Revista Pijao
Karl Ove Knausgard: 'Pienso que mis libros están sobrevalorados'
Karl Ove Knausgard: 'Pienso que mis libros están sobrevalorados'

Por The New York Times Book Review

Sería absurdo interpretar la saga de Karl Ove Knausgard (Oslo, 1968) como un simple ejercicio autobiográfico. El ciclo titulado Mi lucha, puede confundirse con una minuciosa recreación de una juventud marcada por la vocación literaria, los amores frustrados, las conductas antisociales y los conflictos familiares. No hay que menospreciar la dimensión narrativa, pero conviene destacar que los hechos sólo son el trasfondo de algo más esencial. Para Knausgard, lo fundamental no es la vida, sino la palabra, la literatura. Y sobre literatura es sobre lo que hablamos con el llamado Marcel Proust de nuestro tiempo, que alcanzó tal fama en Noruega, que hace unos años no podía cortarse el pelo sin que se enterara todo su país.

Pregunta.- ¿Qué libros tiene actualmente en su mesilla de noche?

Respuesta.- En el suelo, junto a mi cama, hay montones de libros que quiero leer, libros que tengo que leer y libros que creo que necesito leer. Así que estamos hablando de Ello, yo y superyó. En la primera categoría, encontrarás El infiltrado, de le Carré o la Trilogía de los Balcanes, de Olivia Manning. En la segunda categoría hay tres libros sobre la historia del Diablo, otro sobre la magia en la Edad Media, y los Faustos de Thomas Mann y Goethe. Y en el montón del superyó, que ha permanecido igual durante años, encontrará libros de Adorno, Heidegger y de los primeros filósofos griegos.

P.- ¿Cuál es el último gran libro que ha leído?

R.- Estanque (Eterna Cadencia, 2016), de Claire-Louise Bennett.

P.- ¿Cómo decide qué es lo próximo que va a leer? Por las reseñas, el boca a oreja, recomendaciones de amigos...

R.- Me guío por las fajas. No, es broma. Tengo algunos amigos, la mayoría de ellos escritores o editores, en cuyas recomendaciones confío ciegamente. Hay también algunos críticos en quienes confío, pero no muchos.

P.- ¿Qué es lo más interesante que ha aprendido de un libro recientemente?

R.- Cuando ves algo, la información fluye desde los ojos hasta la parte posterior del cerebro. Lo interesante es que vemos lo que pensamos que vemos. ¡Siempre he sospechado algo así! Pero me lo confirmó el libro El cerebro. Nuestra historia, de David Eagleman. También aprendí que el acto de ver involucra a todo el cuerpo, a todos los demás sentidos, no es una empresa abstracta, sino muy física; y que las cosas observadas siempre se reúnen en el cerebro con un retraso, de modo que básicamente vivimos el pasado. Todo lo que vemos ya ha sucedido.

P.- ¿Qué novela clásica ha leído recientemente por primera vez?

R.- No he estado leyendo mucho últimamente, pero hace un par de años, vi una entrevista televisiva con el exsecretario del Comité Nobel Horace Engdahl, en la que decía que estando en una gran depresión un libro le ayudó: Memorias de un cazador, de Turguénev. Lo compré, lo leí y comprendí totalmente lo que quería decir. Es muy simple, no hay estructura narrativa, casi ninguna psicología involucrada, sólo vislumbra la vida y la naturaleza, pero evoca un sentimiento de presencia, a la vez urgente y tranquilo, intenso y pacífico. Es un libro que da esperanza. Quiero decir, para todos nosotros. Realmente no puedo explicarlo: ¡Lea el libro y véalo por usted mismo!

P.- ¿Quiénes son sus escritores noruegos favoritos?

