Revista Pijao
Áspero y conmovedor
Áspero y conmovedor

Por J. Ernesto Ayala-Dip

El País (ES)

De los defectos que le encontré a una de las novelas de la escritora gallega Cristina Sánchez-Andrade, Bueyes y rosas dormían, había dos que me irritaban sobremanera: la falta de un criterio novelístico unitario y, como consecuencia, la sensación de dispersión (y dispendio) de lo narrado. Me pareció entonces que esa novela quedaba fuera del control del lector, al que se le obsequiaban historias a troche y moche. Ahora leo Alguien bajo los párpados y la sensación que me deja es la de alguien que ha encontrado la estructura exacta para lo que deseaba narrar. No desaprovecha la escritora su vena imaginativa, saca provecho de la tradición más cercana a Álvaro Cunqueiro y articula su nueva novela alrededor de dos protagonistas inolvidables.

Se podría decir que Sánchez-Andrade ha escrito una novela sobre la Guerra Civil, aunque el punto de vista temporal de lo relatado se afinque en la década de los ochenta del siglo pasado. Se podría decir eso siempre y cuando se aclare que lo es desde una perspectiva indirecta. Este método de descripción de la contienda española recuerda al que emplea en La larga noche el escritor andaluz Javier Mije. Nadie podría decir que La cartuja de Parma es una novela sobre la batalla de Waterloo, pero se la percibe de reojo. Alguien bajo los párpados se nutre de personajes de parecido linaje a los imaginados en Bueyes y rosas dormían —mucha gente rara y desconcertante—, solo que esta vez adquieren todo su sentido por mor de su estricto encaje en una visión auténticamente novelística de lo narrado. Pero sobre todo, lo que leemos y disfrutamos como lectores se debe a la construcción de dos protagonistas dignas de largo recuerdo literario. Olvido y Bruna (ama y criada, o una versión carnavalesca de Thelma y Louise) vienen del pasado, se incrustan en el presente y nos relatan todo el dolor, la furia y la necesidad de no sentir nunca más en sus vidas el sentimiento más devastador: el miedo. Tremendista en la línea del mejor Cela cuando lo era. Y esperpénticamente desconcertante. Y en medio de ello, Sánchez-Andrade ata su historia esta vez ya no con la liricidad de otros libros suyos, sino con un lirismo áspero y conmovedor.


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