Revista Pijao
María José Caro: 'Me preocupa más escribir que ser escritora'
María José Caro: 'Me preocupa más escribir que ser escritora'

Por Juan Carlos Fangacio   Foto Juan Ponce 

El Comercio (Pe)

— ¿Por qué publicar este libro en el que reúnes algunos textos de “La primaria” con otros escritos recién?

Lo que pasa es que “La primaria” tuvo una vida muy rara. Lo escribí en el 2010, salió en el 2012 y fue directamente a los colegios. Ni siquiera vi la carátula ni nada. Recién en el 2015 el editor Rubén Silva Pretel, que estaba trabajando en Santillana, me dijo que no entendía por qué el libro estaba en un catálogo juvenil y me propuso incluirlo en el proyecto que estaba armando para la Municipalidad de San Isidro. A mí me pareció genial porque yo tampoco había concebido el libro para que vaya a un catálogo juvenil. Es a partir de entonces que comenzaron a leerlo más personas ligadas al mundo de la literatura. Y recientemente la idea que me perseguía era hacer que el personaje de Macarena crezca, algo similar a la película “Boyhood”, que abarque su vida desde los 5 hasta los 16 años. Entonces saqué un cuento que no me convencía y limpié los demás de algunos excesos.

—Y en efecto has hecho crecer al personaje. Hay temas más adultos, como el de la sexualidad. Incluso aparece una adolescente embarazada...

Sí, ocurre que la adolescencia es igual de compleja que la infancia, pero de otra forma. La adolescencia tiene que ver más con aprender y con entender quién eres. Yo crecí en un colegio de monjas y Macarena también. Ese es un microcosmos bien particular, repleto de eufemismos. Recuerdo que en una promoción mayor que la mía una chica salió embarazada y nadie dijo que la iban a expulsar, simplemente la invitaron a retirarse del colegio. Era una atmósfera un poco rara. Para el cuento de la compañera que sale embarazada, recordé que cuando iban amigos a buscarnos al colegio, las monjas los botaban, pero igual te encontrabas con ellos en la esquina. Todo era una mentira, un ambiente que ellas pensaban que podían controlar, cuando en realidad no podían hacerlo.

—Noto que te sientes más cómoda escribiendo sobre entornos afines a los tuyos. ¿No has intentado escribir sobre algo que te sea totalmente ajeno?

Escribo sobre cosas que he visto y que me rodean porque puedo mirarlo y tratar de entenderlo. Todavía no he experimentado con algo muy ajeno a mí porque mi literatura tiene que ver más con lo perceptivo, con las cosas que me son cercanas. Además, me gusta mucho trabajar el mundo interior y las relaciones íntimas.

—Me llama la atención la presencia de la muerte, sobre todo de animales: un perro, unos pelícanos.

Sí, es que yo soy una persona tímida y siento mucha empatía con los animales. Creo que los perros, y los animales en general, nos dan algo que no pueden darnos las personas. Por eso intento que los animales estén presentes. Y su muerte es simbólica, es la muerte de la inocencia. Cuando matan al perro del vecino, Macarena decide no escuchar e irse. Algo en ella muere también. Pero yo escribo de una forma muy intuitiva, no me doy cuenta de que coloco allí a los animales, simplemente aparecen. Creo que es la misma cercanía que con los bebes. Con ellos puedes ser absolutamente idiota y no pasa nada. Son más transparentes, puedes presentarte cómo eres, sin rechazos ni caretas.

— ¿El tema de integrar la lista Bogotá39, con otros autores jóvenes destacados, es una presión?

Bueno, a mí me eligieron y ya estoy allí, pero la verdad es que la única responsabilidad que tengo tiene que ver conmigo, y es escribir. Las listas son arbitrarias, así que no creo que marque el antes y después de nadie. Lo que sí encuentro bastante rico es que podré conocer a escritoras como Samanta Schweblin u otros que ya he conocido hace poco, como el chileno Eduardo Plaza, que tiene un libro buenísimo que se llama “Hienas”, y que no hubiera leído si él no hubiese estado en la lista. Más allá de eso, no me gusta mucho la farándula literaria. Si pudiera escribir y que simplemente me lean, sería perfecto. Me preocupa más escribir que ser escritora.

—Las denuncias contra el director teatral Guillermo Castrillón por hostigamiento sexual han motivado que aparezcan más y más de estos casos. ¿Sabes si ocurre lo mismo en el círculo literario?

Creo que el acoso está presente en todos los circuitos. Hace poco han estado saliendo denuncias del circuito literario a través del movimiento Comando Plath. Creo que ahora somos conscientes de que el acoso tiene muchas formas que algunos años atrás habrían pasado como un comportamiento normal. Eso es importante.


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