R.- Tarjei Vesaas ha escrito la mejor novela noruega de siempre, Los pájaros, que habría sido contada entre los grandes clásicos del siglo pasado si hubiera sido escrito en un idioma más popular. La escritura de Knut Hamsun es mágica, sus frases brillan, y él podía escribir sobre cualquier cosa y darle vida. De los escritores contemporáneos, Thure Erik Lund es definitivamente mi favorito. Me gusta también mucho Ingvild Burkey, su nuevo libro es una obra maestra, y también Steinar Opstad, Cathrine Knudsen, Kristine Naess y Jon Fosse, entre otros.

P.- ¿Cuál es el último libro que le ha hecho reír?

R.- My Prizes, de Thomas Bernhard (sin traducción en España). Lo leí recientemente en un café, y me reí a carcajadas en innumerables ocasiones. Y casi nunca me río. Es un libro increíblemente divertido. El único libro con el que me había reído tanto es Muerte a crédito de Céline. No sé por qué me parece tan graciosa su exagerada misantropía, pero tal vez sea porque tienen razón, y si tuvieran razón, lo único que realmente puedes hacer es reír.

P.- ¿Y qué géneros evita a toda costa?

R.- Sólo leo novelas policiacas cuando estoy deprimido, así que trato de evitarlas.

P.- Cómo le gusta leer, ¿en papel o electrónico? ¿Un libro cada vez o varios? ¿Por la mañana o por la noche?

R.- Tengo en mí una voz interior protestante que dice que la lectura es de perezosos, y que debería dedicarme a trabajar, así que sólo leo por la noche, cuando estoy tan cansado que nunca recuerdo lo que había leído el día anterior, o cuando viajo. La voz interior jamás ha considerado siquiera leer libros electrónicos.

P.- ¿Cómo organiza sus libros?

R.- Simplemente los pongo en los estantes. Tengo muy mala memoria y muchos libros, repartidos entre cuatro pequeñas casas, así que paso mucho tiempo rebuscando entre los títulos. Eso podría ser molesto, pero también tiene algunas ventajas, a menudo me sorprendo felizmente al encontrar libros interesantes que no sabía que tenía.

P.- ¿Qué le sorprendería a la gente encontrar en sus estanterías?

R.- Estoy convencido de que todo puede ser útil para mi escritura, así que compro un montón de libros al azar sobre temas que creo que un día puedo convertir en una novela. Por ejemplo, un libro sobre la ciencia china de 1500 a 1900. Todavía no lo he leído. Si lo hago, me temo que mi sueño de escribir una maravillosa novela china desaparecerá.

P.- ¿Cuál es el mejor libro que le han regalado?

R.- Cuando tenía 10 años, mi madre llegó a casa con Un mago de Terramar, de Ursula K. Le Guin. Me encantó, lo leí muchas, muchas veces a lo largo de los años, y creo que cambió algo en mí. Me llegó profundamente, y recuerdo haber pensado que algún día quería llegar así a alguien. Lo releí hace unos años, y todavía pienso que es una gran novela.

P.- ¿Cuál es su héroe o heroína de ficción favorito?

R.- Me influencian profundamente los personajes de las novelas, y muchos han marcado mi vida. El primero fue el protagonista de una novela de los años 50 que me regaló mi padre, un muchacho muy bueno, huérfano de padre y con una madre moribunda a la que estaba cuidando. Abusaban de él en el colegio y la injusticia de su situación me impactó profundamente, tan profundo que me convertí en cristiano, como él, tratando de hacer que mis amigos dejaran de decir tacos y de robar manzanas. Diez años más tarde leí Hvite niggere de Ingvar Ambjornsen. El protagonista fumaba mucho, así que comencé a imitarlo. En mi retorcida mente adolescente, fumar representaba de alguna manera la libertad. Mi primera relación y comprensión del amor también vino de un personaje literario, el teniente Glahn, el protagonista de la novela Pan de Knut Hamsun. Lo leí con 16 años y me obsesioné con él. No era una identificación particularmente saludable, el teniente Glahn era un hombre muy romántico, muy narcisista y solitario que se disparó en el pie para impresionar a la mujer que amaba. Me habría ahorrado muchos problemas si no hubiera leído ese libro.

