Revista Pijao
La industria editorial colombiana y la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín
La industria editorial colombiana y la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín

En medio del arranque de los Eventos del Libro de Medellín con su nueva dirección, a cargo del escritor y periodista Diego Aristizábal, conversamos con dos representantes de un sector esencial para el trabajo de promoción y dinamización de la lectura en Colombia: el editorial. Con la intención de tener una mirada crítica sobre los pasos andados en la última década, y los que están por venir, hablamos con Sergio Escobar, director de La Diligencia Libros, la representante comercial de unas de las editoriales independientes más reconocidas del país, y con Nicolás Morales Thomas, politólogo y director de la editorial de la Pontificia Universidad Javeriana.

Ellos nos cuentan sus percepciones sobre el desarrollo, a lo largo de los años, del encuentro eje alrededor del libro en la capital antioqueña: la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.

Sergio Escobar:

¿Cuántas ediciones de la Fiesta del Libro y la Cultura se ha gozado?

Con La Diligencia como empresa, cuatro versiones. Y en total, con editoriales independientes, cinco.

Y en estos cinco años, ¿cuáles han sido los mayores logros que ha identificado en la Fiesta?

La curaduría se ha organizado y limpiado, y ha dejado de “experimentar” con las editoriales independientes para permitirnos estar al lado de las grandes editoriales. Eso ha construido una exhibición más diversa. También, los libreros (de ejemplares nuevos y viejos) han sido reorganizados en otras zonas, y su inclusión es importante, porque ellos tienen muy buena participación y divulgación de sus espacios. Otra cosa es el apoyo de instituciones públicas, como Comfama y otras organizaciones privadas de Antioquia. Y por último, el hecho de mantenerse gratuita, lo que genera la asistencia de un público muy diverso. Eso es muy especial.

¿Y cuál es el papel de la Fiesta en la dinámica nacional del libro?

Creo que ha sembrado un espacio alternativo para el segundo semestre del año. Entonces nuestras editoriales ya están metidas en esa dinámica de preparar materiales para esa época. Primero, la Feria del Libro de Bogotá y luego la Fiesta del Libro de Medellín, cada una con un pico en el año muy interesante para la industria editorial colombiana, y bueno, también internacional: puedes ver que también Planeta y Random sacan novedades y llevan autores para promoción pensando en la Fiesta. Se ha metido en la cronología del libro en el año, tanto en la agenda comercial como en la de los autores, y con lo clave que es en el segundo semestre.

Ahora, ya en aspectos comerciales, sí hay como una deficiencia de enfoque: creo que Medellín siempre ha intentado hacer algo que no debería, que es llamar a grandes industriales de la lectura. Ellos ya tienen la Filbo cuatro meses antes, y Medellín es un lugar muy ameno para llevar a promotores de lectura, bibliotecarios y gente que hace más divulgación, promoción de lectura. Debería reconocer ese ámbito como el suyo. El de la promoción y no el de la comercialización de la lectura.

¿Por qué lo dice?

Está entre los dos grandes espacios de venta de la literatura. Un mes y medio después de la Fiesta del Libro de Medellín es la Feria de Guadalajara, que es donde se negocia una gran cantidad de derechos de autores en América Latina. Y no tiene por qué meterse (Medellín) en algo que ni le va. Porque cuando empiezas a ver gente con maletas en el Orquideorama, buscando comprar volúmenes, se vuelve Bogotá. Pero si ves gente leyendo, conociendo o haciendo charlas o conversatorios, se vuelve un momento más tranquilo de divulgación, de disfrute, que para mí es el espíritu de la Fiesta del Libro de Medellín. Es un intercambio más fuerte de conocimiento que de ejemplares. Y yo creo que se ha impactado en ese aspecto de la promoción, es bastante especial allí, pero todavía puede hacer mucho más.

¿Cree que en eso debería enfocarse la nueva dirección? ¿Qué otros procesos encuentra indispensables para continuar el fortalecimiento de la Fiesta?

