Cali, Valle del Cauca (1955)
Escritor. Maestría en Estudios Iberoamericanos de la Universidad de la Sorbona, Paris III. Doctorado en Semiología de la Universidad de Quebec, Montreal, Canadá (UQAM).
Algunos libros publicados : La búsqueda del paraíso, biografía de Jorge Isaacs (Editorial Planeta), Balboa, el polizón del Pacífico. Novela histórica. (Editorial Norma), Un habitante del séptimo cielo (Univalle y Vericuetos-Paris), El desmemoriado. Novela de ciencia ficción (Editorial La Mirada Malva, Granada, España), Los viajes de la música : Música y Literatura afroamericana. Ensayo (Editorial la Mirada malva), El viajero y la memoria : Un ensayo de la Literatura de viaje en Colombia (Pontificia Universidad Bolivariana), Carlos Arturo Truque : valoración crítica (Programa Editorial Univalle), Guerra y Literatura en la Obra de Jorge Eliécer Pardo (Programa Editorial Univalle), El tumbao de Beethoven. Novela (Común Presencia Editores).
Obtuvo Mención Especial en la Beca ‘Ernesto Sábato’, 1987. Primer Premio de Ensayo Latinoamericano ‘René Uribe Ferrer’, 1999 y Primer Premio ‘Jorge Isaacs’, 1999.Ha sido Director del Programa de Estudios Literarios, Director de Univalle Sede Pacífico y Director fundador del periódico La Palabra, y en la actualidad, es profesor titular de la Universidad del Valle, adscrito a la Escuela de Estudios Literarios y columnista de El Tiempo.
El escritor y la bailarina
Por: Guido Tamayo
Lo primero que es necesario reconfirmar, al acabar de leer este libro de relatos, es que Fabio Martínez es un escritor, un animal moribundo —para parafrasear a ese otro animal moribundo, Philip Roth—; es decir, un hombre que imagina, recuerda y de ello hace ficciones.
La imaginación de Martínez, de forma evidente, tiene que ver con su tiempo, el tiempo de su formación sentimental e intelectual en la Cali de los años setenta, primordialmente, y las de los ochenta en su viaje de aprendizaje a Europa. De ambas experiencias y, por supuesto, de sus lecturas preferidas y de su mirada a este presente descuadernado, atípico y anti-utópico, nacen los cuentos que conforman este libro. La mirada del autor sobre el mundo que recrea está tamizada por una sabiduría: la del humor. Es difícil hallar un relato en donde no brille la picardía, el guiño al lector, la broma abierta o la sátira con nombres propios. El humor le otorga, entonces, a estos relatos un tono, una distancia crítica e inteligente, una actitud anti-solemne. El pasado aparece como una aventura iniciática: las calles, los bares, la música, la sensualidad de una Cali aún no mancillada por los caballeros del narcotráfico y por lo tanto, hermosa, espontánea, casi idílica, si no fuera porque Fabio Martínez, no cree en el paraíso terrenal. Años después —parafraseando esta vez a “Gabo”—, ese mismo paisaje será más infernal.
Y ahora, en este presente soso, los amigos de antaño se reúnen para intentar recobrar lo imposible: la felicidad de los viejos tiempos, pero terminarán en un burdel de la ciudad reiterando un rito ya un tanto aburrido, casi desestimulante como sucede en el cuento titulado “Hasta el fin de la guerra”. Un relato sobre el doloroso ejercicio de la nostalgia.
Uno de los dardos más atinados en estos cuentos, de los varios lanzados en el libro, va dirigido hacia las relaciones de pareja: el matrimonio es un escenario secundario, renunciable, no equiparable al del bar, más libre y sugestivo, como leemos en “Busco apartamento con bar incluido”. En los relatos “Los ensayistas del parque del perro”, “La noctámbula”, “La novia de Nosferatu” y “la joven”, la pedantería intelectualoide, la libertad sexual, la intromisión maniaca de los celos, hasta la inocencia, son tropiezos poderosos para realizar la tan esperada estabilidad sentimental que, como un espejismo, buscan las parejas.
