Revista Pijao
La mirada surrealista del autor John Better
La mirada surrealista del autor John Better

Por Carlos Restrepo

Especial para El Tiempo

En una escena de 'A la cas(z)a del chico espantapájaros', la primera novela del escritor barranquillero John Better, una madre llama a gritos a su hijo. Cuando el muchacho llega, su progenitora le pregunta de dónde diablos sacó una alocada historia que encuentra escrita en un cuaderno Jean Book.

Se trata del relato del 'Niño Cisne' que aparece en el pozo de agua, en el patio de la casa de una ciudad costera, cuando finaliza un aguacero de esos que no dan descanso a sus habitantes durante varios días.

“– ¡Qué dices! ¿Tú me escribiste esto?, no me estarás tomando el pelo… Ven acá, acércate, déjame ver algo. Baja la cabeza. ¡Lo sabía!– dijo mi madre mientras metía su mano en el interior de mi cogote y extraía un puñado de paja seca que puso frente a mis ojos”.

De niño, a Better le quedó grabada esa imagen de su cabeza llena de paja, cuando su mamá le encontraba también sus escritos en libretas viejas.

“Temía partirme la cabeza y que toda esa paja se regara. De adulto, toda esa paja es la que rellena mi memoria y evita que sea un imbécil más ceñido a una estúpida cotidianidad burguesa”, comenta el autor.

En su novela, da vida a tres jóvenes (Sandy, WC Boy y Greg) que comparten la misma vivienda, en su paso hacia la adultez, en una ciudad imaginaria de la costa Caribe, con guiños autobiográficos y de tributo a su natal Barranquilla.

Better toma como excusa la cotidianidad existencial de los protagonistas para meter al lector en un extraño mundo de corte surrealista, narrado en dos planos.

Por un lado, la vida diaria de una familia y unos jóvenes. Y en el otro, las historias que se suceden en los capítulos titulados como Jean Book, en donde todo ocurre en un universo irreal.

“El libro es un cubo de Rubik escrito y articulado en dos épocas. Una infancia surreal llena de supersticiones, cuadros malditos, un patio gótico con neonatos enterrados en sus rincones y una adolescencia frustrante, a veces poetizada por eso que llamamos amor”, dice su creador.

Better agrega que la otra narrativa (la de los cuadernos Jean Book) son una especie de “viñetas de inconciencia-ficción para que el lector sucumba o se estremezca todavía más”.

Lo curioso es que todos los personajes entran y salen de ambos planos.

“Todos son personajes reales, porque existen o existieron. Por ejemplo, WC Boy es el chico que amo, mi madre es ella, en fin... Al ponerlos en el plano irreal (el de los cuadernos Jean Book) solo deseo darles un aura de seres fantásticos, eso de lo que en la triste realidad carecen”, explica el autor.

Sin duda, la fuerza y la magia del Caribe están presentes a lo largo del relato, desde un entorno que no fue fácil para el autor, pero que se convierte en materia prima para su narrativa.

“Hablo de Barranquilla, o mejor dicho, de mi metro cuadrado de miseria; aquella casa roída, llena de voces, muertos, materas con flores y de ese patio lleno de árboles frutales. Un lugar que me enseñó el miedo. A veces regreso allí diciendo en voz alta nombres de personas y cosas que ya no existen”, anota Better.

Y dentro de ese universo, él aprovecha también para jugar con su simbología, desde el mismo título.

“Una palabra del título tiene dos miradas: a la casa (ella) y caza (yo). Ahí surge esa ambigüedad que tiene que ver mucho con mi personalidad y mi carácter. El chico espantapájaros es esa cosa kafkiana de todo aquel que un día amanece convertido en algo inesperado”, concluye.


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