Revista Pijao
Mujeres ejemplares del país que se impusieron a su tiempo
Mujeres ejemplares del país que se impusieron a su tiempo

Por Carlos Restrepo

El Tiempo

Es posible que, salvo dos o tres nombres, muy pocos de los miembros de las nuevas generaciones identifiquen a las seis mujeres que la periodista Myriam Bautista perfila en su libro más reciente, Rebeldes: osadas y transgresoras mujeres colombianas.

Se trata de la escritora Soledad Acosta de Samper, de la líder social María Cano Márquez, de la periodista Emilia Pardo Umaña, de la artista paisa Débora Arango Pérez, de la médica Cecilia Cardinal de Marín y de la socióloga Virginia Gutiérrez de Pineda.

Por eso resulta muy oportuno, en momentos en que se libran en redes sociales, foros en la sociedad y medios de comunicación los debates de igualdad de género, recordar a estas mujeres, que con tenacidad y empeño se impusieron a su época. Machista y displicente, por demás, en muchos de los círculos.

Durante varios meses, Bautista escudriñó en archivos, periódicos, revistas y habló con parientes y conocidos de estas mujeres, para reconstruir su vida y su legado, para retratarlas en estos perfiles periodísticos.

“Uno de los rasgos comunes de estas mujeres fue el olvido al que fueron sometidas, acabadas de enterrar, o la estigmatización y menosprecio con que se las juzgó. La sociedad patriarcal en la que vivimos contribuyó a ese juicio cicatero que las desvalorizó, así como la misoginia presente en todos los sectores sociales, de la que no se salvan esos historiadores paradigmáticos que escribieron el relato de nuestro pasado”, comenta Bautista.

¿Se quedaron algunas por fuera?

Muchas. Las sufragistas merecen ser reconocidas porque trabajaron por la igualdad política, y poco o nada se sabe de ellas, sobre todo aquellas que no militaron en los partidos tradicionales. Las científicas de este país tampoco se conocen y se están muriendo sin que se les haya hecho reconocimiento. Y así podría continuar sectorizando importantes núcleos femeninos que pudieron ser a pesar de un medio, tanto endógeno como exógeno, adverso.

¿Qué tienen en común estas mujeres?

Destaco su persistencia porque vencieron los pequeños y grandes obstáculos con los que se encontraron. Las seis mujeres de mi libro fueron además audaces, valientes, dedicadas, disciplinadas... y podría seguir adjetivando su vida y su obra; sin embargo, como los panegíricos resultan poco creíbles, la invitación es a leer los perfiles y a profundizar en su obra, para comprobar que no estoy especulando o engrandeciéndolas de manera gratuita o por simple solidaridad de género.

¿Qué curiosidades encontró de Soledad Acosta de Samper?

Más que curiosidades, la vida de Soledad Acosta de Samper es extraordinaria por la magnitud y diversidad de su obra literaria. Comenzó a escribir, a los 20 años, un Diario íntimo que en buena hora guardo y hoy se lee con interés porque es una autobiografía de esos tres años en los que se enamoró y arranca su carrera de escritora. Un relato en el que describe, sin limitaciones ni cortapisas, las costumbres de la época, escaramuzas de las guerras permanentes y retrata con exactitud el medio social en que vivió, añadiéndole sus sentimientos, sus temores, sus insatisfacciones, sus mezquindades, sin rubor alguno y sin ejercer autocensura.

Escribió Soledad en sus 60 años de vida adulta: 21 novelas, 48 cuentos o narraciones breves, 43 estudios sociales y literarios, 21 tratados de historia y biografías de próceres, cuatro obras de teatro, y dejó el inventario, nombres y apellidos de las esposas de los conquistadores que vivieron en este territorio.

Fue además periodista, corresponsal en los países en los que vivió. Fundó cinco medios de comunicación femeninos, que tuvieron, como la mayoría de prensa en esa época, una vida muy corta. Escribió varias proclamas que hacía firmar por decenas de mujeres que exigían de los primeros mandatarios explicaciones o actuaciones por situaciones anómalas y, por si fuera poco, ejerció como mujer de negocios: dueña de imprentas, en compañía con su marido, y de una miscelánea, actividad comercial de la que derivó su sustento, el de sus hijas y el de su madre. La mayoría de su trabajo lo desarrolló en el siglo XIX, una centuria adversa, como ninguna, a las mujeres del mundo entero.

¿Qué camino abrió María Cano para la mujer colombiana?

La primera lideresa, como se la nombraría hoy, María Cano Márquez, se destacó, en los diez años de activismo político, como agitadora de masas, oradora sin igual en la plaza pública y mujer comprometida con los más débiles y en la defensa de los derechos humanos, en los remotos años treinta del siglo pasado. Nunca la llamaron compañera ni tampoco camarada, simplemente Mariacano, con un solo golpe de voz, o Señorita María.

Su vida pública arrancó muy tarde, a los 39 años, pero antes se había destacado por su actividad literaria, plasmada en escritos publicados en periódicos y revistas, y por la defensa de los arrendatarios que eran desahuciados de sus viviendas. Demostró no solo rebeldía y valor, sino un auténtico sentimiento de solidaridad hacia obreros y obreras que inauguraban el proletariado nacional.

Sin duda, trazó un camino para esas mujeres que junto a ella o después de ella luchan por una sociedad menos injusta, tal vez ninguna, eso sí, con la contundencia de sus argumentos y la fuerza de su discurso. No fue María Cano revolucionaria en su vida íntima, pero las giras que hizo, en compañía de los primeros socialistas, fueron suficientes para que se convirtiera en adalid de las luchas populares.

