Revista Pijao
‘Los poderes quieren que la gente no lea’: Santiago Posteguillo
‘Los poderes quieren que la gente no lea’: Santiago Posteguillo

Por Carlo Retrepo   Foto Ana María García

El Tiempo

–Nombres. Así de sencillo. Denos nombres de otros que colaboran con el Partido Comunista y podrá salir libre, volverá a su vida normal, y no entrará en la lista. Podrá seguir escribiendo novelas y guiones de cine.

Ella suspiró. Estaba exhausta. Pero no estaba dispuesta a ceder.

he procurado que mis novelas históricas y mis libros de relatos vayan encaminados a mostrar la auténtica realidad: que tanto hombres como mujeres hemos hecho cosas muy relevantes a lo largo de toda la historia.

–No voy a dar nombres.

–Entonces su vida, tal y como la ha conocido, ha terminado. Ahora empieza para usted, aquí en la tierra, el infierno.

–Con que me dejen en el séptimo círculo me conformo –musitó ella.

Los Ángeles, 1950. Quien esto responde ante el Comité de Actividades Antiamericanas es la escritora estadounidense Vera Caspary, como lo relata el escritor español Santiago Posteguillo en su nuevo libro.

Justamente, la obra –que lleva como título ‘El séptimo círculo del infierno’– ofrece un viaje alternativo por las persecuciones que han sufrido escritores y escritoras. Desde Safo, en Lesbos, hasta aquellos que han sido asediados por la Inquisición, la KGB y todo tipo de estructuras de poder como dictaduras comunistas, fascistas o el régimen nazi.

La ágil pluma de Posteguillo, aplaudida ya por millones de lectores en el mundo por su famosa trilogía sobre el emperador romano Trajano, lleva esta vez a los lectores por momentos poco conocidos de la literatura. Secretos detrás de clásicos como ‘Los viajes de Marco Polo’ o ‘El libro de la selva’.

Asimismo, ‘El séptimo círculo del infierno’ continúa con el esfuerzo intencional del autor por darles mayor protagonismo y voz en su obra a las mujeres, el cual empezó después de que una colega le hizo notar que sus personajes femeninos no estaban bien desarrollados. Y él no pudo más que darle la razón.

Por eso, ahora busca mostrar la realidad: que tanto hombres como mujeres han sido centrales a lo largo de la historia humana. No tergiversa la historia, la cuenta como fue.

En este libro, el autor de ‘Africanus’ y ‘La noche en que Frankenstein leyó el Quijote’, rescata del olvido, como un tributo especial, a muchas escritoras maravillosas, que la historia ha relegado.

¿Por qué esa alusión en el título al séptimo de los nueve círculos del infierno de Dante?

En el séptimo círculo del infierno, según Dante, es donde están los violentos, los asesinos. Bioy Casares y Borges publicaron una colección de novela negra llamada ‘El séptimo círculo’ en honor al autor italiano, porque era sobre asesinos. Y en esa colección tan especial entró la norteamericana Vera Caspary. Bioy y Borges eligieron una obra de cada autor. Pero Caspary les pareció tan buena que escogieron seis novelas diferentes de su autoría.

El libro es sin duda un gran homenaje a la mujer en la literatura…

Desde mi trilogía ‘Africanus’ en adelante, cada vez hay más presencia de la mujer en mis obras. Una vez, cuando comenzaba a escribir, una colega profesora me comentó que no tenía muy bien desarrollados los personajes femeninos. Y me incomodó porque tenía razón. Entonces me pregunté: ‘¿Por qué me ha pasado esto?’. Porque yo soy persona de buscar equilibrios en la narración, por justicia. Los historiadores hemos sido hombres y hemos contado, sustantivamente, la historia de los hombres. De tal forma que me he rebelado contra eso y he procurado que mis novelas históricas y mis libros de relatos vayan encaminados a mostrar la auténtica realidad: que tanto hombres como mujeres hemos hecho cosas muy relevantes a lo largo de toda la historia. Y cuando hablamos de la literatura, hay muchísimas escritoras que puedo poner en este libro sin tergiversar la historia. No se trata de reescribir una historia donde la mujer esté en posición dominante, porque hubo muchas mujeres que hicieron cosas muy importantes y están olvidadas. Eso es lo que intento recuperar.

¿Cómo explicar esa obsesión histórica por perseguir lo que se plasma en el papel (ensayos, novelas, poemas)?

Es una obsesión de los poderes. La persona que está sirviendo como camarero de copas en un restaurante o una enfermera que atiende en un hospital no tiene esa obsesión por perseguir a los escritores, escritoras y a sus libros. Los poderes temen al escritor, porque nosotros desde siempre –desde Safo, en Lesbos– hemos dicho lo que pensamos. Y tenemos la manía de decirlo con libertad. Y al poder no le gusta que le digas lo que está bien y mal. Entonces, hay una manía por intentar controlar a aquellas personas que además tienen la destreza (como los escritores) de explicar las cosas bien. Y de hacerlo, a veces, con una emotividad que llega a mucha gente. Por eso se nos intenta controlar, prohibir, conducir, reeducar. A fin de cuentas, perseguirnos.

¿Cómo sorteó sor Juana Inés de la Cruz su infierno?

Me parece que la monja sor Juana Inés de la Cruz de México es brillantísima, porque ve que la Inquisición va por ella. Contra eso no tienes nada que hacer. Era tan hábil que, estando dentro de la Iglesia, maniobró para conseguir que un antiguo amigo suyo confesor fuera el que la tuviera que juzgar. Pero además, consigue seguir escribiendo en secreto y busca estrategias para que esto se publique fuera de México, en este caso en España.