Sí, eso. Y también debería buscar un blindaje en torno a las transiciones políticas de Medellín y de Antioquia. Aunque yo sé que es un tema muy difícil, porque el único blindaje sería hacerse con la Cámara Colombiana del Libro, pero si fuera por ellos, la Fiesta se haría en Plaza Mayor. Y este es el problema que tendría Medellín, que no se sabría cuánto presupuesto tendría. Y esa pequeña incertidumbre, sobre todo para los de afuera, es un poco difícil, porque a nosotros nos toca planear con mucha antelación.

La nueva dirección debe poder impedir todos esos intereses que confluyen en la feria. Debe ser muy conciliadora y tranquila, con la capacidad de observar todos los puntos de vista. También creo que debe explotar mucho más su capital turístico; por ahí falta un poquito. Que le vean el sentido chévere a la Fiesta. Digamos que a nosotros en la Fiesta nos va muy bien. No nos ganamos grandes dineros, pero de todas formas hacemos divulgación, y vamos también por el buen parche que es. A la Fiesta va gente de todas partes del país y del mundo. Deberían apropiarse más de ciertos espacios de la ciudad por esas fechas, para que la Fiesta del Libro sea más de Medellín realmente, y que se disfrute la riqueza gastronómica, cultural y social, entre muchas otras cosas más.

Y en cuanto a las editoriales independientes…

Creo que nosotros, que ya llevamos un camino andado en la industria editorial independiente en Colombia, estamos bien. Yo tengo al lado de mi stand a Random, Océano y el Fondo de Cultura Económica, y me voy de tú a tú con ellos. Y ellos tienen un espacio más grande porque tienen un poco más de prioridad, pero estamos al lado de ellos al igual que Frailejón o Sílaba o Tragaluz. Pero soy consciente de que detrás de nosotros vienen incluso otras personas que son más pequeñas y tienen menos experiencia. Y para esos inicios se tienen que pensar unos espacios especiales, pero no sé cuales. Y no quiero entrar en el tema de separarlos, porque es injusto. Pero digamos, algo como lo que se hizo el año pasado: un pequeño salón del cómic. Algo así puede ser. Pero en cuanto a nosotros, Laguna, Rey Naranjo, Frailejón, creo que estamos superbién, porque estamos ahí en la candela, en donde está la acción, y es donde hemos respondido bien al público y a la Fiesta, y seguiremos dando lo mejor.

Nicolás Morales

¿Cuál ha sido la experiencia de las editoriales universitarias en los eventos del libro en Medellín?

Primero quiero establecer que, para nosotros, la Fiesta del Libro y la Cultura, bajo todos los aspectos, es el segundo evento editorial más importante de Colombia. Si bien las cifras de Bogotá son altas con relación a la facturación total y venta y visibilidad y eventos en toda Colombia, la segunda es Medellín, así la distancia Bogotá-Medellín se esté acortando.

¿Qué es lo que la ha hecho crecer de forma tan especial?

Por una parte, hay unos medios de comunicación muy activos que también hacen interlocución con la edición universitaria, lo cual no ocurre en todas las ciudades. Los periódicos en Colombia son, en general, muy apáticos con la edición universitaria, porque la creen muy especializada o muy poco accesible.

Por otra, hay dos proyectos importantes. Primero, el Salón del Libro Universitario, que lleva apenas dos años. No era una cosa que se hacía tradicionalmente en la Fiesta, pero ahora se hace y se reserva ese espacio importante, pese a que hemos tenido unas dificultades con el conglomerado de universidades paisas por unos asuntos administrativos. Y segundo, nuestros stands, que son algo que no vamos a perder y que conservamos y potenciamos. Al entrar todo tipo de público, hay una posibilidad más importante de diálogo democrático, sabiendo siempre que nosotros somos de nicho. No somos la edición más generalista ni más comercial, pero el nicho tiene muchas posibilidades de empezar diálogos distintos con muchas personas. Y eso hace que una tesis doctoral hiperespecializada de los años 50 puede que les suene a investigadores o historiadores, pero también llegamos a este señor de setenta años, del común, que vivió la violencia de los 50 de niño y que quiere hacer una mirada retrospectiva, interesante e intelectual del asunto, y compra el libro. Las librerías acá están desapareciendo. En Medellín casi no tenemos dos o tres puntos. Por eso la posibilidad en la Fiesta del roce, el roce cutáneo, que es muy difícil lograr en las ciudades en Colombia, es tan importante.

