Buenaventura, Valle del Cauca
Desde muy jóven participó en teatro y grupos culturales con Arturo Alape, Jairo Mercado, Benhur Sánchez Suárez, Antonio Correa, Soledad Farías, William Fernando Torres, Eduardo García Aguilar, entre otros, en el grupo cultural Punto Rojo.
Secretaria ejecutiva de la Unión Nacional de Escritores, trabajó con diversas editoriales entre las que se destacan Tres culturas, Panamericana y Pijao Editores.
Ha publicado los libros Bordes, poesía, 2002, los libros de cuento, Un muñeco en la acera, 2016, Los perros prefieren el sol, 2006, Historias anómalas, 1996, y La otra ventana, 1986. Ha publicado las antologías Elisa Mujica, 1988, País de versos, antología de poesía infantil colombiana, 1990, Cuentos policíacos, 1997, Poemas encantados, 1999, Poetas bogotanos, 1999, Las travesuras del pícaro tío conejo, 2007, Fábulas colombianas fábulas extranjeras, 2010, y es coautora del libro Los Samper, un libro abierto, 1984.
Los cuentos de Sonia Truque
Por José Luis Díaz Granados
“La otra ventana”, el primer libro de Sonia Truque, tiene tras de sí un incansable trabajo de años, una interminable sucesión de vivencias reales e imaginarias y un testimonio de aguda observación de los fenómenos humanos.
El volumen reúne doce cuentos y para llevarlos al papel escogió un estilo que yo denominaría coloquial, muy fresco, deliberadamente descuidado en ocasiones, que hace de los relatos un monólogo, o mejor, un diálogo sin respuesta, que sorprende por ese fluir de la conciencia espontáneo y emocional.
Lo primero que seduce de la lectura del libro es la riqueza de imágenes. La autora trasmuta sus obsesiones en cuadros, estampas de pura estirpe cinematográfica o plástica, que traducen más directamente su demonio interior. De allí a lo que quiere decirnos es un rápido paso, donde la intimidad, la aparente incomunicable reflexión, la reinvención de la dura realidad oficial se transforma en una cálida y acogedora identificación de emociones y de sucesos cotidianos.
Reflexión sencilla del comportamiento femenino, de la simple reflexión de dos muchachas o de sí misma en forma dual, la hallamos en su cuento “Algo del pasado verano”, nostalgia de algo remotamente amable que se fue, junto con el inmutable presente lleno de temores, embriagueces y de sueños aletargados, están impresos en el relato que le da título al libro. En “El mirador”, recordamos un poco el tono de las novelas estivales de los objetalistas franceses de la década de los años 60, pero con el tono personal de Sonia descubriendo para nosotros el amor y la ausencia a un mismo tiempo; o rememorando fragmentos del verano en medio de una vibrante sucesión episodios que retratan magistralmente a una generación, como en el titulado “De seis a dos en el bar”.
Tiene cuentos como “En el pueblo fronterizo, en el cual asistimos al juego del amor, discreto y deslumbrante a la vez, en donde se redescubre el encanto de la insondable alma del ser amado, “próximo y lejano como el viento”.
De manera delicada, impermeable a cualquier extremismo maniqueista, expresa el desamor o el asco o el deseo reprimido en el cuento “Hermanas”. O el día entre los días del “Día de guardia”. O “Comentarios de vecinos”, construido con sustancias violentas, con el ardor de la ira. “Doris en el rompeolas” abandona levemente, fugazmente el género para convertirse en estampa, en lívida evocación. No así “Varados en la arena”, conjunción de la expresión poética, con la descripción nada fácil de un hombre y una mujer que se aman y se desaman, sin definir exactamente el límite entre la unión y la ruptura. Y el sueño-poema-relato titulado “Oscilación tardía”, anegado de otoño, y finalmente la “Verbena de San Juan”, expectante, jubiloso, pasional hasta el paroxismo de una fiera frutal.
Este es, a grandes rasgos, el libro de cuentos que nos ofrece Sonia Nadezhda Truque en su primera salida. Se ve que nos da lo mejor de sí misma. Sangra en cada línea con el mismo desgarramiento espiritual con que Carlos Arturo Truque, su ilustre progenitor, escribía sus hermosos y perdurables relatos de “Vivan los compañeros”, cada uno en su estilo, con su temática, “con su cuento”.
Solo me resta afirmar –y no quiero con esto hacer una superficial figura literaria- que con su libro, Sonia Truque tiene en sus manos la posibilidad de abrir “otra ventana” a la literatura nacional con el novedoso tratamiento de la temática de la cotidianidad.