P.- ¿Qué tipo de lector era de pequeño? ¿Qué libros infantiles o autores se han quedado con usted?

R.- De niño leía absolutamente todo lo que caía en mis manos. Iba con mi hermano y mi madre a la biblioteca una vez por semana y, por lo general, volvía con dos bolsas de libros que leía durante la semana. Lo que más me gustaba eran las novelas francesas como Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo o La vuelta al mundo en 80 días. Pero también me encantaban las biografías de personas famosas, los libros sobre Robin Hood y el rey Arturo, y también sobre el Imperio romano y los viajes de Marco Polo a China. Como no sabía nada, leí Madame Bovary como si fuera de Julio Verne, y El rojo y el negro como si la hubiera escrito Alejandro Dumas. Pero eso no importaba, el objetivo era desaparecer en otros mundos, en otros lugares, en otros tiempos. Ya no tengo ese impulso salvaje, excepto cuando leo Guerra y Paz, entonces vuelvo a los 12 años de nuevo. (Y con mi mala memoria, soy capaz de leerlo como nuevo cada cinco años o así).

P.- ¿Qué libro recomendaría al primer ministro noruego? ¿Y al presidente americano?

R.- Recomendaría a todo el mundo a pasar un verano leyendo En busca del tiempo perdido de Proust, también a Trump y al primer ministro. Abre el mundo de una manera diferente a cualquier libro que haya leído. Pero por favor, no se detenga después de dos volúmenes y medio, tiene que recorrer todo el camino, porque se trata de la acumulación. No te hará una persona mejor, ni más empática o inteligente, pero te hará ver, oler y pensar de manera ligeramente diferente, también sobre ti mismo, y así enriquecerá tu vida y tu comprensión de ella.

P.- Está organizando una cena literaria, ¿a qué tres escritores, vivos o muertos, invitaría?

R.- James Joyce es seguramente el escritor más intrigante del siglo pasado, pero tengo la sensación de que era una persona dominante, y con sólo dos otros invitados disponibles que tal vez monopolizaría la conversación. Por lo tanto, para hacerle un poco más humilde, invitaría a Homero. Sólo con su aparición habría resuelto la cuestión homérica de una vez por todas. Además, estoy seguro de que a Homero le hubiera encantado oír hablar del Ulises y el, para él, extraño y futurista, pero quizás también familiar; mundo que describe. El último invitado sería una de las escritoras contemporáneas más interesantes, Anne Carson, que también se ha sumergido en la literatura griega antigua. Me gustaría escuchar su conversación, y después de un tiempo, cuando esté empezando a emborracharme, tal vez hablar con Joyce acerca de criar hijos, con Homero del color del mar y con Carson del amor, que - tal vez todos estuvieran de acuerdo- está asociado con la ceguera.

P.- Decepcionante, sobrevalorado o que simplemente no da la talla. ¿Qué libro que creía que le tenía que gustar no lo hizo?

R.- Casi nunca leo mis propios libros, pero a veces tengo que hacerlo en ciertos eventos, y los pensamientos que giran en mi cabeza son los siguientes: decepcionante, sobrevalorado, simplemente no da la talla.

P.- ¿Quién le gustaría que escribiera su biografía?

R.- Laszlo Krasznahorkai, sin duda. Es uno de los novelistas más originales y poderosos de todos, uno de los pocos con la capacidad para transformar el mundo conocido en algo más, sin perder la verdad por el camino. Sería emocionante ver lo que habría hecho de una vida como la mía. Estoy seguro de que el material le parecería algo sombrío, lluvioso, pobre y aburrido; pero que el libro sería todo menos eso.

P.- ¿Qué es lo próximo que va a leer?

R.- Diario de Rusia, de John Steinbeck.


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