Pitalito, Huila (1946)
Escritor y pintor. Ha publicado las novelas La solterona (1969), El cadáver (1975), La noche de tu piel (1979), A ritmo de hombre (1979), Venga le digo (1981), Memoria de un instante (1988), Así es la vida, amor mío (1996), Victoria en España (2001), El Frente inmóvil (2007) y Buen viaje, General (2010); los libros de cuentos Los recuerdos sagrados (1973) Cuentos con la Mona Cha (1997), Historia de los malos tiempos (2012), Cuentos, antología personal (2014) y Canta en yo mayor (2016); los libros de ensayo Narrativa e historia (1987), Arte, música y literatura (1988), Identidad cultural del Huila en su narrativa y otros ensayos (1994) Esta noche de noviembre (1997) y Mi ejercicio de la reflexión (2012); y los libros de textos poéticos Sobres de manila (1998), Laboyos y otros textos con memoria (2005) y Las señales de la ausencia (2015). Cuentos suyos han sido traducidos al francés, al alemán, al italiano y al inglés.
En la actualidad vive en Ibagué (Tolima) dedicado a pintar y a escribir y es columnista del diario El Nuevo Día.
Cantata en yo mayor
Por Diego Peña
Cada hombre está en la tierra para simbolizar algo que ignora.
León Bloy
Abro el libro con la intención de leer el primero de los cuarenta y tres relatos. No lo logro. Después del primero, me antojo del segundo, del tercero, del cuarto y, de esa manera, llego hasta el veinte. ¿Qué pasa? Siento que el libro me conduce muy suavemente por cada página y no puedo parar. La lectura me hace pensar que algunos nuevos creadores dudamos sobre qué escribir y que somos demasiado odiosos con los lectores. Las 150 páginas de Canta en yo mayor, del escritor huilense, constituyen un libro que nos muestra una manera de superar esas dificultades. Con esta certeza deconstruyo el libro para saber cómo lo hace. Para alcanzar la familiaridad con el lector, el escritor se vale principalmente de las intrigas, del narrador y del lenguaje.
Las intrigas que desarrolla nos llevan a pensar en el libro no como memorias, sino como una serie de relatos que forman una novela. Una de ellas es la muerte. Temprano en el libro se nos anuncia que el narrador ha sufrido cinco “caricias de la muerte”. Desde ahí, el lector quiere saber cómo fueron esas caricias y continúa la lectura para averiguarlo. ¿Acaso el dato escondido no pertenece más a la novela o será que esa intriga la produce la incertidumbre de la muerte?
El narrador; otra de las intrigas que nos siembra el texto. Tal vez sea el elemento fundamental para que este libro se nos convierta en hogar. Técnicamente, el narrador es una primera persona que se llama Benhur y que le conversa a alguien (soliloquio). Esto genera una ambigüedad: el lector no sabe si el narrador se dirige a él o a otro ser. La conversación directa me hace sentir como alguien implicado en lo que pasa, una persona muy cercana al narrador, su amigo, su igual, su… Cuando alguien nos habla, si el tema nos atrae y tenemos disposición, deseamos que la charla siga y siga. ¿Por eso leemos historia tras historia, sin querer parar? Pero, para lograrlo, no solo se necesitan buenos temas, sino también un lenguaje apropiado.
El lenguaje que usa es bastante consecuente con la manera de narrar y se asemeja bastante al que se emplea en las conversaciones, sin alejarse del que llamamos lenguaje literario o poético. La amabilidad de las palabras y las preguntas que hace al interlocutor permiten que el libro sea fluido.
¿Sobre qué escribe? El autor, en estos textos, escribe sobre su vida. El libro publicado por Pijao Editores y Caza de Libros, no contiene anécdotas del autor. ¿Por qué no llamar anécdotas a lo allí escrito? Porque son mucho más que una historia; son trascendentes y profundas. En los relatos se devela el alma del narrador, pero su trascendencia recae en que también se devela la condición humana y se plantean problemas universales.