Este conjunto de cuentos está atravesado por una insatisfacción, como decía, permeada por el humor y por otro elemento central: la imaginación que corre a instalarse en los territorios de la fantasía, la ciencia ficción y cierto decorado gótico. “Un gato ha entrado a mi sueño”, “Strobe light”, “Ataúdes de terciopelo azul” y “La mujer y los lobos” se desarrollan en un clima fantástico que habla con precisión sobre las estrechas limitaciones de la realidad. La soledad, la violencia, la inefable búsqueda del amor, el paso del tiempo. Comentario final merece la figura del escritor y sus controversias con el mundo. Fabio Martínez conoce muy bien la patética vanidad de los hombres de letras, su narcisismo compulsivo, su mendicidad a la hora de acumular aplausos, reconocimientos, elogios del mundo. Pero también el autor sabe de la otra cara: la soledad de ese individuo frente a sus textos, sus dudas, su universo cerrado y casi que autista. La marginación de su oficio, el desinterés de la sociedad por su trabajo, su desconexión vital con el entorno, en fin, las dos caras de esos animales moribundos que imaginan e inventan otros mundos. Ser escritor es quizá tener que enfrentarse a esos dos extremos: el de la soledad y el de la búsqueda, en general dramática, del reconocimiento. El relato que le da título a este libro, “El escritor y la bailarina”, plantea este dilema, pero no se enreda en falsas trascendencias sino que se ríe, se burla de ese afán tan humano y mezquino de ser reverenciado como autor. El contrapunto honorable de este planteamiento será el del cuento “La joven”, en la que un discreto (redundancia) corrector de estilo establece una relación amorosa con una joven lectora. No sé si sea este el destino que nos deparará el tiempo, pero será bienvenido.
Fantasio
Por: Sonia Truque
El País, Cali Revista Gaceta
En el grupo de escritores nacidos en los años cincuenta el trabajo de Fabio Martínez ocupa un lugar destacado. Nacido en Cali, tiene un posgrado en Literatura Hispanoamencana de la Universidad de la Sorbona y actualmente es profesor de literatura en la Universidad del Valle, donde dirige el periódico La Palabra.
Su novela Un habitante del Séptimo Cielo, publicada por Ulrika Editores en 1988, anunciaba su voluntad de ruptura y se presentó como un escritor muy moderno, dinámico y cargado de humor. En la novela, el narrador en primera persona despliega a París, en una cartografía (que si bien puede ser constatada por cualquier transeúnte) no deja de tener su lado imaginario, producto de la alucinación de las vicisitudes del joven protagonista, emblemático de los colombianos que a finales de los 70s decidieron hacer la experiencia de Europa, donde la «resistencia» en París vivida como viaje iniciático lo confronta con el desarraigo.
Martínez inaugura en la literatura del país una manera de decir, algo recuerda los cuentos del catalán Quina Monzó, que tiene que ver más con la ironía, se despoja de la grandilocuente retórica fría y andina que aún se percibe en algunos textos colombianos.
Fantasio, reúne catorce cuentos que rinden homenaje a un bar del mismo nombre muy famoso en Cali, hacia 1952. El tema que los convoca es la salsa, nuestro ritmo afrolatino. Si bien el tema no es nuevo, escritores como Humberto Valverde, Oscar Collazos ya lo habían abordado, a Martínez le sirve de pretexto para nombrar la ciudad, la ciudad de su infancia, su territorio de la memoria, y también para enunciar el exilio interior que viven esos personajes desesperanzados en una ciudad que resuelve la angustia en el baile.
En estos textos Fabio Martínez demuestra dominio en la técnica del cuento breve, en el que la capacidad de condensación con base en escasos elementos puede adquirir la misma fuerza y sugestión de textos más largos. Son como instantes de Vida que informan ampliamente del pasado y presente de sus personajes.
El libro se lee fácil, como sin damos cuenta. El autor ha querido mostrarnos estos momentos de vida sin profundizar demasiado, sin honduras sicológicas, buscando que en las situaciones más complicadas esbocemos una sonrisa. Esto que para algunos puede ser un defecto, en Martínez tiene que ver con su actitud Indica y desenfadada. Sus temas son fiel reflejo de lo urbano, que todos conocemos, en el cual se ha desarrollado una infinidad de nuevos imaginarios suficientemente arraigados como para dar lugar a historias y cuentos como los que contiene el libro.
Ironía y humor recorren cada uno de sus cuentos. Un humor que posee una espontaneidad a medio camino entre el cine y los comics, y que es capaz de sostener el interés de cada historia gracias al distanciamiento sutil que sabe crear. A este nivel Fantasio es un logro, un logro que tiene que ver con nuestra identidad. La salsa y la noche van juntos para hablar de hombres y mujeres inacabados, tan inacabados como lo estamos todos.