul Celan y Vladimir Mayakovsky. Su sensibilidad social, una profunda preocupación por las sonoridades y un largo recorrido por la labor poética podrán ser apreciados por el público asistente al Festival Internacional de Poesía Luna de Locos, que se realizará por undécima vez en Pereira desde el 29 de agosto hasta el 2 de septiembre.

Byrne pertenece a una generación de poetas jóvenes, aunque no se siente seguro definiendo ninguna generación de poetas; por lo menos no en términos simples ni usando alguna frase vacía de sentido. Él, el poeta, el profesor y el traductor, asegura interesarse más por las poesías que por la “poesía”.

“Si traigo la cuestión a lo local, si pienso acerca de dónde vengo (Inglaterra), hay muchos poetas de mi generación que no me generan simpatías hacia su manera de escribir, bien porque pueden estar excesivamente interesados en el realismo social cuando el mundo en su vastedad es tan surrealista, peculiar y extraño, o bien porque simplemente usan un lenguaje soso, sin musicalidad”, señala Byrne.

¿Se puede enseñar a ser poeta o qué es lo que se enseña en los cursos de poesía?

Esta es una pregunta muy usual. Algunos poetas creen que puedes nacer con la habilidad para escribir. A mí me suena ridículo. Creo que cualquiera puede aprender a escribir mejor y no necesitas nacer en una librería ni caerte de una estrella para ser un buen escritor. Creo que también depende de la clase de persona que seas, de qué estás hecho y qué tanto ames el lenguaje (en el sentido de amarlo como una adicción, sin querer buscar la cura).

Ahora bien, como profesor prefiero verme por encima de todo, como un guía para mis estudiantes.

¿Ganar premios lo ha hecho un mejor poeta?

He ganado un par de premios fuera de Inglaterra (esto me recuerda la anotación de Auden sobre lo que debería ser el objetivo de todo poeta: ser como el queso francés, apreciado dentro de casa, pero premiado fuera). Todos estos premios resultaron en la publicación de mis libros fuera de Inglaterra, en Serbia hace muchos años y mi más reciente libro Everything Broken Up Dances, publicado en Estados Unidos en 2015.

Generalmente —incluso cuando los buenos poetas son premiados, que no ocurre siempre— tengo mis dudas respecto a los premios. Lanzan a los poetas unos contra otros, favorecen la competencia sobre la comunidad y el corporativismo contra el intercambio de ideas.

¿La esencia del poema se puede perder al traducirlo?

La respuesta es muy obvia: sí y no. De hecho, me sorprende que esta idea siga estando entre nosotros como esas viejas carrozas conducidas por caballos en el siglo XXI. La traducción, como el lenguaje mismo, es también un modo de pensamiento, un modo de comunicación (entre el escritor y el traductor, también). Walter Benjamín escribió ampliamente sobre esto en su ensayo pionero La labor del traductor (1923). La traducción incluye la correspondencia entre lenguajes, pero también sus ecos, sus malentendidos, falsos giros, evasiones y hasta búsquedas infructuosas. Benjamin escribió: “La tarea del traductor consiste en encontrar sobre el lenguaje traducido el efecto deliberado que produce un eco del original”. Estoy de acuerdo, especialmente, en la parte de lo “deliberado”.

Además, el lenguaje mismo, como la traducción, implica errores. Como poeta, pero también como traductor, estoy interesado en las posibilidades del error, particularmente entre lenguajes que no pueden ser traducidos con excesiva precisión, como del birmano y del árabe al inglés.

Ha dado conferencias sobre “poesía moderna, posmoderna, innovadora y poética”. ¿En qué se diferencian esos tipos de poesía?

Varía. Depende de a quién le preguntes. Muchos dirán que la posmodernidad empezó con lo de Hiroshima, el Holocausto o la invención de la televisión. Y varía también, supongo, dependiendo del acceso a la poesía internacional y la traducción. Por ejemplo, trabajando con poetas de Birmania, un país excluido del resto del mundo durante cincuenta años, nos damos cuenta de que el posmodernismo llegó muchísimo después de haberse establecido en América.

Siempre tiendo a enseñar la poesía del modernismo y del posmodernismo centrándonos en sus diferencias y similitudes estéticas entre escritores de ambas épocas. Y enseño sobre poetas del siglo XXI de muchas partes del mundo, muchos de los cuales pueden ser considerados pos posmodernistas. Y así el panorama sigue complicándose...

¿Qué ha encontrado sobre la poesía siria?

Antes de unas pocas lecturas de los grandes poetas sirios del tardío siglo XX —Adonis, Barakat, Qabanni—, mi primer encuentro serio con la poesía siria sucedió con la visita que hice al país en 2009. La situación en aquel entonces estaba perfectamente estable, al menos si lo comparamos con la situación actual. Sin embargo, mientras estaba allí sentí con mucha fuerza que la nación entera vivía profundamente bajo un régimen opresivo. Y, además, como es normal en países donde los artistas no tienen libertad de expresión ni de ninguna clase, los escritores que conocí entonces estaban comprometidos políticamente, abiertos a nuevas ideas y extremadamente sensibles hacia el género humano.

La poesía siria cuenta con una vasta historia y no pretendo comprender todas sus texturas y narrativas. Lo que puedo decirte es que desde el 2011 —mientras el país sigue siendo bombardeado, devastado y desarraigado— he estado leyendo trabajos directamente ligados con el activismo político como respuesta a la escalada de violencia. Además hay poemas subterráneos, difíciles, artística y lingüísticamente, más dinámicos, pero todavía muy fuertes en sus concepciones políticas.

“Ponte una cara para que te parezcas más a ti mismo”, afirma un poema suyo. ¿Qué cara se coloca James Byrne para parecerse más a sí mismo?

Mmmm. Qué interesante pregunta. Pero ¿quién es James Byrne?


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