Emilia Pardo logró hacerse un espacio en el periodismo en una época muy machista. ¿Cómo lo hizo?

A punta de inteligencia, ironía, disciplina, constancia, pero sobre todo de creatividad. Periodista recursiva que estuvo siempre innovando, no se quedó escribiendo la página social para la que la contrató el vespertino El Espectador en 1934, sino que se convirtió en una columnista que les hablaba a los poderosos de tú a tú e interpretaba el sentir popular, tanto que se inventó una columna en la que opinaba como Ruperta Canastos, ayudante doméstica o sirvienta (como se las nombraba en esa época).

Ruperta escribía con gracia sobre lo que pasaba en las casas de puertas para adentro y se refería a la situación política y social en primera persona o dándoles voz a sus patronos. Emilia fue la primera, y una de las pocas, criticas taurinas. Fue freelance cuando esa modalidad no se conocía y también fue ‘cabeza de turco’, se hizo pasar por prostituta para conocer el tratamiento que se les daba a las trabajadoras sexuales en los ‘permanentes’, a donde eran llevadas en las redadas que hacía la policía de manera periódica.

Emilia Pardo Umaña murió en 1961, a los 57 años, ejerciendo en este periódico. Durante años se la desconoció como la pionera del periodismo ejercido por mujeres y se desvalorizó su legado.

¿Qué fue lo que más le impactó de la artista Débora Arango?

La diversidad y contundencia de su obra. Lejos estoy de ser especialista en arte, pero quedé impactada con su obra política. Cuadros enormes que relatan hechos violentos y retratan a sus autores, los representantes más retardatarios de la clase dirigente. Asimilar a los políticos indecentes y violentos, que los ha habido por montones en todas las épocas, con los animales más repugnantes de la zoología y caricaturizar al clero por sus posiciones reaccionarias y abiertamente machistas me produjo admiración y asombro.

De sus desnudos, la temática más conocida de su obra, fue un descubrimiento hallar un par de ellos en los que pintó la masturbación femenina placentera como el hecho natural que es y cuerpos imperfectos de mujeres comunes que retan con su mirada franca y abierta a sus espectadores. Descubrir una Débora osada y revolucionaria con el pincel, pero de misa diaria y totalmente sometida a su hogar patriarcal y machista, me impresionó.

Además de aventurarse a ser médica, Cecilia Cardinal de Martín fue de las primeras en hablar de sexo sin tapujos...

Sí. Cecilia estudió con otra compañera en la Universidad Nacional de Colombia, en un grupo de cien hombres. Fue una de las primeras ginecólogas y la primera que batalló para que se impusiera la educación sexual como materia obligatoria en la secundaria, de modo tal que jóvenes de ambos sexos conocieran no solo la anatomía de sus aparatos reproductivos, sino lo importante y necesario para todo ser humano de conocer su cuerpo y así poder desarrollar una vida sexual plena.

Ella luchó por desterrar de nuestro vocabulario palabras soeces y chistes grotescos para nombrar la actividad sexual. Incisiva y carismática, Cecilia Cardinal se paseaba por estudios de radio y televisión alertando sobre embarazos prematuros, abortos clandestinos y recalcando la necesidad de relaciones sexuales satisfactorias para desterrar la hipocresía y la amargura social. Muchos señores ministros de Educación la sacaron de sus despachos porque resultaba indecente que una señora doctora como ella estuviera planteando asuntos tan indecentes.

¿Por qué termina Virginia Gutiérrez de Pineda estudiando la familia colombiana?

La maestra Virginia comenzó haciendo investigación sobre la medicina tradicional y la expulsión de jóvenes y niños a las calles, los gamines de ayer, los sicarios de hoy, y muy pronto se dio cuenta de que sus colegas investigadores estudiaban los fenómenos que ocurrían de puertas para afuera de los hogares; ella entró, sin pedir permiso, a las casas colombianas y analizó la composición de las familias desde La Guajira hasta el Amazonas, presentando una radiografía precisa de esas múltiples familias colombianas, constituyéndose sus estudios no solo en los primeros, sino en los únicos sobre el núcleo primario de la sociedad.

El sociólogo Orlando Fals Borda remató un artículo sobre Virginia, para este periódico, así: “Parafraseando una de sus reflexiones, sin Virginia y sus trabajos no podríamos revaluar con certeza el ayer y mirar con fe hacia adelante”. Curiosa, disciplinada y muy acertada investigadora, a la singular maestra Virginia Gutiérrez de Pineda se le siguen escamoteando sus aportes, que si vinieran de un investigador hombre serían puestos en primera línea.

¿Qué papel jugaron los hombres cercanos que rodearon a estas mujeres?

Padres y esposos, en general, respetaron y reconocieron el valor de la obra de sus mujeres. Es de anotar que Débora y Emilia fueron solteras. Sin embargo, como lo demuestro, hubo gestos de misoginia y de subvaloración que pasaron desapercibidos pero que quedaron registrados, y, por supuesto, tuvo que haber otro tanto que nunca se hicieron públicos. Para hacer justicia, también hay que decir que obras como la de Débora Arango tuvieron su reivindicación gracias a críticos como Alberto Sierra, quien, en 1984, cuando ella tenía 77 años, montó la exposición que la consagró y le dio esas satisfacciones a las que toda artista aspira.


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