Revista Pijao
Por amor al arte
Por amor al arte

Por Fernando Bogado

Página 12 (Ar)

Al arte occidental, o mejor, al arte argentino, le falta alegría. Eso lo descubrimos en cada uno de los espacios artísticos que podemos llegar a considerar: en la literatura argentina todavía suele campear cierta seriedad formal; en el cine (del Nuevo Cine Argentino en adelante, todo tiende a un tono que también queda al borde de la tristeza), como así en la música y en las artes plásticas. Cuando algo sale de ese esquema que impera en numerosas producciones estéticas nacionales, enseguida se lo considera banal, efímero, poco interesante para la mirada crítica o para la percepción del espectador de turno. Roberto Jacoby y José Fernández Vega, en el recientemente editado Extravíos de vanguardia: Del Di Tella al siglo XXI, meditan en torno a la producción en artes plásticas argentina, así como sus complejas y múltiples relaciones con la política, el mercado y los diferentes mojones que implica la organización de esas obras en una línea de tiempo. Y un poco ese es el fantasma del cual Jacoby todo el tiempo se desmarca: la inmovilidad del mármol de la historia.

El tono del libro es excelente para este tipo de disquisiciones. Lejos de aportar una mirada teórica, las diferentes conversaciones van atravesando anécdotas, conceptualizaciones, problemas y reflexiones en torno a obras de Jacoby y de otros artistas más o menos olvidados que van apareciendo y reapareciendo en las páginas, lejos de un tono embargado en la nostalgia, y mucho más cercanos y tangibles, como si también fueran parte de esa conversación. Así, el libro recoge siete encuentros de los cuales cinco se dieron en 2008 y, los últimos dos, en 2016. Esa distancia de ocho años es importante si tenemos en cuenta que los primeros encuentros tuvieron lugar en el año en que se llevó adelante la muestra 1968, el culo te abrocho, en donde Jacoby revisó el problema de la compleja efeméride (el quincuagésimo aniversario de las exposiciones del Di Tella y, sobre todo, de los complejos avatares de la muestra Tucumán Arde) a través de una serie de recortes de noticias, declaraciones, manifiestos y obras intervenidas con textos propios, en su mayoría, sacados de las letras que compuso para Virus. Esa exposición resume el valor sacrílego de lo que hace Jacoby: en lugar de regodearse en lo hecho, lo vuelve a reformular para poner en escena vínculos que quedan suspendidos en muchas consideraciones contemporáneas del arte argentino.

¿Cuál es esa relación aparentemente suspendida? La que se da entre el arte, la política y los estados de ánimo. Jacoby considera que el arte argentino sucumbió rápido a ese “estado de respuesta” que le demanda la lectura académica. Por ejemplo, cuando Fernández Vega retoma la idea de que la obra de arte es una respuesta a una pregunta establecida por lo social y recuperada por la mirada del artista, Jacoby da vuelta la observación y pone por delante el hecho de que, quizás, ese concepto de la obra de arte esté sostenido por lo que tal o cual facultad considera. ¿Por qué no pensar la obra como un grito de guerra? ¿Por qué someterse a la relativa inmovilidad de una respuesta organizada, cuando la obra puede ser un canto feliz, impulsivo, que aparece mucho más ligado a una situación inmediata que a una ordenada respuesta racional? Así, va desarmando lugares comunes, como la idea de que 1976 es el año de cierre de toda esa “vanguardia” nacional, o que el arte político necesariamente debería ser triste y reflexivo.

Mediando entre estas consideraciones está, claro, el problema del mercado. Para Jacoby, sería necesario matizar el término y entender que existen diversos tipos de mercados con diversos nombres en circulación, y que el “mercado” no es un concepto homogéneo que implica una suerte de espacio universal en el cual cada artista compite con el otro. Muy por el contrario, existen mercado locales, regionales, que habilitan un tipo de circulación y embanderan tal o cual nombre que, por ahí, para otro mercado, es un absoluto desconocido. Bien dice Jacoby: el mercado artístico de la India es uno inmenso, pero allá no tienen la más pálida idea de quién es él, así como acá no sabemos qué es lo que sucede allí. En ese sentido, lo que puede llegar a ser pensado como “vanguardia” es algo que, por definición, no tiene mercado, lo crea: quizás allí se encuentre la paradoja fundamental del arte contemporáneo, en donde lo vanguardista, lo neo-vanguardista, lo post-vanguardista, es aquello que está en el mercado porque está fuera del mercado. Pero, ¿no es ese un movimiento retrospectivo, también? ¿Cómo determinamos que tal artista es “de vanguardia” sino a partir de una lectura hacia atrás de lo que ese artista hizo? Los mercados, y no “el” mercado, van haciendo circular valoraciones que, muchas veces, sólo pueden ser pensadas con una distancia teórica o, incluso, temporal.

De la idea de un arte político al problema de los estados de ánimo del arte, Extravíos de vanguardia es un gran libro para contraponer la reflexión de Jacoby en torno a su propia producción, a su biografía –que va del Di Tella al periodismo, la sociología, la escritura de letras para Virus y las muestras retrospectivas de su obra– y al lugar de algunos artistas que han quedado olvidados, y cuya recuperación se hace por demás necesaria en nuestro presente (vale mencionar tres que dan vueltas por cada una de las páginas: el infaltable Oscar Masotta, Alberto Greco y Edgardo Antonio Vigo). José Fernández Vega, profesor de Estética en la UBA, autor de libros de ensayos como Lugar a dudas (2011), es el mejor interlocutor para Jacoby. Y lo es no sólo por la relación de amistad que los une, sino porque puede pensar junto a él acerca de diferentes aristas del arte plástico contemporáneo, el de la Argentina, específicamente, el cual parece moverse con la lentitud de la melancolía por una supuesta relación perdida (la del arte con la política, manifiesta en ese símbolo que es el Di Tella en el ‘68), cuando debería alimentarse de la rabiosa lección de todo lo que ha hecho Jacoby. Una lección política, económica y afectiva: a la vida, como al arte, hay que hacerle el amor.

Extravíos de vanguardia: Del Di Tella al siglo XXI Roberto Jacoby y José Fernández Vega Edhasa 176 páginas


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