Revista Pijao
Sherezade es dentista
Sherezade es dentista

Por Javier Goñi

El País (ES)

En esta excelente Confesión general, del aragonés José María Conget, un escritor de culto, cuyos lectores, los congetianos —Juan Bonilla dixit, creo—, se reconocen aquí y allá con una discreta señal, hay un relato extenso, ‘Dentista’, sin más, sin género, aunque es “una” dentista, que no solo es el mejor de toda esta confesión general sin propósito de enmienda, y con el que he gozado de forma tal que me ha llevado a extremar —palabro localista de tinte navarro que Conget, navarro-aragonés, conoce bien— mi memoria lectora y recordar un relato, una pequeña obra maestra de García Márquez, ‘Un día de éstos’, en el que las diferencias políticas, las guerras colombianas de los mil años, se resuelven entre un dentista, opositor, y un alcalde, déspota, sin anestesia, a lo bravo.

La buena literatura siempre tiene sus afinidades, y con Conget siempre debe hablarse de (buena) literatura. A cierta edad, y Conget la tiene, todo es mirar atrás y hacer de vez en cuando una confesión general como esta, suavizada por la melancolía de tinte autobiográfico o puesta en música por la canción francesa, tan grata al autor —la música, los cómics, sus tebeos de infancia, y el cine: hay que ser muy viejuno para citar a esa pseudoactriz italiana de calenturientas películas mal llamada Edwige Fenech—, con la que compone en esta ocasión tres relatos. Y podría detenerme en otros, todos ellos magníficos, pero como lo del dentista nunca se resuelve de una vez, acudamos otra vez a esa estupenda historia, en la que un paciente se deja hacer acunado e hipnotizado por la torrentera de palabras de una odontóloga con facilidad verbal, una suerte de Sherezade con torno, que cuenta y cuenta sus historias erótico-sentimentales con tal poder de seducción que el hombre, al despertar (de la anestesia, del goce de la narración oral, del poder de las palabras), no solo rompe con su pareja, sino que tomará una drástica decisión para volver a verla, a oírla, tal vez esa que se están imaginando; sí, esa. Memorable narración. Así es Conget, que tiene algo de Sherezade aragonés; de hipnótico narrador, más que de dentista sin anestesia.

Confesión general. José María Conget. Pre-Textos, 2017 197 páginas.


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