Revista Pijao
Lo que las historias de la música no siempre cuentan
Lo que las historias de la música no siempre cuentan

Por Juan Carlos Piedrahita B.

Especial para El Espectador

Lo que hace Manuel Drezner en La cara humana de la música y los músicos es recurrir a las circunstancias y los detalles para entender mejor a algunos de los compositores más reconocidos de todos los tiempos.

La más reciente publicación de Drezner, actual columnista cultural de El Espectador y quien escribe en este diario desde hace más de 65 años, no tiene un fin histórico, aunque echa mano de los acontecimientos para gestar una atmósfera pertinente y crearles un contexto a personajes como Ludwig van Beethoven, Franz Liszt, Richard Wagner y Felix Mendelssohn, entre muchos otros autores que desfilan por las páginas de este libro.

La cara humana de la música y los músicos tiene un subtítulo en el que se revela la esencia de la publicación: Lo que las historias de la música no siempre cuentan es la frase que condensa la intencionalidad del autor, quien hace un recorrido desde las primeras manifestaciones sonoras del ser humano que podrían llamarse arte hasta algunos de los compositores relevantes del siglo XX.

“Aquí hay de todo, desde lo trágico hasta lo cómico, y no se omite lo curioso, ya que todo es parte de la música; y el saberlo es algo que para el amante de este arte es importante”, comenta el autor en la presentación de su texto, en el que aclara que muchos de los mitos y verdades quedaron por fuera y que por el volumen del material existente podrá haber una segunda parte de La cara humana de la música y los músicos.

Drezner recopiló en estas páginas muchos años de investigación musical y traduce ese conocimiento en un sinnúmero de anécdotas cuya finalidad es enriquecer la propuesta al mostrar a los compositores mucho más allá de la creación de sus partituras.

En el texto, por ejemplo, se responde si el rey Arturo fue el autor de los salmos o si el papa Gregorio compuso, realmente, cantos gregorianos. Se trata de una guía didáctica para aproximarse a la música desde el sendero de las circunstancias y de los detalles. Aquí van cinco de los casos planteados por Drezner en su libro.

A Paganini lo acusaban de haber vendido su alma al diablo

“Una de las primeras grandes estrellas musicales fue Paganini, a quien perseguían como en nuestros días lo hacen con los músicos de rock. La explicación que algunos daban a la increíble técnica violinista de Nicoló Paganini (1782-1840) era que le había vendido su alma al diablo. De hecho, hubo quien afirmara públicamente que en un concierto alcanzó a ver al diablo, con todos sus cachos y cola, detrás del músico, guiando su arco. Las leyendas se multiplicaban. Una que fue muy difundida decía que había logrado su técnica de violín al haber sido encarcelado por haber matado a su amante y en los ocho años que estuvo preso practicaba continuamente. Esta leyenda agregaba que la cuerda de sol de su violín estaba hecha a partir del intestino de la mujer. El aspecto físico de Paganini, de una palidez extrema y cadavérica, contribuía a la leyenda”.

Johann Cristian Bach (1735-1782)

“A pesar de haber sido muy exitoso, al hijo mejor de Johann Sebastian Bach uno de sus criados le robó toda la fortuna, por lo que murió en medio de deudas que obligaron a la reina Carlota, que lo admiraba mucho, a pagar por su funeral y conceder una pensión vitalicia a su viuda para que pudiera subsistir”.

Mascagni y Leoncavallo, y otros famosos por una ópera

El caso de Pietro Mascagni (1863-1945) y Ruggero Leoncavallo (1857-1919), autores de las óperas cortas “Cavalleria Rusticana” y “Payasos”, respectivamente, que usualmente se representan como pareja, son conocidos por ellas y, a pesar de los esfuerzos que hicieron durante sus vidas, nunca volvieron a tener otro éxito. Son obras populares, hechas dentro de la tendencia llamada verismo, y sus autores no pudieron repetir jamás su hazaña, y eso que Leoncavallo también intentó hacer una “Bohemia”, que fue desplazada por la de Puccini. El suyo no es el caso único de compositores que lograron un triunfo que no repitieron, con una ópera única. Lo mismo le pasó a Bizet con “Carmen”; a Mussorgsky, quien hizo otras fuera de “Boris Godunov”; con “Fausto” de Gounod, y con Halévy, de quien prácticamente sólo se conoce “La judía”.

Rossini dejó de componer óperas los últimos 40 años de su vida

“Uno de los grandes misterios de la música fue el retiro de Rossini del campo de la creación operática. Después de haber hecho una de las obras inmortales del género, “El barbero de Sevilla”, y haber tenido toda clase de éxitos a lo largo de su carrera, a los 37 años, después de estrenada en París su gran ópera “Guillermo Tell”, nunca más volvió a componer para la escena y su única relación con la música por casi 40 años fue la creación de piezas menores, que llamaba “pecados de mi vejez”. Una vez que un músico se atrevió a preguntarle la razón, Rossini dijo “que cuando joven las melodías me buscaban, pero llegó el día que ya no tuve que salir a buscarlas a ellas. Ese fue el día que dejé de componer”. Como el músico era un gran bromista, no se sabe qué tanto creer en esa explicación”.

Las creaciones de Offenbach fueron obligadas por las circunstancias

“Cuando usó el cancán, considerado baile vulgar, en “Orfeo en los infiernos”, inmortalizó un género visto hasta entonces como vulgar y de baja categoría. Offenbach ridiculizó la sociedad del Segundo Imperio y sus miembros lo glorificaron sin darse cuenta de que en esas operetas se estaban creando las bases para su propia destrucción. La gran ilusión de Offenbach fue componer una ópera seria y por años luchó con “Los cuentos de Hoffmann”, que dejó inconclusa. Cuando murió, su carroza funeraria hizo una parada en los teatros de París, antes de llevarlo a Montmartre, donde fue enterrado. “Los cuentos de Hoffmann” se estrenó unos meses después y ocupa un sitio de honor en el repertorio de las casas líricas del mundo”.


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