Entonces, la Fiesta representa un alcance comercial para las editoriales universitarias muy importante…

Yo creo que es importante pensar que, dada la defectuosa distribución del libro en Colombia y en América Latina, las ferias se están volviendo mucho más importantes de lo que eran antes para la distribución. Y Medellín —ojalá no se destruya con los cambios que están haciendo— se estaba volviendo casi patrimonial. No tener otra interlocución después de Bogotá era algo terrible. Los fondos universitarios estaban vendiendo entre el 70 y 80 % en Bogotá. Y eso está bajando ya: los fondos universitarios por fin se vuelven nacionales. Es esencial ese cambio, si no esto se vuelve un ejercicio muy capitalino y con decisiones muy parciales.

¿Cuál es la principal percepción que tiene de la Fiesta?

Es una fiesta muy bien organizada. En Antioquia se tiene esa tradición de buena organización, y no sucede en todas las ciudades. Está muy bien. Muy bien curada. Y tiene una cosa que me gusta y que no tiene la de Bogotá —y espero que por esto no me vaya a matar mi amigo Giuseppe Caputo (risas) —: la feria de Bogotá es excesivamente barroca en eventos. Es decir, hay demasiadas cosas y tú te pierdes mucho. En Medellín, la programación me parece un poco más madura, en el sentido de una cierta reflexión sobre los públicos. Es una feria más racional y controlada. Más a la altura de las capacidades de tiempo que uno tiene.

Una característica muy importante sobre la dirección de los últimos años. ¿Qué cree que es indispensable para lograr algo así? ¿Qué debe conservar y potenciar la nueva dirección en los procesos llevados de la Fiesta y los eventos del libro en Medellín?

Esa dualidad que tienen esas personas es extraordinaria. Ya que tienen un capital cultural muy alto, es decir, un capital lector (de saber qué se está produciendo, de tener una mirada estética frente a la escritura de ficción y no ficción), y al mismo tiempo tienen una cierta capacidad de logística (de organización, de relacionamiento político, capacidad de conseguir fondo, astucia). ¡Y todo eso concentrado en una sola persona! (risas). En Colombia hay mucho de lo segundo y de lo primero, pero la combinación no es fácil. Yo creo que eso es lo que necesitaría la Fiesta para continuar con su ascenso.

Por otro lado, desafortunadamente, es como una constante sociológica que el ritmo de las ferias tiene mucho que ver con las personas que las dirigen. Y eso te lo puedo poner en un ejemplo puntual: Nubia Macías, ex directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, prácticamente la feria más importante del eje occidental, y de hecho la feria más importante de Latinoamérica, apenas ella se fue, se cayó. Y ahora no está bien. Y tiene mucho que ver con el equipo de directores que llegaron. Pero bueno, también es algo que tiene mucho que ver con cosas políticas y técnicas…

Y para conservar y potenciar, pues nada. ¡Tenernos en cuenta! (risas). Como tú lo sabes, porque también conoces bien otra dimensión de la edición, todos esos nichos son la riqueza del mundo del libro. El libro dejó de ser hace mucho tiempo el libro literario. El libro ya no es no ficción únicamente. El libro es un montón de cosas. No hay que dejar de pensar que el libro universitario tiene un valor importante y que probablemente es la edición que más perdura en el tiempo por la capacidad que tiene de influir. Nosotros no somos grandes generadores de estética ni de recreación, ni de momentos gloriosos, pero nuestro aporte es distinto. Mucho más puntual, científico y cultural.


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