Revista Pijao
Pablo de Santis: 'La academia da perfectamente para un policial'
Pablo de Santis: 'La academia da perfectamente para un policial'

Por Enrique Planas   Foto La Nación/GDA

El Comercio (Pe)

Solo se elige a un nuevo académico cuando en la academia hay una silla vacía. En agosto del año pasado, Pablo de Santis ingresó a la Academia Argentina de Letras, ocupando el sillón que dejara vacante el bibliotecario José Edmundo Clemente, fallecido en el 2013 a los 95 años. Suena a broma macabra, pero le pregunto a De Santis, gran conocedor de los mecanismos de la novela negra, si este académico juego de las sillas podría dar pie a un argumento de policial. El ríe ante la posibilidad. "Gastón Leroux, un escritor francés, tocó ya el tema en una novela en que morían los académicos tras sentarse en determinadas sillas. En efecto, la academia da perfectamente para un policial", asiente uno de los invitados internacionales más esperados en la Feria del Libro Ricardo Palma, en el parque Salazar de Miraflores. "Por suerte, los cambios no se producen de inmediato. Los nuevos miembros ocupan sillones vacantes varios años después".

—Tiempo suficiente para no sospechar del nuevo académico que ocupa el lugar del fallecido.

¡No, no! ¡Tendría que ser un plan criminal muy a largo plazo! [ríe].

—Ya hablando en serio, tu elección como parte de la academia reconoce una obra que aborda tanto el policial y lo fantástico, como la literatura juvenil y el cómic. ¿Argentina está libre del prejuicio académico contra la literatura popular?

Tiene que ver con la historia del país. Uno de nuestros principales libros, el "Facundo" de Domingo Faustino Sarmiento, está formado por textos periodísticos. También hay una aceptación mayor del género policial y fantástico, porque nuestros grandes escritores se inclinaron por ellos; pienso en Borges, Cortázar, Casares o Cristina Ocampo. Y en los últimos tiempos, después del rescate de la obra de Héctor Germán Oesterhel, se reconoce el valor de la historieta.

— ¿Un guionista de cómic, como eres tú, es también un dibujante frustrado?

En mi caso, nunca intenté dibujar. Tengo muy mal pulso. Pero sí existe la tradición del guionista que antes de serlo quiso ser dibujante. Cuando escribes un cuento, aun sin publicarlo, tiene cierta esencia. Pero un guion no es nada antes de ser dibujado. Por ello es muy difícil el surgimiento del guionista de historieta.

— ¿El cómic fue una buena escuela literaria para ti?

Para mí, la escuela fue la revista "Fierro". Cuando tenía 21 años, conocí allí en las reuniones de la revista a escritores como Mario Levrero, Ricardo Piglia, a su director Juan Sasturain; además de grandes dibujantes como Alberto Breccia o Solano López.

—No pasa en todas partes que la literatura y la historieta muestren vínculos tan estrechos...

En Argentina, ese diálogo surge en los años 50, cuando las revistas publicaban tirajes enormes. Entonces Hugo Pratt, el autor del "Corto Maltés", vivía en Buenos Aires, y fue allí donde obtuvo su consagración. La ciudad era entonces un lugar de mucho cruce.

—Este año publicaste "La hija del criptógrafo", novela en que cuestionas la visión romántica de la guerrilla que se tiene en Argentina. ¿Luego del cambio de gobierno, se experimenta una nueva forma de leer la historia?

En Argentina se llegó a una irresponsable exaltación romántica de la guerrilla. Inclusive hubo funcionarios celebrando el Día del Montonero, una cosa delirante. Se ignoró el dolor y las pérdidas humanas que provocó. La represión militar fue horrible y atroz, pero ello no lleva a que se ignoren los crímenes de la guerrilla, el asesinato de inocentes, de soldados conscriptos, etc. Creo que ahora hay una visión más equilibrada al hablar de estos temas.

—Eres el responsable del guion de "El hipnotizador", serie que se emite en HBO. ¿El escritor tiene que salir de la biblioteca y experimentar nuevos lenguajes?

Tiene que ver con el tipo de literatura que uno práctica, que para mí siempre estuvo cerca del género popular. No soy un gran consumidor de series, pero me gusta "Homeland", veo con mi hija "Stranger Things" y repaso las viejas adaptaciones de novelas de Agatha Christie. Las series son un placer porque presentan una estructura completamente diferente, algo distinto al cine, que se ha estancado en cuanto a estrategia narrativa.

 


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