Consejo para sobrevivir y Mi efímero encuentro con la dicha son dos partes que nos ayudan a ver lo anterior con mayor facilidad. La primera nos muestra el gusto de Benhur por los libros, por tocarlos, por escribirlos y por sentirlos como seres vivos. Un gusto que compartimos muchos de los que hemos llegado a la literatura. Este relato, que parece un poema, nos hace sentir la emoción de consentir los libros y de adorarlos. La segunda nos habla sobre una relación amorosa. La relación del narrador fracasa porque se basó en un amor eterno. Una historia pasional que es narrada de tal manera que nos indaga sobre el amor eterno ¿no es acaso universal?
Por lo anterior, se me hace difícil definir si el libro es una novela, una autobiografía, una serie de relatos, etc. No me importa encasillar el libro. Pero, si alguien lo reclama, podemos usar el mismo rótulo que tienen ciertos libros de Coetzee: biografía novelada. Sin duda, hay otro elemento que hace posible este libro: haber escrito 24 libros y haber vivido 70 años. Sábato afirma que los artistas reclaman un signo de comprensión. Pues bien, el texto logra que ese signo sea un abrazo en la lejanía para el autor y para esta nota.
Detrás de mis Cuentos
Por Benhur Sánchez Suárez
Introducción a mi libro Cuentos, antología personal, publicado por Pijao Editores en su colección Maestros Contemporáneos.
Los seres humanos, cada uno en su momento, han vivido profundas crisis que los han llevado a responder de diversas maneras para desarrollar sus estrategias de supervivencia. Escribir es una de esas formas para lograr soportar los embates de la realidad. Y esta ha sido, en síntesis, parte de mi respuesta.
Es como si el escritor, al crear un universo imaginario, lograra dominar el universo real donde convive con la desgracia y al mismo tiempo con la alegría, con el odio y el amor, con la lealtad y la traición.
Por eso se dice que las obras reflejan el estado anímico del escritor, su estado íntimo, su manera de enfrentar cada paso hacia el éxito de vivir. En la medida de la constancia y la disciplina se logra ir dominando ese universo imaginario, esas mentiras que han de convertirse en las grandes verdades para los seres humanos que accedan a ese mundo ficticio, que ellos considerarán verdadero. El éxito del escritor está en que le crean sus ficciones y se apropien de ellas.
Pero, sobre todo, la disciplina para dominar las herramientas de creación, como el lenguaje. No importan, en realidad, los temas a través de los cuales se viertan los miedos y las esperanzas, sino la manera de abordarlos, el lenguaje a través del cual se van a comunicar y a visibilizar esos dramas y esos éxtasis que de otra manera serían desconocidos y a la postre inexistentes.
Por eso he escrito cuentos, pocos para el tiempo transcurrido, y por eso los reúno aquí como otra búsqueda y otro recuentro. Sin embargo, debo advertir que escribir cuentos para mí ha sido siempre una tarea sumamente difícil. Me falta capacidad de síntesis y me resulta engorroso escribir constreñido por el género.
A mi primer libro lo titulé “Los recuerdos sagrados” (1973), diez cuentos caracterizados por la unidad temática, anclados en la nostalgia de mi región natal y deseosos de testimoniar las secuelas del pavoroso período de la Violencia. Creo que lo logré. Algunos de ellos fueron mencionados en concursos nacionales del género.
Sobre este libro, “Los recuerdos sagrados”, escribió Elisa Mújica, escritora santandereana, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua: “El lenguaje con que se narran estas cosas se oye como pronunciado desde lejos, envuelto en nieblas, instrumento necesario pero desesperanzado, como a punto de extinguirse, como si la protesta fuera inútil. El trastrueque de tiempos y personas verbales no es aquí un truco sino algo necesario a la vida interior del relato, sobre todo en Los grandes juegos y El cadáver, dos de los mejores. La violencia que es el hilo que los une les confiere una cierta textura novelesca. Cada personaje conoce a los demás. Lo que sucede a uno pesa sobre los otros. Los dos últimos cuentos no transcurren en el pueblo. Los protagoniza en la ciudad un hijo o nieto de la violencia, que lucha por bajarse de su carro, pero sin lograrlo”. (Lecturas Dominicales, El Tiempo, 1973)
En verdad escribí cuentos más por un ejercicio de escritura que por la convicción de tener la habilidad para la narración breve, aunque gran parte de mis novelas sean en verdad breves si se miran desde la óptica europea y norteamericana.