¿Quién fue Zenobia Camprubí y Aymar?

Cuando pensamos en un escritor relevante de la lengua española como por ejemplo Juan Ramón Jiménez, premio nobel de literatura y gran poeta, poco pensamos en su vida privada. ¿Con quién se casa un personaje así de importante? Pues hombre, no es previsible que se case con una mujer convencional. Zenobia Camprubí fue su esposa. Y se enamoran de una manera muy bonita. Él se quejaba neuróticamente de cualquier sonido y los vecinos se ve que hacían mucho ruido en la casa de al lado. Entre todos esos ruidos, aparece una risa que enamora a Jiménez. Él quiere saber quién es esa mujer, que acabará conociendo. Y ella resulta ser una mujer tremendamente culta que instruirá a Jiménez nada menos que en el poeta bengalí Tagore, que también ganó el Nobel de Literatura. Y juntos traducen luego al español la obra de Tagore. Creo que Camprubí, si no hubiera estado con Juan Ramón Jiménez, hubiese pasado a la historia como una grandísima intelectual.

Otra mujer que usted recupera es Cristina de Pizán…

Además ese relato lo titulo La profesional, porque es la primera mujer que puede ganarse la vida escribiendo. Estamos hablando de final del Medioevo y principios del Renacimiento. ¿Cómo puede una mujer vivir de la escritura? Lo logra más por las circunstancias. Había tenido unos padres que le facilitan una gran cultura y un esposo que se lo sigue fomentando. Pero luego, el padre y el esposo fallecen, Cristina se queda sola y por intrigas políticas no puede acceder ni siquiera a la herencia. Y para vivir, empieza a escribir biografías de distintos nobles, y lo hace tan bien que toda la nobleza de Francia quiere contratarla. Y consigue vivir a partir de eso. Después escribió sus propias obras en las que incluso rescató a otras mujeres del pasado.

Así como algunas fueron perseguidas, otras mujeres inspiraron obras. ¿Quién fue esa pequeña llamada Josephine?

La gente no suele saber que Rudyard Kipling, el grandísimo escritor británico, lo pasó mal con los hijos. Uno falleció en la Primera Guerra Mundial, para el que escribió un magnífico poema que se llama If. Y sufrió aún más con la pérdida de su primera hija, Josephine. Lo que la gente no suele saber es que Kipling escribió El libro de la selva para su hija. Muchas veces, de esos infiernos por los que tiene que pasar un escritor surgen grandes obras de la literatura.

Sigamos con las mujeres. ¿Quién fue aquella a la que Graham Greene llamó la Faulkner femenina de Estados Unidos?

A Carson McCullers le tengo un cariño especial porque mi tesis de graduación fue sobre sus relatos. Entonces, siempre admiré mucho que esta mujer, a los 16 o 17 años, ya escribía como los ángeles. Por eso la llamo la Mozart de la literatura. En la película ‘Amadeus’ aparece este personaje Salieri totalmente abrumado por la manera como componía Mozart sin correcciones, como si alguien se lo dictara. Pues eso mismo hacía McCullers. Fue una escritora de una sensibilidad pasmosa, para con solo 21 años escribir ‘The heart is a lonely hunter’ (‘El corazón es un cazador solitario’), que es una de las grandes obras maestras de la literatura norteamericana del siglo XX.

Sin duda, el azar también ha jugado un papel definitivo en la literatura. ¿Quién fue Rustichello de Pisa?

Este es uno de esos grandes escritores olvidados injustamente. ‘Los viajes de Marco Polo’ es una obra de conocimiento importante, que marca un antes y un después en el mundo occidental. Es un retrato desde Occidente de todo el Oriente, hecho por alguien que ha estado allí y lo ha visto. Lo curioso, sin quitarle mérito a Marco Polo, es que él nunca lo escribió. El hecho de que compartiera prisión con alguien y que ese alguien lo hubiera alertado de dejar todos esos relatos escritos, y que se ofreciera a hacerlo, fue algo maravilloso. La enorme fortuna para la historia de la humanidad es que fue un buen escritor que se llamó Rustichello de Pisa.

Me llama la atención que uno de los relatos está dedicado a un tal O. P. Shakespeare...

Quizás eso es un inserto en el libro que creo que no molesta. Al hablar de infiernos me consta que muchos capítulos pueden ser un poco duros. Entonces, hay un par de capítulos más distendidos que me permito, y uno es este. Son capítulos como para relajar. Y allí me gusta jugar con ese eterno infierno literario en el que viven los críticos de quién realmente fue Shakespeare. Y este descubrimiento lo encontré mientras investigaba para las clases que doy de este autor.

¿Podría decirse que en el mundo moderno esta persecución literaria es tema del pasado?

Podríamos pensar que las persecuciones de escritores o la quema de libros que aparecen perfectamente reflejadas en este libro son asuntos que en efecto pertenecen al pasado. Sin embargo, tenemos un presidente norteamericano que justifica supremacistas blancos neonazis o tenemos gobiernos que quitan el presupuesto para que las bibliotecas puedan comprar libros. Hay muchísimas formas sutiles mediante las cuales los gobiernos persiguen la literatura y a los escritores y autores. Porque yo creo que, en el fondo, los poderes quieren que la gente no lea.


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