Literatura con una mirada negra de la vida
Por Mónica Uribe
Esquina Popular. Agosto 9 de 1989
Aunque nació en Buenaventura de allá no tiene recuerdos porque al año de vida su familia se vino a Bogotá y fue acá donde empezó el gusto por la literatura. Su padre Carlos Arturo Truque, era escritor y solía invitar a gente vinculada con las letras. En ese ambiente de arte y bohemia creció Sonia Truque y por eso, transcurrida su adolescencia se unió a escritores como Arturo Alape, César Valencia, Jairo Mercado, Antoni Correa, Soledad Farías, Eduardo García Aguilar y otros para crear uno de los primeros colectivos literarios de Colombia: “Punto Rojo”, una revista político-literaria.
Posteriormente, junto a Luis Fernando Lasso, Carlos Nicolás Hernández y otros miembros de la primera revista salió al público “Teorema” y en 1976 viajó a Europa por espacio de diez años. Fue una época inolvidable, leía, estudiaba filología catalana, trabajaba en editoriales y escribía comentarios de libros que enviaba a diferentes lugares.
Hace cinco años regresó al país para asumir al poco tiempo la secretaría ejecutiva de la Unión Nacional de escritores y, forma simultánea trabajó como investigadora en el proyecto editorial de Carlos Nicolás Hernández, denominado “Tres culturas”, cuyo objetivo era publicar poesía infantil y rescatar la memoria literaria del país a partir del siglo XIX hasta nuestros días.
A manera individual ha publicado –en 1986- La otra ventana, libro de cuentos y Elisa Mújica en sus escritos, una selección bibliográfica de sus textos. Pero también, Sonia ha escrito en diferentes revistas literarias, ha reseñado libros y actualmente concede puntadas a otro libro de cuentos.
Su literatura –afirma ella- es del silencio, subjetivista, que tiene mucho que ver con algunas corrientes que se trabajaron en Europa, como el objetalismo y con una escritora catalana, Merce Rodoreda, que ha sido decisiva en su labor creativa.
Esto es lo que se advierte en su próximo libro de cuentos donde intenta darle la vuelta al discurso intimista y volverlo más escueto, más abierto para mostrar la sordidez, la descomposición social, “una mirada negra de la vida”. Y en su novela inédita “ha existido la figuración del amor en tres aspectos: la ciudad, del homosexualismo y de la familia. Pero puede que se vuelva un relato” dice sonriendo.
Sonia considera que el trabajo final de un escritor es el resultado final de todas las lecturas. Sus cuentos, por ejemplo, catalogados como profundos y de buena narrativa, son producto de su entrega a Proust, Virginia Woolf, la tragedia griega, algunos filósofos como Nietzsche…pero también de su inclinación por el sicoanálisis, la pintura, ver y leer, el expresionismo alemán…
Dentro de la literatura nacional, le gusta mucho Soledad Acosta, la literatura de la Costa Atlántica, Gabriel García Márquez sobre todo por sus cuentos y El coronel no tiene quien le escriba.
Opina que en Colombia se está haciendo buena literatura. “Gente joven como Evelio José Rosero, Milcíades Arévalo, Eduardo García Aguilar, Fabio Martínez,
Carlos y Jorge Pardo, en narrativa, o como Eugenia Sánchez Nieto, Antonio Correa, Orieta Lozano, Juan Manuel Roca que tiene una obra consolidada en poesía, entre muchos otros”.
“En narrativa –asegura- pienso que hay un buen momento para el cuento y la novela. Es decisivo y probable que terminemos la década con algo importante. Los nuevos escritores están interesados en contar cosas y en esa búsqueda abandonan el garciamarquismo. Aquí aún están engolosinados con la palabra. En cambio en Estados Unidos y Europa lo que importa es el discurso exterior y coloquial”.
Sonia trabaja, escribe, lee con intensidad, critica a los gobiernos liberales o conservadores, porque ninguno de ellos se ha interesado por la cultura, ni la incluyen como bandera, afirma que acá el escritor no tiene apoyo estatal, está totalmente desprotegido y asegura que el boom editorial “tan cacareado por la prensa” no es tal sino que “es la llegada de agencias extranjeras que solo se interesan por vender en el país los autores de sus lugares de origen”. También dice que hay carencia de lectores, de lectores formados y que en esa medida “este no exige, le gusta lo fácil, lo trillado, lo obvio, los lugares comunes”.
Sí, Sonia Nadhezda Truque es crítica de ella y de sus homólogos pero lo último que dejaría de hacer es escribir. Y lo continúa haciendo mientras escucha jazz, música barroca, salsa y de países lejanos, música que la inspira.