De hecho, algunas narraciones las empecé como cuentos y terminaron siendo novelas. Por ejemplo, dos cuentos dan origen a sendas novelas: “El cadáver”, es la base de la novela del mismo nombre, y “Todo empezó con el hastío”, es el germen de “A ritmo de hombre”, ambos publicados en mi primer libro. De esta primera aparición he seleccionado cuatro para hacer parte de la presente publicación.
También pienso que mi ejercicio y desarrollo en la novela (porque primero escribí novelas que cuentos), influyó para que en mis libros de cuento se palpe siempre una unidad temática. Por eso he pensado que un libro de cuentos siempre debe tener esa unidad y quizá por eso mi segundo volumen, “Cuentos con la Mona Cha” (1999) gira alrededor del mismo personaje central.
Son narraciones que escribí con base en las experiencias que me contara mi entonces astróloga de cabecera. Algunas de sus entrevistas diarias fueron la materia prima de mis cuentos. En su primera edición (1999) en libro contiene siete cuentos, ocho en la segunda (2004) y nueve en la definitiva (2007) y una diferencia de veintiséis años entre mi primer libro y esta otra experiencia literaria. Aún no sé por qué el libro fue creciendo en esos ocho años, como si estuviera vivo. De todas formas, sólo cinco han pasado a integrar mis “Antología personal”.
Sobre mi segundo libro, “Cuentos con la Mona Cha”, comentó el escritor y crítico Jesús Alberto Sepúlveda: “Son ochenta páginas para contar cuentos de pareja con una visión tan particular como elemental de lo que transcurre a diario en el corazón inquieto de los hombres; libre de concesiones retóricas o poses eruditas, con ese lenguaje de la cotidianidad que nos convierte en lectores y en protagonistas de las mismas historias en un coro a dos voces que de pronto es la voz de todos nosotros. Son relatos recogidos y armados en cualquier calle de la avenida Jiménez de Bogotá o en un edificio del barrio Belén de Ibagué en una noche de aguacero y apagón, en un asadero de pollos donde se presume la muerte en la presencia inesperada de un hombre extraño que aparece como un fantasma; en un apartamento de escritores amigos entre tragos de whisky y conversaciones literarias; en los angostos e iluminados pasillos de un hospital donde se juega con el dolor y la pesadilla; o en un consultorio donde la Mona Cha lee los designios de los días por venir en las cartas premonitorias dibujadas con las estrellas del zodiaco. Otro libro en la ya extensa cuenta de Benhur Sánchez Suárez para enriquecer desde sus historias nuestra narrativa, la cotidianidad”. (Tolima 7 Días, Ibagué, martes 23 de julio de 2004, p. 20)
A mi tercer libro lo titulé “Historia de los malos tiempos” (2012), y en él reúno una serie de narraciones publicadas en diversos medios literarios, como revistas, suplementos literarios y portales de Internet, así como antologías nacionales y extranjeras.
Abarca el período transcurrido entre la publicación de mi primer libro y el segundo, algunos de antes del primero. Sólo el cuento que da título al libro es nuevo. De este libro siete cuentos hacen parte de la presente selección y, paradójicamente, son el aporte mayor en comparación con los otros.
En realidad, la publicación de esos cuentos en el tercer libro no me gustó para nada porque, si bien es un rescate de los que habían quedado perdidos, cada uno con su valor intrínseco y de contexto, tienen diversa calidad narrativa por las diferentes épocas en que fueron escritos y antes que mostrar una evolución positiva, dejan la impresión en el lector de una calidad dispar y en entredicho.
Quizás este hecho compruebe por qué mi producción cuentística sea bien escasa, aunque la selección que he hecho para este volumen puede ofrecer al lector un resultado mucho más interesante que el intento de rescatar para gomosos y estudiosos del género unas narraciones breves de un escritor predispuesto a las narraciones de largo aliento.
Dejo a mis lectores, por decirlo de alguna forma, el veredicto final.
Altos de Piedrapintada, Ibagué, 2014