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Juan Gabriel Vásquez: “La novela exige valores opuestos a los de la distracción y la falsa compañía de las redes”
Juan Gabriel Vásquez: “La novela exige valores opuestos a los de la distracción y la falsa compañía de las redes”

Por Ana Marcos  Foto Revista Semana

El País (Es)

La noche del jueves fue una de esas noches bogotanas. Los rayos caían sobre la capital de Colombia implacables y segundos después los truenos hacían saltar las alarmas de los carros. Después la lluvia, la que siempre le gana la batalla al precario alcantarillado de una ciudad donde llueve, de media, todos los días del año desde que se fundó en la sabana de Los Andes. La tormenta no perdona a nadie, tampoco a Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973). El escritor presentaba Viajes con un mapa en blanco (Alfaguara) en una librería en el norte de Bogotá hasta que el agua empezó a inundar el lugar. "Ustedes son héroes de la lectura, venir hasta acá en una ciudad retadora como la nuestra, por decirlo amablemente", decía el autor al público que le persiguió hasta un hotel pese al caos.

Vásquez ha reunido en su nuevo libro una colección de ensayos que tienen origen en las conferencias que impartió durante 14 semanas en la universidad suiza de Berna como profesor invitado. "Tenía libertad y elegí hablar de la novela", explicó. "Son cartas que mando a los lectores para compartir pasiones, reflexiones que han surgido en el momento maravilloso de la soledad de la lectura".

El género de la novela acude al consultorio médico en busca de diagnóstico en una época, en palabras del editor y escritor Mario Jursich (presentador del acto), "en la que se publican millones en el mundo y no existe el mismo número de lectores". Juan Gabriel Vásquez es consciente de que en esta sociedad la literatura se la está jugando, pero apela a unos valores opuestos, dice, a los de las redes sociales o a los de la llamada posverdad. "Exige principios opuestos a los del picoteo y la distracción, a los de la falsa compañía", aseguró. "La novela conversa en un cierto tipo de lenguaje sobre las cosas que nos preocupan. A ella se acude en busca de una verdad humana sobre nuestra experiencia que no nos dice nadie más".

En ese relato se encuentra con sus maestros, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes. La generación del boom tan denostado por sus coetáneos. "No comparto esa idea de matar al padre", dijo. "Yo tuve la ventaja de empezar a escribir cuando Gabriel García Márquez ya lo había hecho. He podido compartir el mundo con ellos y apropiarme de la literatura universal de Kafka, Faulkner o Hemingway que influyeron y aparecieron en sus obras".

Cuando el autor de El ruido de las cosas al caer se pone delante de un libro lo hace con un requisito previo: "suspender voluntariamente la incredulidad". En esa superstición huye de la literalidad, en busca de verdades que no relata la política, que no están en los medios. "En ese abandono a la mentira elaborada empezamos un viaje emocional que nos dice cosas irremplazables, por eso quienes leen con espíritu literalista están violando un pacto sagrado entre el lector y la ficción".

En la lectura sostenida de estas ficciones, pero también las de Miguel de Cervantes, León Tolstói, Albert Camus, Milan Kundera y Marcel Proust, entre otros, Juan Gabriel Vásquez ha comprendido que el estado de salud de la novela implica el estado de salud de una democracia. "La literatura de ficción nos adiestra en la capacidad de imaginar al otro y esta magia conduce al fenómeno rarísimo de la tolerancia".


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