Revista Pijao
Empezó la Fiesta del Libro: conversación con el escritor Luiz Ruffato
Empezó la Fiesta del Libro: conversación con el escritor Luiz Ruffato

Por Róbinson F. Alvarado Vargas

Especial para El Colombiano

Aunque Luiz Ruffato se graduó como periodista, hacer entrevistas le daba pena. Por eso se refugió en la redacción más que en la reportería, hasta que en 2003 se dedicó a la literatura.

Este camino lo ha llevado a publicar libros de cuentos y novelas como Domingos sem Deus, premio literario Casa de las Américas 2013, o Ellos eran muchos caballos, que recibió el premio APCA de la Asociación de Críticos de Sao Paulo.

Es una de las figuras imprescindibles del panorama cultural brasileño contemporáneo, y estará en la Fiesta del Libro conversando con Evelio Rosero y Julián Fuks. Además, presentará la traducción de De mí ya ni te acuerdas (2016), una colección de cartas que desde la ficción revisa la dictadura brasileña del siglo pasado.

¿Para quién se escriben las novelas?

“La lectura es transformadora. No es por nada que los dictadores, antes de cualquier cosa, prohíben la circulación de los periódicos, de los libros. La lectura tiene un aspecto paradójico. De todas las artes, es la más excluyente: para que alguien acceda a una obra de teatro, a una canción, a un cuadro o a una pintura, no hay necesidad de educación formal anterior. Leer un libro, en cambio, requiere una alfabetización previa, pero al mismo tiempo la literatura, por ser un momento único de confrontación con nosotros mismos, permite una reacción radical y un cambio. Por eso, en nuestras sociedades ni siquiera los partidos de izquierda priorizan la educación. Pues quien lee, piensa, y el que piensa no acepta la injusticia y lucha contra el egoísmo.

El alto índice de analfabetismo total y funcional en los países latinoamericanos es intencional. Les sirve a las élites para dominar mejor y mantener sus privilegios de clase. La educación aquí es un lujo, no un derecho. Así, el trabajo del escritor se convierte en algo más complejo, porque no se limita a publicar libros, sino que debe tener como horizonte la formación de un público lector y la injerencia en el debate intelectual. Lo que debería preocuparnos, entonces, es la ampliación del acceso de la población a una educación de calidad, pues de esta forma la literatura tendría un papel importante en la sociedad”.

En sus novelas muestra un interés no solo por las clases obreras soslayadas sino por revelar la existencia de esas personas en la historia del Brasil, ¿por qué?

“Pienso que esto no es solo una característica de la literatura brasileña, sino en general de la literatura latinoamericana. La nuestra o abarca el mundo de la clase media alta o el de los bandidos, nunca el de la clase media baja, el de los trabajadores. Y esto es porque los escritores escriben sobre lo que conocen o sobre lo que imaginan que conocen. Y el mundo del trabajo no les ofrece el glamur, por ejemplo, del mundo de los bandidos.

No es que yo tenga nada contra esos temas, claro. La literatura latinoamericana ha producido, durante décadas, grandes narrativas sobre esos universos. Es apenas una constatación de que el universo del trabajo, que representa la mayor parte de la sociedad, no ha tenido gran cabida en la literatura. Una de las mayores influencias en mis obras de ficción son los historiadores de la Escuela de los Anales, que hacen historia con fragmentos de la historia, es eso lo que busco en mis libros”.

¿Cómo se vincula esto con una obra experimental como Ellos eran muchos caballos?

“Una de las grandes preconcepciones que hay en el mundo literario es que para escribir sobre la clase media baja o sobre la clase trabajadora hay que ser naturalista o demagógico. Yo creo que esa es una visión fascista del poder en la literatura. La calidad de una obra no tiene que ser baja para ser comprendida. Pensar así es creer que también entre lectores hay clases sociales; aquellos que comprenden la ‘alta literatura’ y aquellos para quienes está reservada una ‘literatura mediana’. La literatura debe comprometerse apenas con ella misma”.

¿Cuál es la búsqueda en este libro?

“Discute un momento importante de la historia brasileña, la dictadura militar. Es curioso cómo en Brasil tenemos una manera de enfrentarnos al pasado, que se resume en algunas frases de uso cotidiano: ‘Vamos a dejar eso atrás’, ‘aguas pasadas no mueven el molino’... Para mí esto refleja un sentimiento generalizado de no resolver nada. Al no encarar un trauma del pasado no conseguimos ir hacia adelante. Este libro es una recopilación de cartas que envió mi hermano mientras trabajaba como tornero mecánico en Diadema, una ciudad industrial del Gran Sao Paulo, a mi madre en el interior de Minas Gerais. Como tal, las cartas no hablan de la dictadura, pero por medio de pequeños eventos cotidianos el lector va descubriendo cambios importantes, tanto en el microcosmos (el cambio del papel de la mujer en la sociedad, el problema de la migración) como en el macrocosmos (los problemas económicos, reanudación del sindicalismo, protestas contra la dictadura, etc.)”.


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