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García Márquez al desnudo en Playboy
García Márquez al desnudo en Playboy

Por Nelson Fredy Padilla

El Espectador

Cuentan que Hugh Hefner, el fallecido creador del imperio Playboy, no era muy culto pero le bastó haber estudiado psicología para advertir que los estadounidenses a comienzos de los años 50 del siglo pasado no querían saber más de guerras sino de paz, amor y libertad. En esa búsqueda descubrió el poder del erotismo encarnado en símbolos como Marilyn Monroe y a quienes mejor lo describían: los escritores de literatura de ficción. Esa fusión hizo famosa a la revista desde 1953 y a muchos novelistas y cuentistas que se arriesgaron a posar junto a las divas.

Ray Bradbury publicó allí desde 1956, incluida una serie de su libro más vendido Fahrenheit 451, y hasta hace diez años escribieron grandes irreverentes como Kurt Vonnegut. Cheever y Updike encontraron en el “libertinaje” que ofrecía Hefner el espacio para sus cuentos que las editoriales les negaban. Capote vio en esas páginas el escenario ideal para hacer revelaciones sociales y sexuales de las estrellas de Hollywood. Ni qué decir de Henry Miller, para quien Playboy fue plataforma única de promoción de sus novelas sexuales.

Ellos no tenían pudores como los expresados por Ernest Hemingway, que creía que la libertad de prensa para los autores de ficción no era más que una pose intelectual de Hefner para hacerse millonario con el cuerpo desnudo de las mujeres más bellas. Qué ironía. Muriel, la hija del autor del relato “Hombres sin mujeres” fue portada en 1990. Parecía una tontería resistirse. Gracias a la estrategia del multimillonario de Chicago, junto a las conejitas de su mansión posaban en letras Norman Mailer, Tennessee Williams, Bernard Malamud, Jorge Luis Borges, Alberto Moravia, Chuck Palahniuk, Vladimir Nabokov, Haruki Murakami, Georges Simenon, por nombrar los más conocidos.

Esto para explicar por qué la rígida editora española Carmen Balcells dio autorización para que apareciera en Playboy, en 1971, el cuento de Gabriel García Márquez “El ahogado más hermoso del mundo”.

Cuando Mario Vargas Llosa recibió el Nobel de Literatura en 2010 uno de los primeros en felicitarlo fue Hugh Hefner, anotando en redes sociales que era el escritor número 13 de Playboy en ganar el premio. Vargas Llosa había publicado en la edición de febrero de 1996 “Muerte en los Andes”.

Gabo fue contactado por Playboy para una entrevista, antes de recibir el Nobel en 1982. Al principio no le sonaba la idea pero su hijo Rodrigo le recordó la historia literaria que representaba y el hecho de ser una de las revistas más leídas del mundo. Así llegó a su casa en París la periodista Claudia Dreifus, considerada por algunos la Oriana Fallaci norteamericana por sus entrevistas a grandes personajes mundiales y luego escritora estrella del New York Times.

Según le contó ella al magazín digital ViceVersa la idea no fue de Hefner, sino de ella misma a raíz de la conmoción que le produjo leer Cien años de soledad. Pero el dueño de Playboy, a través de su editor, autorizó el viaje a París. Qué mejor lugar que la ciudad del amor. Claudia Dreifus cuenta: “No conocía a nadie que me pudiera llevar a Gabo, pero conocía a alguien que tenía el contacto de su traductor al inglés, Gregory Rabassa. Uno siempre necesita, como le digo a mis alumnos, un rabino que lo conecte con la persona que busca. Sabía que García Márquez era evasivo, sabía que no daba muchas entrevistas y que estaba en una lista del Departamento de Estado que le hacía muy difícil su entrada a Estados Unidos. Entonces invité a su traductor a comer y le hablé de una posible entrevista y de los temas que quería tratar. Entre ellos, su obra y el ‘descubrimiento’ de la literatura latinoamericana en el mundo. Unos días después de ese almuerzo, por alguna razón inusual, Gabo estaba en Nueva York y Gregory Rabassa me llamó y me dijo que lo contactara en el hotel. Yo salí ahí mismo a buscar un teléfono público y hablé directamente con García Márquez. Rabassa ya le había hablado de mi proyecto y él quiso conversar conmigo a ver si valía la pena”.

La entrevista apenas fue publicada la edición 51, de febrero de 1983, a lo largo de 18 páginas en las que comienzan hablando de los orígenes del autor colombiano, de sus influencias literarias europeas y estadounidenses, para luego dedicarse a fondo a sus opiniones políticas sobre la guerra fría; su visión de los Estados Unidos, de la Unión Soviética, de las dictaduras en Latinoamérica, de las guerrillas en Centro América y en Colombia, de sus amigos Fidel Castro y Omar Torrijos. Hasta llegar a su visión del amor como eje de Cien años de soledad y por ahí al erotismo y al sexo.

García Márquez le explicó, con la ayuda de traductor del francés y con un lenguaje universal, las historias de amores furtivos e hijos ilegítimos de la saga de los Buendía. También hubo tiempo para hablar de la prostitución en obras como “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira” y su abuela desalmada, aunque el escritor no se percibe tranquilo hasta que le explica la importancia de las mujeres en su vida, desde su abuela Tranquilina Iguarán hasta su madre Luisa Santiaga Márquez. En realidad son ellas y los personajes en los que las recrea las verdaderas dueñas del destino de los hombres a través del amor y las pasiones.

Y se detuvieron en el amor del Caribe, en la iniciación de los hombres jóvenes como Gabito en una casa de citas, en la magia de los olores como factor sensorial y poder evocativo. Nada explícito. Todo sugerido.

Vale anotar que Playboy intentó reivindicarse con el público femenino dándole cabida a escritoras de la talla de la Nobel sudafricana Nadine Gordimer, que publicó un relato sobre una granjera blanca que tenía un amante de raza negra, o la norteamericana Joyce Carol Oates y la canadiense Margaret Atwood.

Sin embargo, dicen que Hugh Hefner consideraba que el mejor relato de García Márquez sobre amor y sexo fue “El amante inconcluso”, la historia del presidente norteamericano Bill Clinton, lector y amigo de Gabo, y su amante Mónica Lewinski, publicado en la revista colombiana Cambio.

Lo último que publicó Playboy de Gabo fue “EI avión de la bella durmiente”, uno de los Doce cuentos Peregrinos de 1992, que describe a un hombre que se enamora en un aeropuerto de “la mujer más bella del mundo”, luego se sienta en la silla de al lado y la imaginación de él vuela mientras ella duerme. Lejos de la pornografía.


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